Aquellos que el pasado 7-O tuvimos la oportunidad de estar en centros de información de sondeos electorales, y que además recorrimos lugares de votación donde los bloques en pugna tienen mayor presencia, podemos afirmar que ese día el Chavismo nunca estuvo empatado, ni mucho menos por debajo del candidato opositor. Afirmaciones contrarias a estas son un acto de irresponsabilidad con la militancia y una tergiversación trastornada de la realidad.
Es cierto que ambos bloques políticos-ideológicos salieron a votar con mucha fuerza. Por lo que es posible que el votante opositor acariciara la posibilidad de salir victorioso cuando se encontraba entre sus pares en los centros electorales donde tienen mayor presencia, pero no se percataron de que en las zonas afectas al Chavismo pasaba lo mismo. Obviaron que el comportamiento en elecciones presidenciales en los sectores populares se situaba en 70-30 a favor del Presidente Hugo Chávez, y que los sondeos de opinión, hasta los más conservadores, daban una brecha de 15 puntos a su favor.
Para las 10:00 am de ese día existía una brecha clara de 10 puntos a favor de Chávez, que se mantuvo pasada la 12:00 m, cuando el bloque opositor alcanzó su mejor momento, llegando a estar a seis puntos de diferencia del candidato vencedor. Pero para las 3:00 pm, se observaban los centros electorales mayoritariamente opositores sin electores. ¿Qué estaba pasando? Sencillo: se le había agotado la fuerza electoral, incluyendo la reserva, mientras que el chavismo se preparaba para el Remate.
Pasadas las 3:00 pm se activan las alarmas en el seno del Chavismo, pero no porque se estuviese perdiendo o porque eso fuese posible, sino porque su potencial electoral no se había hecho presente en su totalidad, y era necesario movilizarlo.
Es cuando una vez más, los liderazgos anónimos, los mismo del 13 de abril, esos que no suben al podio con el presidente Chávez, atendieron el llamado y, jugándose el resto, se internaron en los sectores populares donde reside su liderazgo, y estimularon el voto socialista, para ampliar la brecha y garantizarle al Comandante de la Revolución una victoria perfecta, capaz de disipar cualquier acción antidemocrática, y contraria al sentimiento mayoritario. Por ello, ¡honor y gloria a los movilizadores invisibles de la revolución!
Jiuvant Geovat Huérfano
No hay comentarios:
Publicar un comentario