WikiLeaks en el ojo de la
tormenta diplomática Repudiemos, mundialmente, toda amenaza contra el gobierno
ecuatoriano y sus embajadas. Por su
propia iniciativa, y definición, la tarea de Assange -y WikiLeaks- debe ser
tomada con pinzas científicas y con escepticismo sistemático. No hay otro modo
de entrarle seriamente.
En la
muy cerrada batalla que urge dar contra los monopolios de la información a
nivel planetario, la estrategia de Assange ha implicado avances y retrocesos
diversos. Por una parte su “metodología” logró liberar esa información “clasificada”
que suele usarse como mercancía del poder para traficar influencias, traficar
desestabilizaciones, espionajes y calumnias a granel y aunque eso por nadie era
desconocido, la parición de “documentos” probatorios abre un espacio de lucha
política inédito. Por otra parte, en su cantidad y densidad, el “aporte” de
Assange deja muchas fisuras y no siempre es fácil validar los dichos ni
verificar loa hechos aludidos en muchos de los mensajes “revelados”. Eso no se
traduce, siempre, en fortaleza para el combate.
Romper
los monopolios de la información exige trabajar, simultáneamente, en frentes
diversos. Uno de ellos, por ejemplo, es el campo jurídico donde se requieren doctrinas
constitucionales, e inteligencia reglamentaria, para impedir que la Información,
su democratización, sus fuentes y responsabilidad social, no sea reducida al
plano de las mercancías con las que el capitalismo especula, agrede y engaña a los
pueblos. Se requiere un gran proyecto educativo impulsado por organismos internacionales
y democráticos en los que prime el desarrollo científico de un protocolo
metodológico abierto tanto para la identificación, producción, divulgación y
evaluación de toda información, así como para cualquier otra relación en que
esa información, por su naturaleza social, involucre relaciones entre personas
o tecnologías.
Hace falta una lucha política fundada en
el desarrollo de estrategias éticas consensuadas abiertamente. Hace falta una
transformación política que transforme la cultura de la producción informativa
y re-catalogue todo el modelo burgués que la entiende, incluso, como arma
extorsiva muy rentable. Es necesario demarcar campos de interés y calificar la
producción de información como una actividad con responsabilidad política
ineludible y susceptible de sanciones sociales muy claras y muy puntuales. Eso
incluye a los “noticieros” tanto como a la producción de software y su
trasmisión.
Por ejemplo: CELAC podría contar con la Red de
Intelectuales y Artistas en defensa de la Humanidad para desarrollar un programa
científico solidario con los pueblos en defensa de la verdad, para profundizar
las políticas de soberanía de la producción informativa e incluso en
materia de distribución democrática de la información. Impulsar un Foro Social
de la Comunicación con un capítulo especializado en producción de información.
Es decir, abordar la ética de manera moderna y socialista, como se debe.
Podríamos garantizar una intervención crítica sobre
todos los problemas y rezagos que pesan sobre las concepciones y prácticas
actuales en materia de información. Exigir así internacionalmente que se
garantice la seguridad social de la información, la vida de los trabajadores
dedicados a ella y la inalienable responsabilidad de poner la cara, el nombre,
la fecha y el lugar de la producción de información. Repudiar todas las
amenazas, chantajes, extorsiones y falsificaciones que son impunemente emitidas
en los medios de las oligarquías. Pero lo mismo hay que hacer cuando la
información es escondida para traficar. Combatir frontalmente toda forma del
delito informativo y comunicacional.
He insistido en la urgencia de una Cumbre de
Presidentes en materia de Comunicación hermanada con un Foro Social de la
Comunicación para debatir y combatir la dependencia tecnológica, el rezago
jurídico político, las falencias terribles en materia nueva doctrina para la comunicación
emancipadora y la formación de cuadros en comunicación y, enfrentar de una vez,
el problema de la soberanía de los contenidos. En este marco la lucha por la
supresión de los monopolios de la información, en todas sus variedades, es tarea
insoslayable y de prioridad especial. No podemos, ni debemos, dilatarnos más.
Soy de los que cree que la decisión de
Ecuador respecto al asilo e Julian Assange debe ser
acompañada continentalmente. Sin eludir las posibles responsabilidades legales
que él tenga en otros ámbitos. Hoy la solidaridad se ha vuelto
crucial debido a las comunicaciones antipáticas del imperio. Es necesario
que los pueblos tomen un protagonismo especial en éste tema y se aproveche el
momento como una oportunidad para la solidaridad incondicional, pero
proactiva, con el gobierno de Ecuador y con su pueblo en lucha. Y
más allá aprovechar la oportunidad para reafirmar luchas anti-imperialistas,
luchas anticapitalistas históricas en un frente donde todos tenemos mucho que
aportar. ¿Avanzamos?
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