(PL) Una encuesta de Dichter & Neira que revela una caída vertical de la popularidad del presidente Ricardo Martinelli con apenas 33,3 por ciento de aceptación entre sus compatriotas, ha remecido hasta sus cimientos al gobierno. "Numeritos hablan", reza un dicho popular, pero además preocupan, y no solamente al mandatario y su partido Cambio Democrático, sino a toda la estructura política de la nación porque los encuestados han sido radicales y muy claros, además.
"83% en contra, lo que cuesta un cheque" |
Los números de la encuesta de febrero de 2012, todos muy adversos a Martinelli, tampoco son favorables para los demás y reflejan la gran encrucijada en la que se encuentra el panameño de pueblo comido por la duda y la incertidumbre.
Ese sentimiento tan negativo se refleja en el dato de que el 54,2 por ciento de los encuestados respondió que no votará por ninguno independientemente del partido que represente cada candidato.
Por supuesto, lo que sirve de base a esa percepción es la mala valoración del gobierno que tienen los panameños y, por extensión, de los partidos políticos, lo cual los sumerge en la incertidumbre a la hora de responderse por quién votar.
Ese embarazo del elector refleja la crisis de liderazgo que vive el sistema partidista nacional, algo que muchos creyeron resolver en 2009 cuando surgió una alternativa nueva con el rimbombante, pero esperanzador, título de Cambio Democrático.
La encuesta de febrero derrumba en importante medida el edificio construido en torno a esa idea del cambio y los compromisos asumidos en la campaña electoral e incumplidos en el gobierno. Son los números los que hablan:
El 83,4 por ciento rechaza la reelección inmediata, es decir, no quieren a Martinelli, 77,4 está en contra de la segunda vuelta, 61,7 califica de mala la gestión del gobierno, 63 desaprueba la labor del Presidente, 85 siente que la seguridad está igual o peor y 80,3 por ciento repudia la actuación en el conflicto indígena.
La encuesta expresa la apreciación de una incapacidad manifiesta del ejecutivo, poca o ninguna transparencia en hechos de aparente corrupción en el manejo de recursos y activos del Estado, y en ciertos casos excesos en el ejercicio de gobernar.
Hay una crisis de credibilidad, según analistas como Mario Rognoni, Ebrahim Asvat y Miguel Antonio Bernal, que se observa en la caída de la popularidad de Martinelli y en los números sobre las intenciones de voto que acompañan a cada aspirante a la presidencia.
Es sintomático que ninguno del montón de candidatos o precandidatos a la primera magistratura del país llegue al 20 por ciento de aceptación de los electores; que uno solo sobrepase el 15, otro el 10 y el resto no alcance ni el 5 por ciento.
En esos números se expresa el gran drama que viven los panameños en estos momentos de cara a las elecciones generales de 2014.
rmh/lma
Ese sentimiento tan negativo se refleja en el dato de que el 54,2 por ciento de los encuestados respondió que no votará por ninguno independientemente del partido que represente cada candidato.
Por supuesto, lo que sirve de base a esa percepción es la mala valoración del gobierno que tienen los panameños y, por extensión, de los partidos políticos, lo cual los sumerge en la incertidumbre a la hora de responderse por quién votar.
Ese embarazo del elector refleja la crisis de liderazgo que vive el sistema partidista nacional, algo que muchos creyeron resolver en 2009 cuando surgió una alternativa nueva con el rimbombante, pero esperanzador, título de Cambio Democrático.
La encuesta de febrero derrumba en importante medida el edificio construido en torno a esa idea del cambio y los compromisos asumidos en la campaña electoral e incumplidos en el gobierno. Son los números los que hablan:
El 83,4 por ciento rechaza la reelección inmediata, es decir, no quieren a Martinelli, 77,4 está en contra de la segunda vuelta, 61,7 califica de mala la gestión del gobierno, 63 desaprueba la labor del Presidente, 85 siente que la seguridad está igual o peor y 80,3 por ciento repudia la actuación en el conflicto indígena.
La encuesta expresa la apreciación de una incapacidad manifiesta del ejecutivo, poca o ninguna transparencia en hechos de aparente corrupción en el manejo de recursos y activos del Estado, y en ciertos casos excesos en el ejercicio de gobernar.
Hay una crisis de credibilidad, según analistas como Mario Rognoni, Ebrahim Asvat y Miguel Antonio Bernal, que se observa en la caída de la popularidad de Martinelli y en los números sobre las intenciones de voto que acompañan a cada aspirante a la presidencia.
Es sintomático que ninguno del montón de candidatos o precandidatos a la primera magistratura del país llegue al 20 por ciento de aceptación de los electores; que uno solo sobrepase el 15, otro el 10 y el resto no alcance ni el 5 por ciento.
En esos números se expresa el gran drama que viven los panameños en estos momentos de cara a las elecciones generales de 2014.
rmh/lma
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