Es crucial quebrar el dominio imperial de USA, y especialmente del
Capitalismo, para que eso que llamamos hoy “multipolaridad” o “mundo pluripolar”,
no se convierta en multiplicación de imperios. Quizá no pocos en la “Casa
Blanca” echan sus barbas a remojar y se enteran de que el “mundo multipolar” avanza
como una realidad irreversible. Por eso la estrategia de los yanquis es
descarrilar, a cualquier precio, todo ascenso expresado por un conjunto de
países llamados “emergentes”. No será el miedo a la obviedad lo que silencie
las aclaraciones de combate.
En su defensa el imperio yanqui negocia todo pensando en los intereses suyos y los de sus secuaces, hasta
darle a la “multipolaridad” el rumbo que el capitalismo requiera. Que todo
cambie para que nada cambie. La “multipolaridad” de la que algunos hablan, sin
adjetivos rigurosos, corre el peligro de ser sólo un maquillaje de ocasión para
un sistema macabro que se sustenta en la hegemonía de la industria militar
yanqui, en su crimen organizado y en sus máquinas de guerra ideológica. Y se sustenta,
claro, con el servilismo y la complicidad de las jaurías asesinas que han secuestrado
gobiernos en todo el planeta.
Un mundo “multipolar” en paz, sin explotados, sin hambre, sin clases
sociales… sólo puede ser conquistado por quienes luchan para contribuir a
enterrar al capitalismo y por quienes luchan por el reino de la justicia
socialista. Es crucial tener muy claro, esclarecer, que debemos protegernos y
atacar, al mismo tiempo, para defendernos de un colonialismo “multipolar” nuevo.
Hay que romper sus paradigmas económicos y culturales que son vertederos de lógica
imperial y arrogancia burguesa. Esclarecer es desactivar las formas del engaño
por más “ilusionista”, “generoso”, “progresista”… que se disfrace, porque se
trata de inoculaciones de “falsa conciencia” dirigidas contra los pueblos, en
todo el mundo y, muy especialmente, contra las iniciativas emergentes del Sur,
que deben asumir sin engaños el rol emancipador que están obligadas por
exigencia de los pueblos.
Esa idea de lo “multipolar” a nivel planetario no se consigue sólo con “Bancos”
nuevos; no se arregla entre “convenios de cooperación” ni con abrazos efusivos o
apretones de manos diplomáticas. Está en medio el debate capital-trabajo y, de
cómo se lo asuma y desde dónde, veremos la eficacia y la eficiencia de todas las
intenciones que hoy se mueven con las
banderas del a “multi” o de la “pluri” polaridad. Está la Historia horrenda y dolorosa a que ha sido sometida
la humanidad por la barbarie y el despilfarro de las clases dominantes ahora
multiplicadas, exponencialmente, por el capitalismo. Si la “multipoaridad” resulta
ser un tapete nuevo debajo del cual
se escondan todos los muertos del capitalismo; si opera como un silenciador térmico para desterrar del diccionario
político de los pueblos la palabra socialismo o comunismo… entonces esa “multipolariad”
corre, también, el peligro de ser un gran laboratorio de palabrería anestésica especializado
en fabricar dosis de reconciliación de clase y desmemoria macabra, sólo que con
fachadas “multi” o “pluri”. ¿Habrá que recordar que quien se olvida de la
Historia es candidato a repetirla como comedia patética?
Ya con la retórica de la “globalización” nos tundieron sin clemencia y
no seremos tan irresponsables de no exigirnos hoy explicaciones semánticas y políticas
suficientes para que la “multipolaridad” no sea un espejismo burgués de género
nuevo, ideado por los “think tanks”
de moda en el “top ten” del saqueo y
la explotación “revival”. Importa muy poco qué pasaporte posea el
capitalismo, qué banderas flamee o qué himnos cante. Lo mismo da que sea yanqui,
ruso, chino o brasileño. A cual más el capitalismo, en su fase superior, tampoco
está muy interesado en parafernalias nacionalistas (aunque lo parezca) y mucho
menos en detalles como las necesidades objetivas ni las identidades o las tradiciones
épicas de los pueblos en lucha. En las guerras inter-burguesas no existen “buenos”
y “malos”… todos son feligreses de la propiedad privada y de la acumulación del
capital. Y la clase trabajadora aparece condenada siempre a pagar esa pachanga.
No vamos a engañarnos.
Pero el peligro de la confusión
(hasta no tener claro de qué “multipolaridad” hablamos o habla cada cual) no anula
la necesidad de quebrar el dominio del imperio yanqui. Tampoco implica cancelar
-o satanizar- cualquier iniciativa, así sea parcial, que permita dar pasos
adelante hacia la soberanía concreta mandatada por los pueblos. Sólo hay que
asegurarnos de que tales pasos se dirijan hacia donde los pueblos mandan y no
aparezcan los piratas reformistas que siempre tuercen caminos y veredas hacia
sus reinos burocráticos plagados con gerentes serviles al capitalismo. La gracia radica en no caer en las trampas
semánticas de las burguesías. La gracia
está en no ilusionarse con falacias ni hacerse esclavo de ellas. Ese error nos
ha costado mucho.
Mejor que la “multipolaridad”, a secas, es la “Multipolaridad” de
pueblos libres, la que nos permita mirarnos fraternal y solidariamente a los
ojos y abrazar un internacionalismo revolucionario que sólo lo es si es de los
pueblos, desde abajo y democrático. Mejor la “Multipolaridad” de la integración
que no esclaviza, la que se hace rigurosa en el combate al hambre, a la explotación
y al saqueo, la “Multipolaridad” que no depreda al planeta ni a los seres
humanos. Es mejor la “Multipolaridad” que no esconde las vergüenzas propias
como a la “loca de la casa”. Es mejor la “Multipolaridad que exhibe las heridas
que el capitalismo le ha infligido y demuestra cómo se lucha contra los males
endógenos y exógenos con un plan emancipador, desde lo económico hasta lo intelectual.
Es mejor la “Multipolaridad” anticapitalista y antiimperialista que no esconde
la explotación de los obreros ni en China, ni en Rusia ni en donde exista. Por
esa “Multpolaridad” de los pueblos emancipados es que se lucha desde hace mucho
tiempo, es la que anhelan quienes luchan por la unidad internacionalista del proletariado
mundial y es la “Multipolaridad” en la que nada tenemos que perder. Saquemos
cuentas.
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