La revolución venezolana, liderada por el presidente Chávez, propugna, conforme a la Constitución de la República, un Estado democrático, social y de derecho, con un pueblo participativo y protagónico, respetuoso de su ordenamiento jurídico, amante y comprometido con los valores superiores de la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, responsabilidad social, la ética, el pluralismo y la preeminencia de los derechos humanos, con respeto a la propiedad privada y social.
De ahí, que toda invasión, sin excepción, es contraria a derecho, y el presidente Chávez ha sido reiterativo en su condena.
No de otro modo se entendería la presencia de la Guardia Nacional para el restablecimiento de la normalidad; eso sí, sin represiones o actitudes violatorias de derechos humanos. Eso quedó en el pasado sin posibilidad de retorno. Hoy prevalece el diálogo unido a la esperanza cierta que Chávez no interrumpirá la Misión Vivienda hasta que cada familia venezolana tenga su casa digna y bien equipada. El Ministerio Público y sus órganos auxiliares, seguramente, habrán abierto una averiguación para identificar a los promotores de las invasiones que, sin lugar a dudas, actúan como ejecutores de esa oposición desesperada ante la ventaja consolidada del Presidente. Recordemos que forman parte de la misma godarria que en abril de 2002, demostró su espíritu y formación anárquica y con un solo acto pisotearon flagrantemente la Constitución con el auspicio de gobiernos extranjeros. Ahora, aprovechando el transitorio estado de salud del presidente Chávez, procurarán acciones tendientes a crear clima de zozobra, de inestabilidad y falta de dirección del Gobierno.
Desde esta columna advertimos a los sectores populares, provisionalmente, carentes de viviendas, que no se dejen sorprender y mantengan su fundada esperanza en que el gobierno revolucionario las hará realidad porque esa oligarquía nunca más los dirigirá. A los desestabilizadores oligarcas los desenmascaremos, y les recuerdo las palabras del Libertador y del propio presidente Chávez, para que no provoquen el torbellino de esta revolución y acepten democráticamente la voluntad del pueblo. Hoy, como ayer, defenderemos los logros alcanzados, con la ventaja que en el presente sabemos de lo que son capaces y más nunca nos sorprenderán.
No de otro modo se entendería la presencia de la Guardia Nacional para el restablecimiento de la normalidad; eso sí, sin represiones o actitudes violatorias de derechos humanos. Eso quedó en el pasado sin posibilidad de retorno. Hoy prevalece el diálogo unido a la esperanza cierta que Chávez no interrumpirá la Misión Vivienda hasta que cada familia venezolana tenga su casa digna y bien equipada. El Ministerio Público y sus órganos auxiliares, seguramente, habrán abierto una averiguación para identificar a los promotores de las invasiones que, sin lugar a dudas, actúan como ejecutores de esa oposición desesperada ante la ventaja consolidada del Presidente. Recordemos que forman parte de la misma godarria que en abril de 2002, demostró su espíritu y formación anárquica y con un solo acto pisotearon flagrantemente la Constitución con el auspicio de gobiernos extranjeros. Ahora, aprovechando el transitorio estado de salud del presidente Chávez, procurarán acciones tendientes a crear clima de zozobra, de inestabilidad y falta de dirección del Gobierno.
Desde esta columna advertimos a los sectores populares, provisionalmente, carentes de viviendas, que no se dejen sorprender y mantengan su fundada esperanza en que el gobierno revolucionario las hará realidad porque esa oligarquía nunca más los dirigirá. A los desestabilizadores oligarcas los desenmascaremos, y les recuerdo las palabras del Libertador y del propio presidente Chávez, para que no provoquen el torbellino de esta revolución y acepten democráticamente la voluntad del pueblo. Hoy, como ayer, defenderemos los logros alcanzados, con la ventaja que en el presente sabemos de lo que son capaces y más nunca nos sorprenderán.
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