Según Marciano, Chávez “nunca está ausente del debate político” y
este lunes apareció, contra todo pronóstico necrofílico, en medio de una
gigantesca multitud para sellar nueva alianza con su pueblo.
En
su habitual columna Piedra de Tranca, publicada en el Diario Vea,
Marciano asegura que el domingo se inscribió ante el Consejo Nacional
Electoral (CNE) un perdedor, Capriles, y el lunes lo hizo un ganador,
Chávez. De modo que para Marciano lo que sucederá el próximo 7 de
octubre está a la vista. “Y la culpa no es de Capriles, que desde luego
la tiene por no haberse preocupado por acceder a una mínima formación
cultural, sino que Chávez es un contrincante excepcional para
cualquiera”.
Continúa: “Chávez sabe
moverse en el escenario político como Cassius Clay (…) golpea donde
tiene que golpear (…) pega donde duele y pasa la mano, suavemente,
cuando no le interesa maltratar al rival (…) sabe administrar presencias
y ausencias. Desaparece para sembrar la confusión y reaparece para
reasumir la conducción en el momento menos pensado”.
Una
prueba de las habilidades del candidato de la revolución, a juicio de
Marciano, es con qué “dignidad y entereza” enfrentó su enfermedad, cómo
“la administró sin inmutarse, dando la cara, logrando unir en torno a él
un vasto sentimiento colectivo de solidaridad, de afecto, con lo cual
logró desatar un tsunami de amor”, pero además, considera el columnista,
el líder de la revolución bolivariana supo aprovechar la torpeza de sus
adversarios, los “provocó para que convirtieran su enfermedad en tema
central y puso a pelear el odio que movía a la oposición con el amor que
desencadenó el pueblo hacia él”.
Una
oposición delirante, demente, “cebada en su visión miserable de la
vida”, que incluso días antes apostó a que Chávez estuviera físicamente
impedido para inscribirse, en persona, como candidato presidencial. Para
sorpresa de los necrofílicos, “el cadáver revivió hace apenas 24 horas,
en medio de una gigantesca multitud para sellar la alianza con el
pueblo, garantía de un éxito espectacular el próximo 7 de octubre. El
resto de la historia es lo innombrable, lo marginal que queda tras la
apoteosis de una victoria, cuando los derrotados se calcinan en la
frustración y el odio”.
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