Sale de las gargantas, en plena movilización, la necesidad de elevar
las exigencias porque la sordera gubernamental (con Peña Nieto comandando la
indiferencia) ni puede, ni quiere, ni le importa entender y atender el dolor,
la furia o la demanda de justicia para el pueblo mexicano.
¡Huelga Nacional! Claman
muchas voces para el 20 de noviembre de 2014. ¡Huelga Nacional! Exigen muchos
para hacer visible la fuerza y la dignidad de un pueblo que, además de estar harto,
tiene muy en claro que, en la situación actual, una parte fundamental de la
fuerza es la capacidad de análisis, de organización y de acción transformadora muy
bien razonadas. Los pasos en falso son suicidas.
¿Puede ser derrotada una inmensa mayoría por una inmensa minoría? Si.
La diferencia está en la organización, en la claridad y la calidad de las
acciones emancipadoras. El gobierno del fraude PRIANRD-TELEVISA carece de
consenso y todo lo que hace es provocar un estallido social manipulando electoreramente las matanzas y
desapariciones en Tlatlaya y Ayotzinapa que tienen antecedentes macabros no sólo
en toda la geografía de México sino en toda su historia reciente. A eso se suman
“declaraciones oficiales” indolentes, irresponsables, marrulleras, inexactas e
inciertas. Dinamita pura destilada por la torpeza o por algunos planes para
arreciar la militarización de México y la suspensión de todas las garantías individuales
y sociales. ¿Acaso para pedir intervención militar yanqui en un territorio que
ellos suponen como su “zona de seguridad”.
Es hora de encender alertas en la moral de la lucha y hora de encender luces
tácticas y estratégicas. En manos del pueblo. México está pariendo nuevos líderes
en la refriega de la dignidad contra la putrefacción del sistema, no necesita
de los cabecillas demagogos o
reformistas que merodean las movilizaciones aguardando la oportunidad de dar el
zarpazo arribista que tanto les conocemos. México debe convocar a las bases honestas,
que las hay, en muchas organizaciones políticas o sociales para abrir una etapa
nueva de Asamblea Nacional que dé alimento y dirección a la necesidad de abrir una,
dos… mil huelgas nacionales eficaces y eficientes.
La movilización democrática exige castigo a los culpables, presentación
de los desaparecidos y clama ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!. No son
exigencias ingenuas, no son gritos en el desierto… son convocatorias a la lucha
que en lo particular expresan lo general. Nadie puede hacerse tonto con eso. Pero
resultaron insuficientes porque quedó al desnudo un crimen de Estado monstruoso
que conduce a exigir la renuncia de Peña Nieto en boca de un pueblo consciente
de que es urgente un cambio político desde las raíces. No sólo un cambio de
fachada. Eso implica mucho más que sólo la protesta.
La idea de sacar a Peña Nieto
por las vías democráticas que el pueblo soberano decida, implica necesariamente
–urgentemente- establecer un rumbo, un qué poner en su lugar en el corto, en el
mediano y en el largo plazo. Nadie quiere un títere nuevo, un pelele nuevo. Nadie
quiere otro paladín de narco. Nadie
quiere más sangre, más violencia ni más dolor. Nadie quiere reformistas que
dilaten los cambios (como es su vicio) y nadie quiere otro representante de lo mismo.
¿Qué ponemos?
Primero una Asamblea Nacional de la mano de los padres y los
estudiantes de Ayotzinapa, de los padres y los estudiantes de todo México
apoyados por los obreros, por los campesinos y por los estudiantes de todo el
país con un acuerdo de rigor absoluto contra el protagonismo individualista de
los “esclarecidos” y el sectarismo de mafias burocráticas arribistas. Si ha de
ser nuevo, que lo sea necesariamente
por la legitimidad de los liderazgos nuevos y por la fuerza de acción ordenada
de las masas que los eligen y acompañan desde abajo. Eso si que es lo nuevo. Asamblea
Nacional que pacte la revocación directa del que no “mande obedeciendo”. Revocación
instantánea del que desprecie la unidad de las bases y revocación inmediata de quien
enturbie decisiones políticas o administración de recursos.
Asamblea Nacional que debe ser capaz de blindarse contra quienes no aprendieron de la historia y que pretenden
decidir, sin consulta, una vía de lucha violenta que justificaría una acción
represiva que tanto anhela hoy Peña Nieto y sus jaurías criminales. Sería
convertirlo en héroe del sistema. No podemos
cometer semejante error. El clamor de la Huelga General dirigida por una
Asamblea Nacional popular ha de convocar a elecciones democráticas en un plazo
breve para dar espacio formalizado a los liderazgos participativos en la conformación
de un Estado nuevo, esta vez soberano, capaz de reivindicar su historia toda y
su futuro íntegramente. Algunos se
preguntan si el imperio yanqui permitiría eso pero ese imperio, derrotado mil
veces por los pueblos como Cuba, Vietnam, Irak… no es intocable, no está en su
mejor momento y es nuestro enemigo más peligroso. No vamos a pedirle premiso
para ayudar a destruir al capitalismo. En México podemos caminar, con pies propios,
el camino nuevo para completar nuestra independencia y nuestra revolución. Hay
pueblos hermanos apoyándonos. Nada hay más importante.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Universidad de la Filosofía
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