En
Argentina la mediocridad “periodística” convertida en bravuconadas de derecha. Pareció,
alguna vez, “periodista” avanzado (a pesar de un nada simpático estilo de
autoritarismo feudal) y terminó sepultando su prestigio bajo una pataleta
adolecente, rentable.
Su odio itinerante hoy oscila, por una parte, entre
rabietas contra sus pares y, por otro lado, en la metralla bobalicona contra el
Gobierno de Cristina Fernández. Y todo porque no supo ser, o no pudo, referente
de la comunicación crítica. Hoy no es “periodista”, no es académico, no tiene
autoridad moral, no tiene capacidad crítica seria. Se hace llamar igual que el
grupo de producción televisiva al que más odia. Un Paracelso de la mediocridad…
la crema y Lanata. Con la falta que hace la crítica seria en manos de
periodistas serios. Fue uno de los fundadores del periódico página 12.
En el
margen de simplismo ideológico, que le deja su servilismo ante la oligarquía
mediática argentina, (de suyo todo lo pedante e insoportable por heredera del
militarismo golpista) Lanata se mueve como pez en el agua turbia de sus
envidias infantiles. El “periodismo de investigación”, que alguna vez cacareó
como máximo desafío del oficio, es lo que menos le interesa y lo que menos hace.
El “periodismo” resultó ser un pretexto para escalar las cumbres de su
egolatría ayudado con dinero de los oligarcas golpistas que una vez el propio
Lanata definió como “demonios”. Hay documentos audiovisuales incontestables.
Desde
luego que Lanata puede hacer con su vida y obra lo que mejor plazca a sus
intereses y los de sus jefes. El individualismo y el “democratísimo”
convenenciero da para esas y mil garantías burguesas. Lo que no puede hacer es
insistir en engañarnos con que su “trabajo” es “periodístico” o que su estilo
bravucón y su mediocridad hay que tragárselas como denodado regalo de
profesionalismo. En el mejor de los casos, de cabotaje, lo llamativo de su obra
alcanza para que acumule el desprecio de sus discípulos y el amor de los patrocinadores
ilusionados con un “rating” morboso de eficiencia cero.
Lo peor
es que el ejercicio de la crítica periodística, que es realmente necesario en
un país como Argentina (poco acostumbrado a tal ejercicio) tiene agendas
realmente importantes y urgentes, y a las cuales, métodos paupérrimos,
revanchistas y mafiosos como los de Lanata, son incapaces de aportar una sola
idea inteligible. Los, de verdad periodistas, son absolutamente necesarios en
el momento histórico que viven los argentinos. El periodismo de la verdad, con
bases científicas y con alcances históricos es fundamental, porque comienza por
no ser complaciente, especialmente con los oligarcas golpistas que hoy
extienden sus cheques a Lanata. Es una verdadera Lástima por la que no
derramamos una sola lágrima. Hace falta un periodismo serio que Lanata traicionó
según demuestra su decadencia presente.
No se
trata de golpear a un pobre hombre que ha caído en la desgracia del arribismo
asalariado por oligarcas. Se trata de no caer en el enredo ideológico de una
mafia que concentra medios para descarrilar democracias y que tiene por
santones primordiales, en sus corazones ideológicos, a uno de los peores
dictadores que conoce la historia contemporánea. Servir a eso es simplemente
imperdonable y no importa el repertorio de las payasadas que se pueda inventar
“creativamente” para justificar semejante espectáculo decadente y mediocre.
Cuantos más aspavientos hace, más se hunde en el pantano de su mediocridad. Son
parafernalias de la ideología de la clase dominante para engañar despistados.
No deja
de ser bochornoso ver cómo, quien se pretende referente creíble para la opinión
pública argentina, se revuelca en los charcos de vanidad miserable que le
concede en sus pantallas una de las más degeneradas corporaciones mediáticas de
América Latina (El Grupo Clarín). No deja de ser doloroso ver cómo recurre a
las más desesperadas coartadas un hombre urgido de aplausos y risotadas a cual
más soeces y de inteligencia paupérrima. Es, también, una lástima. Nadie debiera
hacer semejantes cosas por vanidad ni por dinero. Descontado queda que sea por
poder político porque sus jefes nunca se lo darán. Tan pronto se vuelva inútil lo
echarán como ya antes se lo han hecho. El no aprendió y eso es terrible.
Una
lista larga de programas televisivos ha hecho abuso de estilos bravucones
pretendidamente “progres” por su insolencia o su irreverencia. Ese truco se ha
manoseado hasta la nausea bajo el supuesto de que con el modo majadero basta y
sobra, mientras, el contenido se diluye entre palabrería efectista y anuncios
publicitarios. Lanata sucumbió bajo el peso de su mediocridad y su ignorancia
supina. Lo derrotó la chabacanería, la simplonada y la superficialidad de la
farándula periodística. Demostró que nunca entendió la importancia y la riqueza
del periodismo y se ahoga en envidias miserables. PPT le ganó la mano y no
logra asimilarlo. Por eso les copia el nombre. Cree que todo el que le hace ver
sus miserias es “oficialista”, “tarifado” o “K”. Quedó inutilizado en sus facultades
autocríticas, si las tuvo, y ahora tendrá “fama”, dinero y palmaditas en el
hombro por parte de sus jefes que son nada menos que una de las peores mafias
oligarcas que medran en Latinoamérica. ¿Estará contento? Se nota.
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