Aunque suena a eufemismo, el sello de “Estado Fallido”, que califica el
desempeño del Estado burgués y sus Gobiernos en México, tiene el valor
provisional de servirnos para hacer un recuento de fracasos y traiciones
propias de un Estado que, por definición, sucumbió a los embates coloniales del
imperio yanqui. Ha sido incapaz de cumplir con sus propias mentiras.
La
soberanía ha sido asesinada. Hay que recordar: no merece esperanza alguna el
Estado burgués que sólo tiene el destino que Marx ya definió hace tiempo.
Tampoco abriguemos confianza en un Estado de gerentes, impuesto por la vía del
fraude, para entregar recursos naturales, para regalar la mano de obra, para
reprimir a la clase trabajadora y para hundir al país en un modelo de
alienación y humillaciones ya inmarcesibles.
Era de esperarse desde su origen. Es “Fallido” el Estado burgués en
México porque es incapaz de garantizar la defensa del territorio y la defensa
de los recursos naturales. Es “Fallido” porque es incapaz de garantizar la
democracia. Es “Fallido” porque es incapaz de garantizar el ejercicio
independiente de la Justicia. Es “Fallido” porque es incapaz de frenar al
“Crimen Organizado” y su metástasis en todas las estructuras sociales y
culturales del país.