Con que facilidad se puede acusar de corrupta a cualquier persona. Sólo basta sentarse frente a una computadora, inventar un cuento con algunas verdades sacadas de contexto, medias verdades, mentiras, calumnias, palabras fuertes y escatológicas, supuestos apoyos de personas u organizaciones agraviadas por el corrupto de marras, apretar una tecla, enviarla a Aporrea y… ¡listo!
Manuel Silva García |
Ya lo demás queda para la imaginación y el criterio del público lector, quien además podrá darle rienda suelta a su creatividad poniéndole un poquito de mórbido aderezo que lo pone en sintonía con el autor de la infamia.
Mi amigo Efraín Labana Cordero, autor del libro “TO3 Campo Antiguerrillero”, me contó que una vez una persona amiga se le acercó y le hizo un comentario basado en los ya cotidianos rumores que señalaban a Diosdado Cabello de corrupto. Efraín con la agilidad mental que lo caracteriza le espetó: “por fin tengo ante mí una persona que tiene los pelos negros del burro en la mano, por fin alguien que trae las pruebas de lo que dice con los documentos probatorios y no rumores”. Como podrán imaginar, el fulano denunciador de oficio quedó totalmente desnudo. Ni una sola prueba, ni un solo indicio, solo rumores que buscan descalificar a una persona que, inocente o no, tiene que tener el derecho a la réplica y, más aún, dirimirlo en los tribunales de justicia.
Conocí a Juan Carlos Loyo en Cuba, éramos pacientes en La Pradera, donde llegamos en busca de salud. Si la memoria no me falla, creo que los médicos lo trataban de una enfermedad digestiva muy aguda y peligrosa. Ese fue el motivo del Comandante Presidente para desincorporarlo del cargo, prácticamente protegiéndolo, ya que el ritmo de trabajo de Loyo además de afectarlo físicamente, no le permitía ejercerlo con la efectividad que hubiese querido. Como podrán observar mis queridos lectores no es lo mismo “desincorporación” que “remoción”. Desincorporar según el diccionario español es “separar lo que estaba incorporado”; y remoción, entre muchas de sus acepciones está “destituir”. O sea, que se miente flagrantemente cuando se escribe textualmente “quien fue removido de su cargo por nuestro comandante Hugo Chávez…”. Tengo por cierto y así es, que nadie que haya trabajado bajo las órdenes del Comandante y este lo destituyera, jamás regresaría a su lado.
El Ministro Loyo sabrá defenderse de estos ataques reiterados que huelen a pase de factura. En lo que a quien esto escribe se refiere, sólo puedo decir lo que yo observé en los dos sitios de encuentro que tuve con él. En La Habana un enfermo más en amena tertulia con decenas de pacientes, con quienes se hacía solidario y a quienes prometía sus buenos oficios para interceder por sus problemas y angustias. Y en Caracas, recibiendo a pequeños cafetaleros de Yaracuy a los que ayudó a resolver sus impasses de índole burocrático con el Banco Agrícola sin ser Ministro ni director del INTI.
Todo lo demás es ponerle periquitos. No se trata de una defensa a ultranza de un amigo o camarada, se trata de poner en su lugar a los denunciadores de oficio a quienes sólo respetaré cuando con documentos en la mano me demuestren lo contrario.
Manolo Silva
msilvaplomo@hotmail.com
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