lunes, 11 de junio de 2012

El arranque

JVR./ 1 Todas las estupideces que se han dicho, con desvergonzado propósito necrofílico, acerca de que Hugo Chávez no se inscribiera como candidato presidencial, se desplomarán hoy -como siempre ocurre con las especulaciones que se tejen en torno al personaje- cuando lo haga ante el CNE.

Cuando uno escucha las especulaciones, difundidas por los medios, de politólogos, analistas y demás yerbas sobre el estado de salud del Presidente, los partes médicos inmorales que sostienen que camina con bastón o anda en silla de ruedas, o la grotesca afirmación -como siempre, de “fuente cercana al paciente”- de un periodista norteamericano que le da, como máximo, dos meses de vida, la verdad es que no sabe si lamentarse o reír ante tanta miseria humana. Pero lo que en definitiva cuenta en esta pequeña historia de infamias es que Chávez, una vez más, deja mal parados a sus enemigos al inscribirse, seguro que en olor de multitud, con la firme disposición de vencer en los comicios del 7 de octubre. Capriles también lo hizo ayer, con lo cual todo está listo para el arranque de esta atípica campaña electoral.
2 ¿A qué aspiramos los venezolanos de esta competencia? En primer término, que la campaña se desarrolle pacíficamente. Que se excluya la violencia, física o verbal. El pueblo se resiste a la violencia. La rechaza y, por tanto, quienes compiten deben tener la certeza de que la violencia no da votos. Dada la madurez lograda por los venezolanos a lo largo de los múltiples eventos electorales efectuados durante los 13 años de gobierno bolivariano, se impone que la contienda transcurra en un ambiente descontaminado de agresiones y de elementos que estimulen irracionales enfrentamientos.
3 Existe otro aspecto en el actual proceso electoral. Debido a que se plantea un dilema entre dos proyectos, es básico el respeto al árbitro, al CNE. Cualquier campaña tendente a cuestionar su rol, a socavar su autoridad, estimula la desestabilización y revierte contra la posibilidad de que Venezuela potencie la opción cívica y deseche los atajos. Para eso, es indispensable que las partes que compiten siembren confianza en los electores. Que estos puedan votar con la seguridad de que no habrá trampa, que la institucionalidad funcionará y que el fantasma del fraude no existe. ¿Qué se requiere? Algo elemental: que los candidatos, y las fuerzas políticas y sociales que los apoyan, declaren que respetarán el resultado producto del voto del pueblo, procesado por el CNE. Si hay evasivas al respecto, si hay ambigüedad, las puertas se abrirán a los aventureros.
4 El candidato presidencial Hugo Chávez lo confirma a cada momento de manera inequívoca. Igual el Psuv, el Gran Polo Patriótico y los movimientos sociales que lo apoyan. En cambio, el candidato Henrique Capriles elude la respuesta, lo mismo que los partidos agrupados en la MUD y medios de comunicación que le sirven de voceros. Por el contrario, lo que priva en ese sector es una actitud sospechosa respecto a su reacción en caso de derrota. De ahí que no es aventurado decir que lo que viene es impredecible, mientras exista la duda sobre lo que hará la oposición si no es favorecida con el voto popular. La conjetura que circula, de que el argumento del fraude sería utilizado, cobra cuerpo y comienza a envenenar el ambiente. ¿Qué hacer? Lo que tiene lógica: que el país emplace a los candidatos a suscribir un acuerdo de respeto al resultado electoral del 7-O, cualquiera sea este. No hay otra manera de atajar la amenaza. De impedir que la propia oposición caiga otra vez en la trampa de apostar a la desestabilización creyendo que las condiciones están dadas. Ojalá que los sectores democráticos que hay en su seno reaccionen sin temor al chantaje e impidan otra aventura.
LABERINTO
Son incontables los pasos que Chávez ha dado buscando el diálogo. Al comienzo tendió puentes. Incluso designó ministra de Hacienda a una destacada funcionaria de la Cuarta República. Pero la posición adoptada por el adversario -oligarquía, monopolios, transnacionales, estamento mediático, que pretendió convertir a Chávez en su prisionero, frustró el propósito. La respuesta: armar la desestabilización, incinerar las leyes de la Habilitante, pretender que el nuevo gobernante desechara su programa de campaña y asumiera el proyecto neoliberal que colapsó, política y económicamente, al país…
Luego vino la aventura golpista, 11-A, sabotaje petrolero, guarimbas, terrorismo. Pese al clima, Chávez siempre buscó dialogar. Propuso acuerdos al sector empresarial y mantuvo contactos, con propósito disuasivo, buscando acuerdos. Pero la maquinaria golpista estaba en marcha y todo fue inútil…
La propia madrugada del 13-A, en su histórica alocución a los venezolanos, Chávez propuso diálogo, dejo sin efecto las medidas sobre la dirección de Pdvsa y llamó a la reconciliación nacional…
Pero ¿qué ocurrió? Que el llamado presidencial cayó en el vacío. La directiva de Pdvsa reincorporada encendió los motores del sabotaje que culminó en el paro de 62 días que le costó al país pérdidas por más de 20 millones de dólares. Incluso, la comisión que designó para iniciar conversaciones con los sectores opositores -hasta los que participaron en el golpe contra la Constitución y disolvieron los poderes públicos-, fue descalificada y condenada al fracaso. Una reunión de Chávez en la casa del ministro de Defensa en Fuerte Tiuna con destacados voceros de la oposición y una representación del clero corrió igual destino: el desprecio y el señalamiento de que la actitud del Presidente obedecía a que se hallaba desesperado y buscaba una tregua para impedir su caída. El desarrollo de los acontecimientos demostró el grave error del liderazgo político, económico, social y mediático de quienes se oponían al proceso bolivariano…
Hay otros momentos en los cuales la vocación dialogante de Chávez se ha manifestado. La amplitud con que Chávez maneja -con temeraria laxitud que roza la impunidad- los casos de aquellos que han conspirado contra el orden democrático y violado la ley, involucrados en hechos de sangre e intentos de magnicidio, a través de medidas de gracia, amnistía, indultos, expresan una disposición permanente a resolver conflictos con sentido humano y respeto a la legalidad democrática (no represiva), con lo cual establece clara diferencia con la conducta que caracterizó a los mandatarios de la Cuarta República…
Hago estas consideraciones para destacar un nuevo paso de Chávez en la línea de privilegiar el diálogo. Un planteamiento del presidente de la CEV, monseñor Diego Padrón, obispo de Cumaná, y otros obispos para relanzar la relación Estado-Gobierno y la institución eclesiástica, fue atendido por el presidente. De inmediato, giró instrucciones para que el vicepresidente Elías Jaua; el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello; el canciller Nicolás Maduro y el suscrito comenzáramos un diálogo esclarecedor, positivo, encaminado a limar asperezas y a poner en marcha una relación fecunda que facilite la atención de problemas sociales; que en el terreno político trabaje para descongestionar el proceso electoral de tensiones y logre un acuerdo de respeto al resultado electoral de 7-O, cualquiera sea el ganador. La primera reunión se hizo en La Viñeta, en un ambiente de cordialidad y mutuo respeto, se prevén otras para escalar la nueva situación. Sin duda, una demostración de que es posible, cuando impera la buena fe y la voluntad de entendimiento -más allá de diferencias- que los venezolanos nos podamos reencontrar.

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