Christian Peñaloza.- En pleno 2011, cuando algo alcanzó a encenderse en serio la chispa de
llamar a una Asamblea Constituyente y de desconocer, radicalmente, la
actual institucionalidad del país, parlamentarios y personeros de todas
las tendencias institucionalizadas de la política actual rasgaron
vestiduras por la “defensa de la democracia” y que lo peor que podría
ocurrirnos era “no cuidar” las instituciones, como el Congreso.
Entre este 18 y 19 de julio de 2012, seguir las discusiones y votaciones
parlamentarias se ha transformado en un ejercicio simplemente
deprimente y desolador. Han sido esenciales, porque importantes leyes se
han estado discutiendo y aprobando, si no de manera definitiva, en
trámites relevantes dentro de su tramitación total.
Se aprobó, en primer lugar, el veto presidencial para que el sueldo
mínimo subiera a 193mil pesos. La campaña del terror se impuso: es culpa
de los pobres del país, por desear vivir más dignamente, si la cesantía
aumenta.
También fue aprobada la nueva ley de pesca (Ley Longueira) que, en lo
esencial, perpetúa la privatización del mar chileno en mano de un número
reducido de empresarios pesqueros, con que el Estado renuncia a su
papel regulador de aquí al fin de los tiempos. Pero ya vendrá la
resolución del Tribunal de La Haya sobre el litigio con Perú, en el que
todos los políticos cacarearán sobre “el mar de todos los chilenos”. Si
el Estado Chileno llega a perder el litigio con Perú, dirán que nuestra
honra de chileno está mancillada, porque “el mar es de todos”. Si lo
gana, se dirá que “es un triunfo de todo Chile”. Venden el mar a
perpetuidad a siete familias y les encanta que nos odiemos con nuestros
vecinos por un pedazo de agua que ni les pertenecerá a ellos ni a
nosotros.
La ley Hinzpeter sigue su curso y avanza paso a paso, aunque todos los
organismos internacionales critiquen abiertamente el espíritu y la forma
de la normativa. En eso, por supuesto, Chile no es un país integrado al
mundo civilizado. Es mejor no mirar más allá de la coordillera y el
desierto.
Hoy, finalmente, la cámara de diputados rechazó el informe de la
comisión investigadora que, en lo esencial, denunciaba que el Estado (no
solo este gobierno, el Estado en general) no está cumpliendo su rol
fiscalizador de la ley y que, por lo tanto, eso ha permitido que
universidades privadas lucren de manera aparentemente legal. 46 votos a
favor del informe, 45 en contra y una abstención que, por reglamento, se
sumó a la minoría. Empate, lo que, también por reglamento, significa
que no gana la aprobación. En la cara de la Confech.
Todos criticaron al diputado que cobardemente se abstuvo de votar (el RN
Gaspar Rivas). Al menos, dicho diputado estaba en la sala. Pero los
diputados son 120… ¿Dónde estaba el resto de los 28 diputados? Al menos
13 diputados de “oposición” no estuvieron donde debían estar para votar.
Para eso se les paga más de 20 sueldos mínimos, por lo bajo. ¿La
Confech seguirá esperando algo de parte de ellos? Abstenerse de votar
puede ser cobardía, pero no ir a votar es cobardía, robo, estafa,
descaro, inmoralidad, burla, webeo…
Uno de los aspectos más perversos que se están dando en nuestro actual
congreso, y que hoy funcionó a la perfección, es el sistema de pareo. Si
falta uno de allá, este se pone de acuerdo para que también falte uno
de acá, así no se rompen “los equilibrios”. En la práctica, el sistema
de pareo es la constatación más burda y asquerosa de que todos los
diputados y senadores aceptan el sistema binominal como legítimo y
válido para conformar el congreso. Ese solo hecho debería bastar para
repudiar nuestro congreso. ¡Y así se hacen llamar nuestros
representantes! Que un diputado PC como Hugo Gutiérrez se pareara con un
diputado de la derecha, con lo que se evitó, hace unos días, comenzar
una reforma al binominal, solo puede dar cuenta de lo podrido que está
el edificio de Pedro Montt en Valparaíso.
Hoy la situación de diputados ausentes (¡aunque algunos estaban en el
Congreso!) o pareados de la dizque oposición fue la siguiente:
PPD
Enrique Accorsi,
Guillermo Ceroni
Joaquín Tuma
Orlando Vargas
Ximena Vidal
Felipe Harboe
DC
Pablo Lorenzini
Eduardo Cerda
Jorge Burgos
Juan Carlos Latorre
PS
Fidel Sepúveda
Radical
Fernando Meza
Otros
René Alinco
Pedro Velásquez
Miodrad Marinovic
Mientras tanto, qué cabe duda que se aprobará la mesquina reforma
tributaria, nada se dirá sobre la ley de lobby y mucho menos contaremos
con nuestros diputados para acusaciones constitucionales serias en
contra de Mayol (ya pasó la vieja), Beyer, por su tranquilo desprecio
frente a las denuncias de lucro en algunas universidades privadas, y,
por supuesto, Hinzpeter, contra quien no bastó ni la muerte de
Gutiérrez, ni el 04 de agosto ni las feroces represiones en Freirina,
Aysén, Punta Arenas, Santiago ni Rapa Nui ni los montajes judiciales por
terrorismo y antimapuche.
Frente a todo esto, se vuelve simplemente incomprensible que algunos
postulen que el actual modelo “se acabó” o, al menos, comenzó a morir.
Al menos en el congreso, lo que ha ocurrido en dos días, apunta a la
perpetuación de un modelo perverso en lo económico, social y cultural.
Así puestas las cosas, yo veo al modelo más sanito que nunca, vivito y
coleando. Igual que a nuestros honorables senadores y diputados.
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