Da la impresión que la
Izquierda aún no ha podido captar el significado del pasado triunfo
de Marine Le Pen. La Izquierda, tanto francesa como internacional, ha
querido responder de la misma forma que responde la Derecha tras las
elecciones parlamentarias de la Unión Europea. Y por una razón muy
simple: saben que han perdido frente a la conquista de las Masas y
son incapaces de ser autocríticos del por qué, en este caso el
Frente Nacional, están donde ellos (la Izquierda) deberían estar.
Para la Izquierda el
Frente Nacional, y particularmente Marine Le Pen, es “xenófoba”,
“racista”, “anti-semita”, “islamófoba”, “homófoba”,
“eurófoba”, “ultra-derechista”, etc. Son dilapidados sin
antes siquiera tratar de entender las ideas que defienden, fijando
más la atención en el sentido del humor que ha tenido a lo largo el
fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, y hasta ahora
presidente honorífico.
La pobre crítica de la
Izquierda frente al triunfo de Marine Le Pen llega a ser simplista y
solo se ha limitado a reproducir lo que los Grandes Medios y la clase
política tradicional han calificado a la líder del Frente Nacional
y en hacer un llamado a “combatir el fascismo”, misma postura que
podrían tener los partidos enquistados en el poder político de
Francia.
El triunfo de Marine Le
Pen no ha sido tomado, aún, con la seriedad que debería ser tomado,
como tampoco el triunfo de los demás “euroescépticos” o
eurorealistas del continente. Y es que su real avance bien podríamos
vincularlo con las deficiencias que la Izquierda ha estado sujetando
de un tiempo a esta parte.
No podemos negar que la
actual Izquierda últimamente se ha venido inclinando más por una
agenda ajena, propia de la Pequeña Burguesía, que a una agenda
propia.
Dicho más claramente, la
Izquierda se ha aburguesado ideológicamente y hoy viene a quejarse
como una niña gritona sobre el triunfo del Frente Nacional con
Marine Le Pen, hablando ahora de “lucha contra el fascismo”.
Podrán sonar atractivas
estas frases e iniciativas de la Izquierda, pero están fuera de la
realidad. Antes de las frases atractivas e iniciativas contra los
vencedores, primero deberían hacerse una seria autocrítica del por
qué las fuerzas de la Izquierda hoy no llevan la delantera y sí la
llevan otros que se desmarcan de posiciones tradicionales del poder.
¿Cómo habremos de
entender el ascenso de los “euroescépticos” si empezamos a
etiquetarlos como los Grandes Medios desean que los etiquetemos?
¿Cómo habremos de entender el ascenso del Frente Nacional, y su
líder Marine Le Pen, si reproducimos lo que los Grandes Medios y la
clase política tradicional difunden?
Hoy los Eurorealistas
están tomando el lugar que la Izquierda debería haber tomado, pero
que no ha sido posible por ser hoy esa Izquierda ideológicamente
a-co-mo-da-di-za.
¿Cómo puede una
Izquierda tomar el lugar que hoy van tomado los eurorealistas en
Europa, en cuanto al apoyo popular, si hoy la Izquierda se ha
convertido en un Pequeño Burgués y que se alinea a las luchas que
esta acostumbra?
Seamos claros; seamos
realistas. La Izquierda mayoriataria ha traicionado sus propios
ideales y ha abrazado las luchas por el Interés Individual de
ciertas minorías, abandonando así la defensa de las clases
populares y de los explotados.
Pareciera ser que las
prioridades de la Izquierda se han trasladado a las prioridades de la
Pequeña Burguesía (matrimonio homosexual, despenalización de la
marihuana, despenalización del aborto, etc). ¿Dónde quedaron las
prioridades junto a la clase trabajadora o el Interés General?
Lo mismo podemos decir de
cierta “ultra-Izquierda”, hoy amaestrada y domesticada por la
Izquierda acomodada y la Pequeña burguesía.
Los Medios han jugado un
rol fundamental para que se produzca el presente escenario, al crear
la atmósfera de Presión Social en favor de la Pequeña Burguesía.
¿Acaso el rol de los Medios no ha sido canalizar las luchas de la
Pequeña Burguesía y acallar las luchas de nuestros trabajadores?
¿Cómo no podría
desagradar una Izquierda acomodadiza que va como un perro repitiendo
lo que desde arriba promueven las élites a través de los Medios,
como parte de su “Ingeniería Social” a través de múltiples
ONGs financiados por Grandes Intereses disfrazados de “Fundaciones”?
¿Acaso esas luchas no le corresponde especialmente a la Pequeña
Burguesía librarlas? ¿Qué hace la Izquierda apropiándose de las
luchas de la Pequeña Burguesía?
¿Cómo no podría
desagradar una Izquierda acomodadiza que acostumbra a profundizar las
políticas Neoliberales al momento que le toca bailar junto al Poder?
España, Francia, Chile son ejemplos claros de una Izquierda cómoda
que baila junto al Poder profundizando políticas Neoliberales,
abriendo el camino a la Pequeña Burguesía y cerrando el paso a la
clase trabajadora y explotada.
Es que ya ni sorprende el
nivel de contagio en América Latina de esa Izquierda que abraza
ideas exportadas por la dizque “Izquierda” europea, que todavía
tiene la desfachatez de sostener conceptos que abundan en forma pero
que carecen de contenido.
Bien que ha traducido
Marine Le Pen a la Izquierda francesa, y que muy bien podríamos
generalizar, al señalarla como: “Ultra-liberal, laxista y
libertina”. ¿Acaso no duele la verdad?
El ascenso de los
Eurorealistas habla de una Izquierda cómoda y aburguesada ante la
pérdida progresiva del Estado de Bienestar y la puesta en marcha del
Neoliberalismo. El avance de los Eurorealistas muy bien podría
hablar del fracaso de cierta Izquierda que no ha sabido olfatear el
momento. Los europeos, claramente, se están hartando del proyecto de
la Unión Europea. Pero ¿qué hace la izquierda hoy cuando se
presentan los eurorealistas? Quejarse y lloriquear.
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