DAVID URRA – La Guerra Psicológico-Informativa se está desarrollando en todos los campos, hasta en los más íntimos. Nadie escapa a ella. Combatirla es la tarea principal que tenemos los que pretendemos conservar nuestros valores, nuestra cultura, nuestra independencia.
Parece algo, sacado de la retórica antimperial, como de un libro marxista que le hecha todas las culpas al capital. Solo que no es tan así, porque no nos referimos a como se hace la propaganda para justificar la invasión a tal o mas cual país, o como se emplean los MMD para satanizar a un Presidente, ni de cómo se envían mensajes por medio de los reportajes noticiosos y declaraciones tendenciosas, ni como se emplea la Internet. Nos referimos a una película, por supuesto norteamericana.
Si, en el día de ayer 20 de febrero por uno de los canales intoxica los cables de la TV, se pudo visionar una película norteamericana titulada: La Invasión (The Invasion, Oliver Hirschbiegel, 2007). Parecía ser uno de esos thriller en que se combina el terror, con el suspenso y cuanto ingrediente se le pueda añadir para subirnos la adrenalina y “recrearnos” con el stress bien condimentado.
Pero cuidado, ingredientes aparte, el film traía escondido otro componente que no era tan evidente, pero si muy venenoso.
Una de las líneas de condicionamiento psicológico en los productos Hollywoodenses y por qué no, en los medios de los últimos tiempos, ha sido el presentar un mal, que justifica un mal mayor.
Así hemos visto al “malo” que es atacado, humillado y casi despedazado por los “más malos” y esto justifica la matanza que el “menos malo” hace de los “más malos”.
Parece una jerigonza pero este tipo de enfoque pretende justificar la violencia, presentándola como un mal menor y justificándola como parte del comportamiento humano.
Esta concepción ha sido manejada en incontables ocasiones con el objetivo de instalar en nuestras mentes esta forma de aceptar la violencia, para posteriormente aplicarla a la vida real.
Recuerden como nos dijeron que la matanza de afganos, iraquíes, libios y ahora se proponen los sirios, eran una necesidad para acabar con los “malos” que los dirigían.
La película de marras trata de un virus que es introducido en EE.UU (los pobres, siempre son las maltratadas víctimas), por los “alienígenas” mediante un artefacto que explota cerca de la tierra. El virus, contagia a las personas y las convierte en “seres aborrecibles”, que entre otras características se convierten en personas: pacificas, no violentas, disciplinadas y con tendencia a llevar relaciones armoniosas.
El virus por cierto, se propaga entre la gente de forma bastante asquerosa (como para hacerlo más repulsivo) y va contaminando masivamente a la población. Los que no se someten al “cambio”, son obligados por los ya contaminados a recibir su dosis “vomitiva” para que se vuelvan “terriblemente pasivos”.
Como es obvio, un pequeño grupo de “científicos” norteamericanos son los únicos que se percatan del “mal pacificador” y comienzan a luchar pistola en mano y persecuciones incluidas, contra los infectados y en busca de una vacuna que “salve” a la humanidad del mal “pacificador”.
Después de la matanza salvadora (mueren cerca de 40 o 50 en el enfrentamiento a tiros, tubazos, aplastamiento con carros y otras modalidades acrobáticas), los “héroes norteamericanos” logran en tiempo record la vacuna (sería bueno que los contrataran para lograr la vacuna contra el SIDA) y salvan a la humanidad de tan “maléfica” enfermedad.
Por supuesto, en la película todos agradecen al Presidente del Mundo (el de EE.UU), por la victoria contra el “Eje del Mal” (caracterizados por los extraterrestres. Menos mal que no eran Musulmanes).
Pero lo más interesante es el mensaje final, que queda como flotando en nuestras mentes, cuando termina la proyección, como para que nos lo quedemos guardado: Un Mundo sin guerras, sin conflictos, sin bajezas, no sería humano.
No se si muchos se percataron de la manipulación o del sentido de este filme, pero les aseguro que aunque no nos hayamos dado cuenta, penetro en nuestro subconsciente y se sumó a los múltiples mensajes de este tipo que hemos recibido, para implantar en nuestra psiquis el concepto.
Alguien pudiera decir – bueno, esto es para “entretenerse”, no hay que darle mucha importancia.
Es posible que tengan mucha razón, porque precisamente ese es el objetivo, que nos “entretengamos” sembrándonos de paso el “virus” de la indolencia e inoculándonos la “enfermedad” de la ignorancia.
Desgraciadamente hay pueblos que están sometidos a este bombardeo psicológico más que otros y posiblemente sea el norteamericano el más agredido.
Por suerte no abundan estos materiales y su proyección, muy especialmente por la TV no es usual. ¿O me equivoco?
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