Nicmer Evans.- La oposición tiene una intención
muy clara, producto de su desesperación por la gran distancia que hay entre los
dos candidatos que polarizan las presidenciales del 7O; deben a toda costa
generar un evento que produzca conmoción nacional a favor de Capriles y que
revierta la tendencia de los votos que hoy dan ganador al candidato Chávez por
más de 20 puntos porcentuales.
El suceso de La Vega del pasado 7
de julio es sólo una muestra de lo que están dispuestos a hacer, pero también
es muestra de la vulnerabilidad del proceso ante los focos extremistas que
terminan jugando a favor de la oposición, queriendo o sin querer.
Estamos en campaña electoral, y a
diferencia de momentos muy tensos de la historia de la revolución bolivariana,
en donde la lucha incluso era territorial, en este momento tanto la oposición,
como el gobierno están jugando con unas reglas reconocidas en conjunto, gústele
o no le guste a quien sea.
Las reglas establecen que cada
quien busca los votos necesarios para ganar, y para ello debe moverse a donde
lo crea necesario, y tanto el chavismo como la oposición tienen el derecho.
Pero ese derecho se vulnera cuando una de las partes trata de evitar que esto
suceda o el otro pretende provocar un evento que manche el proceso reconocido
por las dos partes.
Creo que en La Vega sucedieron
estas dos cosas. Por una parte, un candidato de oposición que va a la combativa
parroquia La Vega, con funcionarios de la Policía de Chacao y la Policía de
Miranda, armados ilegalmente fuera de su jurisdicción, utilizándolas como
guardias pretorianas, y por otra parte un sector de la militancia mal conducida
por algunos liderazgos locales, que torpemente, en nombre de la defensa de la
revolución, confundieron el compromiso revolucionario con la tentación de caer
en la provocación y el juego de la victimización del oponente.
Capriles fue a La Vega con
brigadas motorizadas tarifadas y funcionarios armados, rodeado de gente ajena a
La Vega. El tenía el derecho a ir, pero estas condiciones provocaron
erróneamente la salida de la comunidad en defensa de los que ellos piensan es
su dignidad, sin embargo, cayeron en el juego de servir el escenario para que
Capriles y su combo fueran noticia nacional e internacional.
¿Qué hubiese pasado si Capriles
no hubiese tenido impedimento para entrar a La Vega?, dos cosas hubiesen
ocurrido: 1. No logra movilizar a la gente esperada y se hubiese demostrado su
poca popularidad en el sector, 2. Dentro de su agenda de la violencia, hubiesen
pretendido generar una acción desestabilizadora, pero ante el hecho de no tener
contra quien hacerla, su movilización en el sector hubiese pasado
desapercibida.
Sin embargo, con lo que pasó se
demostraron tres cosas:
La Policía Nacional Bolivariana actuó de
manera eficiente, al impedir una posible confrontación entre las partes. La PNB
no impidió la entrada de Capriles a La Vega, más bien detuvo un posible hecho
de violencia que tenía la intención de desembocar en muerte, ya que se
incautaron dos armas de fuego provenientes del sector opositor, plenamente
identificadas, dentro un conjunto de personas que en la movilización del
candidato de la oposición, tenían una segunda intención.
La oposición está buscando, en La Vega o en
cualquier parte, generar un “fenómeno Atocha” que revierta la inminente derrota
electoral. Lo que implica entregar sus acciones de calle a los extremistas de
manera consciente y premeditada.
Las bases del proceso revolucionario pueden
estar cayendo torpemente en el juego de servir la mesa para que el “fenómeno
Atocha” de Capriles se pueda dar.
Una evidencia de que la
movilización de la gente de La Vega en rechazo a Capriles no tuvo una directriz
del PSUV ni del alto gobierno, fueron mensajes por Twitter como la del diputado
Carlos Sierra que expresó temprano:
“El llamado a la militancia
Nuestra de la Vega es no Caer en Provocaciones! La Derecha quiere tener
Argumentos para seguir Montando su Show!”
“La PNB esta evitando q se genere
un Conflicto entre los Partidarios de Capriles y los Compatriotas de la Vega!
Ahora Montan Show Mediático”
O la de Diosdado al afirmar que:
“Hoy en la Vega la burguesía
quería aplicar la misma receta que en Cotiza, agredir al pueblo, no pudieron ni
podrán volver a agredirlos.”
Al final, la reflexión que queda
de mi parte es que el candidato de la oposición, puede ir en moto o bicicleta a
donde quiera, y en campaña electoral eso no puede ser interrumpida por nadie,
al menos que pretenda alterar el orden público, y la responsabilidad de las
fuerzas revolucionarias debe ser demostrar que este candidato no tiene fuerza
alguna para lograr captar votos. Interrumpir su desplazamiento es mostrar
debilidad de la revolución, dejarlo mover es permitir dejar en evidencia su
bajo nivel de fuerza. Pero si él se mueve con intenciones violentas, la PNB
deberá impedir que esto suceda, sea donde sea, sin dejar que se victimice,
desmontando la mentira.
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