Saben
perfectamente que se realizan las olimpiadas cada cuatro años. Saben que se
trata de competencias muy diversas con desafíos enormes y de “alto rendimiento”.
Saben que todos los deportistas, con sus equipos de apoyo, acuden dispuestos a
enfrentar lo excepcional de cada rama deportiva ya sea en conjunto o
individualmente. Lo saben con antelación de contrato leonino y sin embargo cada
día son peores.
Y no obstante, el
empirismo supino del “periodismo deportivo” burgués, no falta con su porte de ignorancia
proverbial abierta, de par en par, y no falta, tampoco, su siempre miserable
calidad léxica. Y entonces se ahogan todos en un mar de adjetivos muertos
repetidos hasta la náusea. Las tomas son tecnológicamente ambiciosas pero la
creatividad de quien las maneja, infectada con una re-manida estética de
estereotipos, mira sin entender y “decora” con música cursi hasta cuando
escupen los “medallistas”.
La regla de oro
es cobrar mucho y gastar nada por trasmitir una ensalada indigesta de eventos, revuelta
con la cuchara de los “tiempos mercantiles”, y hacernos creer que, con eso, ya
estamos “bien informados”. La realidad es irritante porque es ofensiva la petulancia
de las empresas de “comunicación” que nos hacen tragar los rebuznos de sus “locutores”
desnutridos de sintaxis, con vocabularios cada día más mediocres y cada día
peor informados.
Termina siendo
una mueca grotesca que reduce el esfuerzo excepcional de los atletas a una
alharaca en coro de ignorantes convencidos de que sus vociferaciones y su
caudal de palabrería paupérrima, son la clave que “emociona” e “ilustra” a las
masas ignorantes que, desde luego, deben pagar por semejante espectáculo de
mediocridad. Así es el capitalismo. Todo.
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