lunes, 6 de agosto de 2012

El tamaño del liderazgo moral. (Fernando Buen Abad Domínguez)

Muy lejos de las deliberaciones metafísicas que proliferan a mansalva para enturbiar el sentido de la Moral y su importancia en la vida diaria, los pueblos en lucha forjan su propia Moral revolucionaria, sus principios y fines teóricos, y con ello, la nueva axiología de la transformación que tiene por meta una humanidad nueva.



Eso es una de las asignaturas que enfrenta ahora mismo el pueblo venezolano que impulsa el camino al socialismo.
Pensar libremente no es sinónimo de pensar erráticamente. Las palabras son dinámicas y sus significados múltiples, no por obra y gracia del individualismo o del racionalismo, sino de la lucha de clases que es motor, también, de la historia de los contenidos y de las semánticas.

El concepto de moral, no es único ni perenne. Se transforma según la clase que lo produce y es parte de las grandes luchas emancipadoras de la humanidad que se han manifestado, incluso, en contra de un modelo de moral hegemónica, clasista, represiva e inhibitoria. Por la emancipación de la moral contra toda garra explotadora, también se ha derramado mucha sangre. La moral no es territorio privado ni latifundio de premisas “extraterrestres”. La moral es competencia indiscutible de lo objetivo, de lo concreto, de los dichos y de los hechos. No acepta atenuantes dogmáticas… ni escapatorias de sotanas.
Todo lo contrario, una moral para la emancipación, que debe ser también moral emancipada, y eso consiste, fundamentalmente, en potenciar y liberar los caudales de principios, creencias y saberes que dan a las conductas energía de acción a sus razonamientos concretos.
Ahí habita el derecho a la vida digna; el derecho al trabajo des-alienado; el derecho a la educación emancipadora; los principios de la justicia socialista... es decir de los valores de la felicidad en su mayor suma de calidades y cantidades para todos. Por eso es parte fundamental de una revolución socialista macerarse en los elixires de su moral como factor decisivo de la nueva confianza colectiva, de la nueva autoridad y de los nuevos preceptos con que una sociedad basada en justicia social, avance hacia al “poder comunal”, poder del pueblo organizado democráticamente, superando el lastre de la democracia burguesa, como factor moral decisivo.
El socialismo es también una revolución dela moral.
En el programa de gobierno que Hugo Chávez presenta a discusión como base del futuro que requiere Venezuela, habita interlineada una nueva definición de moral revolucionaria. Los “preceptos” de una moral revolucionaria no son un decálogo pétreo sino pensamiento dinámico producto de la revolución permanente.
Esa definición es parte de la exigencia de perfeccionar el socialismo, es parte de la urgencia de garantizar “el no retorno” y es parte de la exigencia, mediata e inmediata, para garantizar el avance del país como “potencia” de nuevo género. Sin moral revolucionaria y socialista es impensable tal avance. Hay que estudiarlo. Sin evasivas.

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