Mejor sería que nos bajáramos de esa nube, que nos dejáramos de esos
cuentos sobre el "pueblo engañado", y nos sumáramos a la inmensa tarea
colectiva de darle forma definitiva a la propuesta de gobierno que ha
hecho Chávez para el próximo período.
Después de años de conducta aprendida y de política practicada de acuerdo a la lógica de las dos minorías,
puede parecernos de lo más natural que, luego del discurso del
comandante Chávez el pasado lunes en la Plaza Diego Ibarra, caigamos en
la irresistible tentación de detenernos días, semanas y hasta meses
enteros identificando las fuentes y las partes del
chayotismo-majunchismo, y "alumbrando" al pueblo al respecto.
Como se ha hecho costumbre decir, y la
sentencia cada día adquiere un tinte más triste y demagógico: "porque al
pueblo no lo pueden seguir engañando".
Mejor sería que nos bajáramos de esa
nube, que nos dejáramos de esos cuentos sobre el "pueblo engañado", y
nos sumáramos a la inmensa tarea colectiva de darle forma definitiva a
la propuesta de gobierno que ha hecho Chávez para el próximo período.
Para lograrlo hay que creérselo. Más que
creer, puesto que no hablamos de un acto de fe, hay que apostar porque
sea, efectivamente, una tarea colectiva, precisamente porque se trata de
una iniciativa que no podemos dejar a su suerte.
Lo anterior quiere decir que, lejos de
convertir la propuesta en un nuevo catecismo que habrá de aprenderse de
memoria, para seguir diciendo más de lo mismo pero con nuevas palabras,
tendríamos que someterla al "más amplio y desprejuiciado debate, para
que se le agregue, suprima y corrija, para que se le complemente y
enriquezca", como reza uno de los últimos párrafos del documento distribuido el mismo lunes, mientras el comandante exponía lo que definió como los "objetivos históricos".
Así, parte del tiempo que actualmente
dedicamos a hacerle seguimiento a la candidatura antichavista, tendría
que ser aprovechado para debatir públicamente sobre la otra sociedad que
queremos construir.
Respecto de esto último, no está de más
recordar que construir la otra sociedad ciertamente pasa por
imaginársela, pero este acto de imaginación debe hacerse tomando en
cuenta variables de espacio y tiempo. Caso contrario, es un ejercicio
intelectual inútil.
Por último, para que este debate sea
eficaz, y no su simulacro, que no se quede nadie sin hablar. Así, por
ejemplo, si el comandante Chávez está proponiendo "una profunda y
definitiva revolución en el sistema de administración de justicia, para
que cese la impunidad", para "lograr la igualdad en el acceso" y
erradicar su "carácter clasista y racista", que tomen la palabra quienes
padecen el sistema. Son ellos, y nadie más, quienes nos dirán (y así en
cada caso) cómo traducir en hechos (en políticas concretas) lo que no
podemos permitir que quede en letra muerta.
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