Nicmer Evans. / La
lucha del 7 de octubre es: un candidato Capriles reeditando un proyecto
neoliberal disfrazado de “progresista”, que significa mayor pobreza para los pobres
y mayor riqueza para los ricos, versus la profundización de un proyecto
socialista y bolivariano, con un amplio compromiso social, que tiene por
convicción fundamental diferenciarse del fracaso neoliberal.
Sin embargo, me permitiré por un momento dejar de lado este asunto, asumiendo que las proyecciones actuales dan como un hecho que el pueblo venezolano de manera mayoritaria sigue apostando por la segunda vía, y me concentraré en el debate interno del proceso revolucionario.
Al
asumir lo antes mencionado como base de un conflicto de clases que ha tendido
en Venezuela a ser dominado por la mayoría sobre la minoría en los últimos 14
años, además por vía democrática, el gran dilema de la actualidad es definir
claramente cual es la interpretación o corriente de pensamiento que predomina
en cuanto a la concepción de Estado, de gobierno y de las relaciones sociales
de producción dentro del mismo socialismo bolivariano.
Es
sencillo, dentro del proceso socialista y bolivariano, entre los diversos
matices que existen se polarizan dos corrientes claramente definidas en sus
estilos y formas; una primera corriente que con base en las experiencias del
socialismo del siglo XX, en específico en la aplicación del capitalismo de
Estado, asumen que está la estrategia más idónea para el desarrollo industrial
que llevará al socialismo de manera inevitable, reeditando la tesis stalinista
de la concentración del poder en el Estado y el partido. Y una segunda
corriente, que asume el desarrollo de fondo del Primer Plan Socialista, donde
la concentración del poder en el Estado es transitorio y tiene como fin
inmediato transferirlo al Poder Popular, en especial en cuanto a las relaciones
sociales de producción, incorporando a las Empresas de Propiedad y Producción
Social en amplias responsabilidades vinculadas a la industrialización del país,
permitiendo a su vez la coexistencia con un sector privado emprendedor, que sin
capacidad de concentración y monopolio de capitales, se desarrolla en función
de la diversificación productiva a través de las PYMES, generando un equilibrio
armónico que supere cualquier pretensión por parte de clases sociales
subalternas de hacer ejercicio o gala del control del poder del Estado, esta
segunda corriente se identifica claramente con la tesis del Estado Comunal.
La
Corriente
del Capitalismo de Estado se encuentra enquistada en las instituciones
públicas, empresas del Estado y algún sector del Partido, y pretenden erigirse
como una nueva clase social burocrática, que concentra todo el poder en sus
estructuras, en detrimento de las iniciativas productivas populares. La Corriente del Estado
Comunal está en desarrollo en las organizaciones populares y comunales, hacen
vida en las comunidades y ocupan pequeños espacios en algunos sectores del
Estado, lo que ha permitido algún cambio de concepción en la relación
Estado-Poder Popular, pero aún no logran generar la transformación del Estado
Liberal Burgués con plena vigencia.
Lo
trascendente de esta discusión está en la futura orientación que desarrolle el
gobierno bolivariano a partir del 2013. Hasta ahora, la mixtura de las dos
corrientes ha sido el predominio en el ejercicio gubernamental. Un Presidente
Chávez, que concentra el poder en el Estado, en algunas áreas neurálgicas y
estratégicos, dando mayor poder a la estructura burocrática del Estado, un
Presidente Chávez que transfiere el poder al pueblo, potenciando los Consejos
Comunales, las Comunas, las Empresas de Propiedad Social, etc., y un mismo
Presidente que facilita permanente recursos para el apoyo, desarrollo y
potenciación de PYMES en todo el país, luchando a su vez contra la
concentración del capital en monopolios.
Interpreto
como tesis fundamental de todo este dilema, que estamos en una transición de
modelo, que no con mucha claridad en su acción, parece tener un objetivo
bastante definido: el desarrollo de un verdadero Estado Comunal, que tiene como
doble problema, desplazar al reducto del neoliberalismo que aún resiste con
poco apoyo pero mucho poder económico en sectores que viven de la confusión del
pueblo y los defensores del capitalismo de Estado, que viven de parasitar en
las estructuras del Estado, de manera inorgánica y basada en el rentismo
petrolero.
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