-¿Qué pasó el 6D?
“Lo ocurrido fue la manifestación de un proceso que venía construyéndose y que inevitablemente conduciría a la derrota. Y si no conducía a la derrota, al menos significaría un retroceso político para la llamada Revolución Bolivariana, para la sociedad venezolana y para el movimiento chavista.”
-¿Por qué inevitable?
“No porque se trate de un hecho teleológico o una suerte de maldición pre-escrita, sino porque la construcción del proceso nació torcida, hasta que en octubre de 2012 surgió un proyecto de cambio del Estado. En Venezuela sólo se modificó la arquitectura jurídica, el armado legal, algunos elementos importantes de la vida política (una nueva Constitución), y se modificaron aspectos de la base social que sostienen la gobernabilidad a través de las leyes. Ellas facilitaron mediante la Ley de Tierras, la Ley de Aduanas, la Ley de los Trabajadores y Trabajadoras, y otras, un avance monumental en la sociedad venezolana en el sentido de su progresividad en relación a todo lo conocido anteriormente en el país.”
-Pero ¿cuál consideras el problema fundamental?
“Nunca fue planteada desde el gobierno de manera taxativa la destrucción del Estado burgués y capitalista. El 27 de octubre de 2012, sabiendo que no volvería vivo de La Habana, el Comandante Hugo Chávez le encargó al nuevo gobierno, en la persona de Nicolás Maduro, que derribara de forma inmediata el Estado burocrático burgués, rentista petrolero que rige al país, y que lo transformara sobre sus ruinas en un Estado comunal, fundado en los nuevos organismos que estaban en proceso de desarrollo, que el 2012 eran muy pocos, y que en la actualidad corresponden a alrededor de 1800 comunas trabajando desde el denominado Poder Popular. Chávez, tarde, pero inteligentemente frente a la percepción de los peligros que sufría su gobierno, descubrió que si no se modificaba el tipo de Estado, que no sólo es el aparato político, el chavismo iría lamentablemente a su destrucción. Lo segundo no lo dijo, pero surge como consecuencia lógica de la primera definición que hizo; a saber, la necesidad urgente de cambiar el Estado. De lo contrario, sólo sería un capricho sustituirlo.”
“Lo ocurrido fue la manifestación de un proceso que venía construyéndose y que inevitablemente conduciría a la derrota. Y si no conducía a la derrota, al menos significaría un retroceso político para la llamada Revolución Bolivariana, para la sociedad venezolana y para el movimiento chavista.”
-¿Por qué inevitable?
“No porque se trate de un hecho teleológico o una suerte de maldición pre-escrita, sino porque la construcción del proceso nació torcida, hasta que en octubre de 2012 surgió un proyecto de cambio del Estado. En Venezuela sólo se modificó la arquitectura jurídica, el armado legal, algunos elementos importantes de la vida política (una nueva Constitución), y se modificaron aspectos de la base social que sostienen la gobernabilidad a través de las leyes. Ellas facilitaron mediante la Ley de Tierras, la Ley de Aduanas, la Ley de los Trabajadores y Trabajadoras, y otras, un avance monumental en la sociedad venezolana en el sentido de su progresividad en relación a todo lo conocido anteriormente en el país.”
-Pero ¿cuál consideras el problema fundamental?
“Nunca fue planteada desde el gobierno de manera taxativa la destrucción del Estado burgués y capitalista. El 27 de octubre de 2012, sabiendo que no volvería vivo de La Habana, el Comandante Hugo Chávez le encargó al nuevo gobierno, en la persona de Nicolás Maduro, que derribara de forma inmediata el Estado burocrático burgués, rentista petrolero que rige al país, y que lo transformara sobre sus ruinas en un Estado comunal, fundado en los nuevos organismos que estaban en proceso de desarrollo, que el 2012 eran muy pocos, y que en la actualidad corresponden a alrededor de 1800 comunas trabajando desde el denominado Poder Popular. Chávez, tarde, pero inteligentemente frente a la percepción de los peligros que sufría su gobierno, descubrió que si no se modificaba el tipo de Estado, que no sólo es el aparato político, el chavismo iría lamentablemente a su destrucción. Lo segundo no lo dijo, pero surge como consecuencia lógica de la primera definición que hizo; a saber, la necesidad urgente de cambiar el Estado. De lo contrario, sólo sería un capricho sustituirlo.”