viernes, 13 de julio de 2012

Carta de Manuel Da Roura para el Cura que proclama "Mesias" al Majunche (31/07/2003)

Señor Manuel Díaz Alvarez: Me tomo la libertad de copiar algunas de las frases que usted escribió en el susodicho artículo; frases que constituyen el motivo de esta contestación. Trataré de no sacar palabras fuera de contexto que, de alguna manera, pudieran prestarse a interpretaciones sesgadas. Copiaré párrafos mas o menos cortos que, por si solos, ofrezcan interpretaciones claras y precisas.

Perro huevero recibiendo medalla del Opus Dei
Dice usted que “hace un año, o mas, el Gobierno no se ha metido directamente con algún obispo. Los ataques han sido globales, en forma de escaramuzas e insultos genéricos”. En vista de esto, usted, que afirma pecar de ingenuo y proceder sin malicia en estos asuntos, creyó que las aguas podrían estar volviendo a su cauce y, prosigue: “Aunque siempre pensé que algo se estaba tramando entre bastidores. Algo que monseñor Porras, con la parsimonia pero también con la firmeza que le caracteriza, acaba de poner sobre el asador. Sospecha Porras, y así lo creen muchos (este adverbio “muchos” sirve para todo) que durante este período de reposo ha venido funcionando un laboratorio de investigaciones y confección de sainetes, con el fin de embadurnar luego a figuras claves de la Iglesia. Sin otra finalidad que la de escarnecer y sembrar el desconcierto”. Insiste el señor cura: “A lo mejor, a mi mismo se me adjudicará la paternidad de doce o trece críos, engendrados después de haber sido operado de la próstata. Pero, tras la confusión vendrá la exaltación y revitalización de una familia milenaria que habiendo sido objeto de envidia, ha salido mas airosa de la batalla...” Finaliza el señor cura diciendo que el ataque a la Iglesia por parte del Gobierno solo tiene por objeto embadurnarla y desacreditarla.

Largas han sido las explicaciones del señor cura y, al dárnoslas, no está entregando una clarísima hoja de ruta. Con lo dicho, podemos conocer meridianamente por donde camina nuestro curita y hasta donde piensa llegar. Pero, sobre todo, sabemos perfectamente que Venezuela, a este hombre, le importa un pito.

Parece que el inconsciente de este señor, menos ingenuo que el consciente, le venía advirtiendo por lo bajines que la desconfianza de este gobierno ha de mantenerse en estado de alerta permanente. Y el inconsciente demostró sin lugar a dudas que tenía razón, sobre todo cuando su verdad se ve avalada y confirmada por hombre de tanta sapiencia en estas lides como monseñor Porras. Lo expresado públicamente por el señor arzobispo de Mérida en cuanto a los satánicos planes del gobierno es motivo suficiente para aceptar que algo, y aún algos, se está tramando no solo entre bastidores sino fuera de ellos. Si Porras afirma, la convicción de los “muchos” viene a ser el resultado de una lógica aristotélica aplastante e irrebatible. Hay que convenir en que el silogismo del cura salió redondo. “La desconfianza que monseñor Porras le tiene a este gobierno es compartida por mas de un noventa por cien de venezolanos”, declara absolutamente convencido el señor cura Díaz Alvarez remitiéndonos a la probada veracidad y honestidad profesional de un programa de opinión que no nombra.

Es tiempo de hablar en serio, señor cura del Hatillo. Yo, aunque sin mucho entusiasmo, leo de vez en cuando el “Ultimas Noticias”. Este periódico no me gustaba antes, ni me gusta ahora. Lo que pasa es que en estos tiempos es menos malo que los demás y es mas barato. “Ultimas Noticias” es y ha sido durante muchísimos años un pobre periódico. Solo eso. La mediocridad de este Diario se hace irreversible cuando admite como colaboradores a individuos como usted, a personajes sin el mas mínimo sentido de la sindéresis como Thoddé . Willians Ojeda, cuya envidia y resentimiento se hace cuerpo en todos y cada uno de los adefesios que nos endilga. Sin contar con una larga lista de etcéteras, sin chispa ni garra, quienes solamente pueden trasmitir al lector medianamente formado una buena dosis de asco y, en el peor de los casos, pena, mucha pena.

Señor Díaz Alvarez, no busque usted, consciente o inconscientemente, congraciarse con el señor Porras por muy arzobispo de Mérida que sea. Se supone que usted es un hombre, no un monigote. No use chistes malos queriendo frivolizar el problema que la Iglesia tiene en todo el Mundo en cuanto a desviaciones sexuales por parte de algunos de sus componentes; cosa que, afortunadamente, no nos ha tocado todavía. No invente basura, señor cura, Usted sabe muy bien que el señor Presidente de la República es incapaz de bajezas como la que usted ¡santo varón! Insinúa. Usted sabe muy bien que el señor Chavez no tiene vocación de embadurnador de curas mas o menos rijosos. Digo esto, porque las predicciones apocalípticas del señor Porras, sumadas a la desconfianza que usted demuestra en cuanto a que lo pueden acusar de haber engendrado (aún sin próstata) doce o trece críos, señalan de manera bastante clara de donde la Iglesia espera (y pienso que desea) que vengan los tiros. Todo sirve, señor Díaz Alvarez: es posible que estemos preparando una campaña mediático sexual que, convenientemente dirigida y adobada, culpabilice, como siempre, a los chavistas y a su jefe: Nihil novum sub sole. En Venezuela ya nada nos es extraño y debemos prepararnos para las cosas mas inverosímiles, incluyendo la autoflagelación moral si ello, de algún modo, favorece nuestros intereses políticos y económicos.

Esta, señor cura del Hatillo, no fue la Iglesia en que me formaron. En mis tiempos, usted no llegaría ni a sacristán. Escribe mal y abunda en necedades. Ahora bien, las socorridas tonterías sembradas a voleo en determinado momento y lugar y sobre todo cuando se carece de ideas y honestidad, pueden causar daños irreparables. Lo tonto no necesariamente deja de ser dañino. Esas bobadas que podríamos englobar en lo que otros tiempos se llamaban chismes de confesionarios, pueden convertirse en fuente permanente de odio, rencor, maledicencia y hasta delitos cometidos con la mas “santa” de las intenciones. La religión no debe usarse en ningún caso como arma y, mucho me temo que ustedes, señores de la Iglesia, lo están practicando con harto entusiasmo y demasiada persistencia. El rechazo que ahora están sufriendo por parte del creyente normal y que antes les seguía incondicionalmente no nació por generación espontánea y eso lo saben ustedes muy bien. Nada, da nada.

Tengo ochenta años cumplidos, señor cura del Hatillo, y aún recuerdo como en Agosto de 1936 “pasearon” a mi maestro de primaria Don Jesús Alvaro Lopez Brenlla. Un joven de 25 años. El delator y acusador fue un sacerdote como usted cuyo nombre no voy a decir porque hace ya muchos años que Dios lo juzgó. Cosas como estas se cocinan con demasiada frecuencia en las reuniones de sacristía y en las pláticas dominicales del cura político (mas político que cura).

Señor Díaz Alvarez: leído su artículo y tomando en cuenta aseveraciones tan absurdas, necesariamente uno tiene que pensar que, en este caso, se da una de dos cosas: Que usted cree lo que dice, o que no lo cree. En el primero de los casos, usted es un pobre hombre. En el segundo, usted entra de lleno en la categoría de los miserables y sinvergüenzas. ¡Escoja!.

Dedíquese a lo suyo, señor cura. No haga el ridículo y de gracias a Dios por haber conseguido algo que muy pocas personas de tan escasos méritos alcanzaron: Vivir sin trabajar.




Atentamente


Manuel da Roura

No hay comentarios: