RN./ Desde principios del año en curso no se calma el escándalo que tiene lugar en el Vaticano, vinculado a la publicación de documentos secretos de la oficina del Santo Padre Benedicto XVI.
Se trata de documentos con diverso
grado de importancia, pero altamente confidenciales y referentes a un
amplio círculo de asuntos. En este variopinto montón de informaciones
hay telegramas secretos diplomáticos, con información detallada a la
Santa Sede sobre la situación en Japón o Ecuador, la correspondencia
privada del Papa con el general de la Orden de los Jesuítas, el padre
Alfonso Nicolás, el informe de Georg Gänswein, secretario del papa,
sobre su encuentro con el fundador de la orden de los Legionarios de
Cristo. En este informe se torna evidente que Juan Pablo II estaba al
tanto de la orientación no tradicional del citado fundador... Se
menciona en esos papeles el atentado frustrado a Benedicto XVI y mucho
más. A pesar de la diversidad de estos documentos, publicados
ilegalmente, no hay modo de dudar de la autencidad de estos, pues figura
con todo su esplendor el cuño personal de la oficina del Santo Padre, y
en muchos, anotaciones del Papa al margen.
En la segunda quincena de mayo, el periodista italiano Gianluigi Nuzzi presentó el libro Su Santidad. Documentos secretos del Papa.
Tanto el libro, como el arresto del principal sospechoso vinculado a
estas fugas, el mayordomo Paolo Gabrielle, que está sujeto a
investigaciones, avivaron las llamas.
En entrevista a La Voz de Rusia
este autor, reconocido especialista en asuntos vinculados al Vaticano,
señaló que en estos momentos Gabrielle, apodado por la prensa italiana
como “El Cuervo”, continúa siendo el único sospechoso en este escándalo
de la fuga de documentos secretos del Vaticano. Según algunos datos, al
mayordomo papal le espera prisión por un período de un año a seis,
aunque no se descarta que Benedicto XVI lo redima.
Nuzzi
se negó a revelar sus fuentes y declaró que procedió así por el bien de
la Iglesia. Además, negó la acusación de estar inmiscuyéndose en la
vida privada del Papa, citando con conocimiento de causa los artículos
correspondientes del código penal italiano.
“El
concepto de privacidad está muy bien definido en la legislación
italiana. Se puede hablar de injerencia en la vida privada si se tocan
asuntos relativos a la salud de la persona, o se lleva a la palestra
pública información que puede dañar su dignidad, y en los casos en que
se habla con lujo de detalles de la vida sexual de una persona”, afirmó
Nuzzi.
Marco Tozatti, comentarista del periódico La Stampa y que se dedica a los temas del Vaticano, en entrevista al corresponsal de La Voz de Rusia
señalo que, a pesar de que el hurto de documentos de la Santa sede sea
un acto inmoral en sí, los datos contenidos en ellos no revelaron
ninguna información sensacional. Además, Tozatti considera que en el
Vaticano trabaja gente común y corriente: “La iglesia está conformada
por personas, y no por ángeles. En la iglesia podemos encontrar a gente
santa. Pero también a otros que no son tan santos. Eso es algo inherente
al ser humano.”
El periodista discierne con
claridad la reacción ante el escándalo en dos partes: la primera, a
nivel emocional, el hecho del hurto de los documentos, que implica un
golpe al prestigio del Papa. La segunda parte consiste en el real
análisis de los documentos descubiertos. Un amplio círculo de personas
apenas conocen los distintos puntos de vista de los analistas de la
curia sobre diversos asuntos de la política internacional, pero no más.
Sin
embargo, Marco Ansaldo, otro importante comentarista especializado en
temas de Vaticano en los medios de prensa italiana, colaborador del
periódico La Reppublica,
considera que es obvio que la imagen luminosa de la iglesia católica
sufrió a consecuencia del estas dañinas fugas de información. Además, al
golpe estuvo sometido un cerrado círculo de personas de confianza de
Benedicto XVI. Así, uno de los más afectados resultó Tarcisio Bertone,
secretario del Papa, por no haber garantizado el régimen de
confidencialidad de la correspondencia secreta de la Santa Sede.
Otra
posible consecuencia directa de esta fuga, según Ansaldo, es el “cambio
de guardia” de la Santa Curia, donde habitualmente señorean los
cardenales italianos. Debido al presente escándalo y en vísperas de la
renovación de la Curia prevista para finales del año en curso, su
composición puede variar en favor de los representantes de otros países,
lo cual, a su vez, puede incidir en la candidatura del próximo Papa,
que será electo, como es habitual, entre los miembros de la Curia.
Ansaldo
comenta que la estancia de Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger) en
la Santa Sede, ha estado acompañada de una suceción de escándalos, lo
cual no ha favorecido a la iglesia. Se trata de la conferencia del Papa
en la universidad de Ratisbona y la reacción consecuente del mundo
musulman, el caso de Williamson y las consecuentes fricciones con los
representantes del judaísmo; el escándalo vinculado a los casos de
pedofilia de varios sacerdotes católicos y, la última gota, la fuga de
documentos que reveló la irresponsabilidad del secretario del Papa.
Ansaldo considera que la personalidad del Papa lo convierte en un
analista, y confió las riendas de la administración a su mano derecha,
Bertone.
En comentarios a La Voz de Rusia,
el profesor Sergio Romano, uno de los más destacados politólogos de
Italia, subrayó que prefiere vincular la actual crisis de la cumbre
eclesiástica con los aires de los nuevos tiempos que han llegado a la
Santa Sede. El profesor recordó, con todo fundamento, que en los años
sesentas ya el Vaticano fue sacudido por una reforma. En esa ocasión el
Vaticano bendijo la simplificación de determinadas normas de las
liturgias y el uso de las lenguas nacionales, además de derogar
deteminados interdictos eclesiásticos respecto a la vida laica. Romano
vincula la presente crisis a la personalidad del Papa: “Lamentablemente,
carece del carisma de su antecesor”, señala Romano. A pesar de que Juan
Pablo II, según el experto de La Voz de Rusia,
fue responsable del distanciamiento entre el Vaticano y el Patriarcado
ruso. Benedicto XVI ha sido mucho más progresista en ese sentido.
También le costó su visita a Estambul, cumpliendo con la invitación del
Patriarca de Constantinopla.
Romano no cree que el
Papa de Roma abdique, pero concuerda con el criterio de que la actual
crisis pudo haber sido provocada no sólo con la falta de disciplina,
sino también impulsada por las ambiciones políticas de parte del aparato
administrativo eclesiástico. Sergio Romano considera los presentes
sucesos no como una tragedia de carácter univesal, sino como una “crisis
palaciega”.
En tanto, este escándalo, como suele
suceder, tiene un trasfondo oculto. El allegado de Benedicto XVI que
dirigía todos los asuntos administrativos y financieros de la Santa
Sede, llevó a cabo una purga profunda del aparato adnimistrativo. Como
resultado, el presupuesto del Vaticano pasó de tener un déficit de ocho
millones de euros a un superávit de 34, 4 millones de euros en 2010.
¿Qué hubo del “culpable” de la purga? Fue designado nuncio en Washington
con todos los honores y enviado allende los mares. Pero el Papa no se
detuvo en ello. La limpieza interna se ocupó de la administración
incorrecta de asuntos megafinancieros, lo cual condujo a la renuncia de
Ettori Gotti Tedeschi, directivo del así llamado “Banco del Vaticano”,
oficialmente Instituto de Asuntos Religiosos. Y el cardenal Bertone, a
su vez, inició una nueva etapa en las relaciones del Vaticano con el
gobierno de Italia, al cambiar a la persona que cumplía esas
responsabilidades en su aparato directivo.
Por lo visto, con todo esto firmó su sentencia el pobre teólogo alemán, Santo Padre Benedicto XVI.
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