sábado, 21 de julio de 2012

Nuevo orden latinoamericano en comunicación. (Fernando Buen Abad Domínguez)

El terreno es difícil y paradójico. Nos ahoga el empirismo. Si no avanzamos hacia un nuevo orden en materia de comunicación ponemos en riesgo buena parte de lo avanzado. Es esa una debilidad y asignatura pendiente y es un frente desde el cual pueden derribarse muchos “puntos de no retorno”.



Una mayoría abrumadora coincide en la necesidad imperiosa de impulsar una revolución comunicacional radical y, no obstante, hay una gran inercia que frena los cambios a pesar de contar con experiencias magníficas y de vanguardia. ¿Qué pasa exactamente?
Seguimos sin asimilar, del todo, que las herramientas de comunicación son auxiliares organizadoras cuya utilidad no radica en contribuir en la construcción de la conciencia en torno a fines comunes.


La burguesía reduce esos fines comunes a sus fines de clase y usa las herramientas de comunicación como herramientas de cohesión ideológica, incluso sobre sectores antagónicos. Ese es su éxito. Nosotros solemos tener una concepción de los medios solo como herramientas de propaganda primaria.
El modelo burgués se ha convertido en una forma ideológica hegemónica que sirve para alienarnos. El resultado es que nuestros intentos, en su mayoría, son imitativos, repetitivos, tediosos y desproporcionados. Salvando las muchas excepciones honrosas. Seguimos corriendo detrás de los formatos mercantiles y de sus razonamientos.
Seguimos comprando fórmulas en laboratorios de comunicación que deslumbran con silogismos de escritorio y oscurecen con resultados en la práctica. Laboratorios donde todos se venden como “genios”. Y nos cuesta muy caro… en todos sentidos.
A contrapelo de las fórmulas fabricadas por medicastros mediáticos están las experiencias comunicacionales populares. Ahí hay propuestas y apuestas reveladoras sobre las que nadie —es decir muy pocos— pone atención.
No se necesita mucho ingenio para describir los resultados comunicacionales extraordinario del pueblo venezolano que derrotó un golpe de estado demencial, con una base de comunicación social calle por calle. Y lo mismo debe decirse del pueblo ecuatoriano, del boliviano… del cubano. Pero describirlo no es sinónimo de profundizarlo y hasta hoy nos hemos quedado siempre en la antesala científica de su conocimiento más hondo. Es un ejemplo de desperdicio de una gran riqueza histórica.
Hoy, México vive un trance doloroso y desafiante contra una historia de fraudes inclementes. Frente a eso, un viento fresco y un aliento de esperanza generosa viene de la fuerza creadora de movimientos juveniles de “Morena” y de “YO SOY #132”, que en desventaja diversa y desafiante, enfrentando los aparatos mafiosos trasnacionales de la oligarquía mediática, han logrado un ejercicio de comunicación revolucionaria inédito y promisorio.
Han sido logros efectivos, inmediatos, creativos y organizadores que elevan la conciencia, activan la movilización y van pavimentando el camino de los cambios. ¿No es eso lo que buscamos? Hay que estudiar.

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