El
candidato-Presidente Chávez ha invocado nuevamente la necesidad de la crítica y
la autocrítica desde el proceso revolucionario, en especial en la gestión
pública de su gobierno: “Si yo
viviera aquí (Barcelona) seguramente me quejaría por el estado de estas calles.
Tienen razón ustedes. Ahora, de todos modos les digo lo siguiente: también
pudiera quejarme por los apagones eléctricos si viviera aquí”.
La evidente
crítica al Ministerio de Energía Eléctrica, al gobernador de Anzoátegui y a las
gestiones municipales del estado así lo ha dejado claro. Este es un ejercicio
que permanentemente está presente en su discurso y reflexión revolucionaria. En
este sentido, y teniendo claro que estamos en campaña electoral y que toda
acción de oposición y gobierno responde a este fin, deseo plantearles la
siguiente reflexión.
Esta campaña
ha adolecido de una discusión trascendente, y es la discusión sobre el tema de la
corrupción. Todos los proyectos ideológicos que se han tratado de implementar
en nuestro país abordan muy someramente el asunto, pero en la práctica adolecen
de una política real y concreta para la solución del problema.
Tanto la IV
República y su representante en la aspiración presidencial: Capriles, como la
revolución bolivariana y su candidato-Presidente han obviado permanentemente la
profundización de un tema que está en boca de todos los venezolanos, dejando de
lado prácticas contundentes para la resolución de un problema de Estado que nos
importa a todos.
En la propuesta del candidato presidente Chávez,
sólo en el objetivo nacional 2.4.1.2 se hace mención a la lucha contra la
corrupción y el burocratismo, mientras que en el programa de gobierno del
candidato opositor no se hace una sola mención al tema.
Sin embargo, más allá de que los candidatos lo
hablen, el pueblo lo siente de manera permanente, y habla sobre el tema quizá
en ocasiones exagerando, quizá en otras cayendo en matrices de opinión creadas
para el desprestigio de algún personaje público; pero lo que es cierto es que
todos tenemos presente el problema, todos sabemos que es un mal cultural, pero
aún nadie ha planteado una acción concreta en el marco de una más estructural;
sólo Chávez ha visto el problema estructural, pero nadie ha ejecutado de fondo
la resolución del problema.
En cuanto a la corrupción en el marco de la acción
política, siempre he afirmado que el PSUV debería hacer un “comisariato
político anticorrupción”, que permita la sanción ética y la destitución
burocrática, a pesar de que no se pueda proceder judicialmente en casos de
evidente complicidad o acción dolosa o coparticipe de la ineficiencia e
ineficacia, pero esto sólo ha quedado en propuestas sin mayor eco dentro de las
antiguas direcciones del PSUV.
Pero mi centro de atención en este momento es quizá
algo que en el marco de la campaña electoral se ha erigido en un debate que
puede sin duda afectar la candidatura de la Patria, como se ha dado por
denominar al candidato Chávez, y es el problema del contrabando de gasolina en
nuestros estados fronterizos.
En concreto y sin rodeos: el chip es parte de la
solución pero no es la solución definida del problema. La solución del
problema del contrabando de gasolina tiene una solución estructural y una real.
La solución estructural pasa por el aumento del precio de la gasolina, asunto
que sabemos inviable por ahora y hasta que no se haga la sustitución de la
gasolina por el gas como combustible matriz de nuestro transporte. La solución
real pasa por la intervención de parte de la Guardia Nacional Bolivariana, la
incorporación del Poder Popular y la Contraloría Social y la integración
plena del monitoreo de PDVSA en el control satelital del transporte.
Todo el
mundo sabe que el contrabando de gasolina es un negocio donde la corrupción de
algún sector de la Guardia Nacional opera abiertamente, enriqueciéndose a
costilla del perjuicio de la revolución bolivariana. Son algunos Generales,
Coroneles, Capitanes y miembros de tropa cómplices y protagonistas del
desangramiento de nuestro país en la frontera en articulación con el ELN en
Apure, con el paramilitarismo en el Táchira y Zulia, y con apoyo interno del
transporte de combustible en PDVSA, y el control de los GPS y los Chips en manos
de la GNBes la filosofía de “Zamuro cuidando carne”.
El mismo
presidente en algún momento estuvo dispuesto a echar mano del problema de
corrupción en algunos niveles de la Guardia Nacional, y sólo se logró un cambio
de denominación sin poder romper la mafia que ha significado el contrabando de
alimentos, gasolina, carros y el gran negocio aduanero de un pequeño sector de
la Guardia Nacional Bolivariana que lamentablemente le hace un daño profundo a
todo el componente y repercute en la imagen de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana.
Pero esto
tiene solución. Invito a nuestras autoridades a conocer la experiencia que en
Guasdualito, en conjunto con el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora se
operó desde el Poder Popular y la Contraloría Social, y que logró resultados
exitosos. Retomemos buenas prácticas y ataquemos los problemas de raíz, eso es
ser radical.
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