Moamar Gadafi usa los medios y las palabras como bombas. El mismo
día en que los rebeldes libios iban a plasmar en París su victoria
política con la reunión de unos 60 países y organizaciones
internacionales para discutir sobre la ayuda de urgencia y la
reconstrucción de Libia, el fantasmagórico coronel se despachó con una
nutrida salva de amenazas. Gadafi aseguró que no se rendiría
nunca y exhortó a sus partidarios a seguir la lucha.
![]() |
En París se frotan las manos por ta buen negocio |
“No nos rendiremos,
no somos mujeres, y proseguiremos el combate”, dijo el dirigente, que
está escondido desde que el pasado 23 de agosto los rebeldes tomaron el
control de la capital del país, Trípoli. Gadafi agregó que si
“quieren una batalla larga, entonces que sea larga. Si Libia se quema,
¿quién podrá gobernarla?”, preguntó y luego respondió: “Que se queme”.
Protagonistas principales de la operación que puso de rodillas al
régimen de Khadafi y mayores beneficiarios de los contratos que vendrán,
Francia y Gran Bretaña activaron esta conferencia con la intención de
presentar con un rostro legítimo al órgano que agrupa a la rebelión, el
CNT, Consejo Nacional de Transición, y obtener con ello el respaldo de
la aún dubitativa comunidad internacional. Los libios miran
con cierto escepticismo tanto al CNT como a los dos máximos dirigentes
que vinieron a la capital francesa, Mustapha Abdeljalil y Mahmud
Djibril. Si la ayuda de urgencia a un país desfigurado por
seis meses de guerra es el tema oficial de la conferencia tampoco está
ausente la problemática que plantea la construcción de una transición
política en una sociedad que carece de toda referencia a la cultura y
las prácticas democráticas. En este contexto, tanto París como Londres
quieren evitar los garrafales errores que se cometieron en Irak luego
de la intervención anglo-norteamericana que puso fin al régimen de
Saddam Hussein.
Según declaró el jefe de la diplomacia francesa a la cadena de radio
RTL, Alain Juppé, hoy se “trata de ayudar al CNT porque el país está
devastado, la situación humanitaria es difícil, faltan el agua, el
combustible y la electricidad”. Sin llegar a dar crédito a las
revelaciones del matutino Libération, según el cual los rebeldes
prometieron mucho petróleo a Francia a cambio de su ayuda, el canciller
francés afirmó que el operativo de los occidentales en apoyo a la
oposición libia era “una inversión para el futuro porque una Libia
democrática será un país que se desarrollará”. Desde luego, quien dice
desarrollo está hablando de buenos negocios. El diario
Libération publicó ayer una carta del Consejo Nacional de Transición en
la cual esta estructura creada a finales de febrero, justo después de
que estallara la revuelta libia, promete a Francia la atribución del 35
por ciento del petróleo libio como compensación al respaldo de París.
Cabe recordar que, en marzo pasado, Francia fue el primer país del
mundo que reconoció al CNT como el “representante legítimo” del pueblo
libio. Portavoces del CNT negaron el jueves esta información, a la cual
calificaron de “broma”. A su vez, Alain Juppé no restó crédito a la
información, sino que, más bien, buscó oficializarla en un buen sentido.
El responsable de la diplomacia dijo que no estaba al corriente de la
existencia de una carta semejante, pero resaltó que, desde el
principio, el CNT había dicho “muy oficialmente” que, cuando llegara la
fase de la reconstrucción, se dirigiría “preferentemente a quienes lo
respaldaron”. Para Alain Juppé, esto es “bastante lógico y bastante
justo”.
Por lo pronto, unos 30 jefes de Estado y de gobierno se desplazaron este jueves a París. Washington
envió a la secretaria de Estado norteamericano, la infatigable Hillary
Clinton. París se puede frotar las manos, no sólo por los buenos
negocios en perspectiva, sino también porque logró atraer a la capital
francesa a representantes de dos países, Rusia y China, ambos miembros
del Consejo de Seguridad de la ONU, que habían manifestado serias
reservas ante la intervención militar occidental que respaldó a los
rebeldes. Moscú recién acaba de reconocer la legitimidad del
CNT, mientras que China sólo aceptó decir que el CNT había desempeñado
un “papel considerable” en la caída de Khadafi. Sin embargo, en el
camino quedó un país rebelde. Se trata de Africa del Sur. Pretoria, que
piloteó las negociaciones con Khadafi que nunca llegaron a nada, sigue
considerando que la resolución 1973 de la ONU, que instauró zonas de
protección aérea en Libia, no implicaba el recurso a la fuerza.
Por ahora, el principal caballo de batalla del Consejo Nacional de
Transición consistirá en pedir el desbloqueo inmediato de los haberes
libios. Se trata de decenas de miles de millones de dólares congelados a
pedido de la ONU. Luego de Estados Unidos y Gran Bretaña, Francia
acaba de obtener la autorización para liberar mil quinientos millones
de dólares de los 7,6 mil millones de fondos libios que detentan los
bancos franceses. Estas cifras bastan como prueba de la implacable
hipocresía de las grandes potencias que juegan con el dinero de las
tiranías mientras los déspotas descuartizan a sus pueblos.
Nicolas Sarkozy le ofreció a la insurgencia libia, representada por
el CNT, el marco ideal: París y una conferencia internacional en la cual
los rebeldes presentan su “hoja de ruta” para la transición, al tiempo
que obtienen el revoque político que les faltaba. La danza de los
contratos y los millones puede comenzar. Las potencias que tantos
ejemplos de democracia dan al mundo hicieron negocios suculentos con el
tirano. Ahora los harán con sus vencedores en nombre de la democracia.