La transición económica de un modelo rentista en el marco del capitalismo, a uno socialista, sin duda no es sencillo. Las contradicciones que se deben superar producto de la inoculación cultural del capitalismo no son solventables ni por decreto ni por una acción violenta, o por lo menos esa no es la ruta escogida por la revolución bolivariana.
Pero sin duda, el gran reto es la democratización de los medios de producción, garantizando la calidad productiva y transformando la cultura de consumismo en cultura racional de consumo. Sin embargo nuestro proceso político a la par que estimula y planifica un nuevo proceso productivo, con sus dificultades; también estimula contradictoriamente el modelo de consumismo al generar un gran circulante de dinero sin orientación de gasto o consumo conciente, incluso subsidiando productos que podríamos considerar de poca utilidad vital.
Estoy seguro que el llamado de atención formulado por el Ministro con competencia en el área económica tiene mucho sentido excepto cuando señala a la acción de gobierno durante estos últimos 14 años como "regaladera". He sido, junto a muchas voces en los últimos años, un crítico al absurdo margen de subsidio a la gasolina, insostenible aún a pesar de las causas históricas que en algún momento lo justificó. El contrabando de gasolina y la utilización del chip en los Estados fronterizos es consecuencia de eso, pero hemos preferido correr la arruga durante mucho tiempo, y la dificultad que presenta resolver el asunto ahora es de pronóstico reservado.
Sin embargo, afirmar que “El regalado se tiene que acabar, y la gente tiene que pagar. En toda nuestra cultura rentística prevalece esto”, es reconocer que el gobierno del que es vocero el Ministro no sólo ha estimulado el rentismo, sino que es "Don Regalón". Insisto, estoy totalmente de acuerdo con el fondo del planteamiento, pero esta afirmación tal como la expresó el Ministro, además de torpe, desde una perspectiva crítica y autocrítica, desconoce prácticamente toda la política de redistribución de la riqueza que ha encabezado el sPresidente Chávez y él mismo, en el contexto de inevitables contradicciones que se han ido corrigiendo sobre la marcha, si aquí ha habido regaladera, él es uno de los principales responsables.
Si el subsidio a la luz y a la gasolina respondió a un momento histórico, en este momento es hora de adaptar esa política al ritmo de crecimiento del ingreso de todos los venezolanos, logrado por la redistribución de la riqueza dentro del proceso revolucionario, para generar una nueva orientación de esos recursos, ya que la ciudadanía está en condiciones de asumir una realidad que debe llevar a la conciencia en el consumo abusivo de estos y otros productos.
Pero mientras esto pasa, el venezolano no consigue azúcar, en una nueva arremetida de los productores por exigir aumento del precio, controlando el abastecimiento sin que el Estado pueda suplir o garantizar el acceso al producto. En un ciclo vicioso sin fin, la posibilidad de tener el control de las estructuras de costo de los productos pareciera no ser suficiente para definir el aumento o no del precio, esto también se aplica con la harina de maíz precocida, teniendo como el "gran vocero" a Lorenzo Mendoza, que exige el aumento de precio desde la sede de una nueva planta de producción de alimento, ya que de seguro el precio actual de la harina no le ha permitido montar 20 plantas más para monopolizar aún más la industria.
El Ministro sale diciendo que se debe acabar la regaladera, y Mendoza y los empresarios del azúcar parecen que son los primeros que le hacen caso. Mientras tanto, seguiremos dándole "el vuelto" de propina al bombero, en lugar de dárselo al Estado para que resuelva los problemas de nuestra ciudad; seguiré aprendiendo a no consumir azúcar refinada, no por conciencia sino por escasez y trataré de aprender que la arepa no es un invento de la Harina Pan, sino que es de todos los venezolanos, a pesar de Lorenzo y la Polar.
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