Uno habla, incluso si no se da cuenta, obedeciendo los formatos lógicos, los modelos sintácticos y los repertorios de palabras que, más o menos, conoce. Pocas veces elegimos, muy pocas ponderamos y menos veces perfeccionamos nuestros relatos con base en las necesidades dinámicas que tenemos, con base en los interlocutores y sus exigencias o con base en lo que realmente deseamos.
En suma hablamos como podemos, a veces como queremos y no siempre como necesitamos. Se nos que de invisible mucho y mucho queda silenciado.
La realidad nos exige diariamente un esfuerzo revolucionario, en materia de relato, para dejar de hablar como nos ha impuesto el modelo lógico-funcional capitalista y comenzar a relatar, cada episodio de nuestra lucha, como lo requiere la diversidad, lo nuevo y lo dinámico de las revoluciones sociales en marcha. No se trata de mandar al basurero los manuales ni los diccionarios… se trata de someterlos a la crítica de la praxis científica revolucionaria y socialista que hoy nos demanda formas más ricas de contar la historia emancipándonos de los modelos burgueses acartonados.
El concepto “relato”, incluye uso palabras tanto como uso de otros recursos para contar historias. Según la escuela que lo estudie, el relato puede ser un fenómeno del habla o un fenómeno comunicacional más complejo... eso, justamente, hace ver la importancia y urgencia de una gran Revolución del relato en la que alcancemos, como nos es necesario, el método correcto de observación y exposición. Hay que derrotar todo aquello que invisibiliza los logros socialistas. Especialmente si la invisibilidad comienza por las trampas ideológicas impuestas desde el modo de relatar la Historia misma. Y en ese campo tenemos debilidades de todo tipo.
París.
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