viernes, 1 de junio de 2012

Capriles se meterá a emo

Clodovaldo Hernández./ “Los problemas de Capriles Radonski son los típicos de la adolescencia”, diagnostica mi nueva politóloga favorita, Eva Ritz Marcano. La miro raro y le digo que no exagere, que el candidato es joven, pero ya va para 40. Eva argumenta: “Todo el mundo está empeñado en decirle cómo debe ser él mismo y todo el mundo piensa que él no sabe ser él mismo. ¿Dime si eso no es un típico problema de la adolescencia?”.

Es verdad: como suele ocurrirle a chamos y chamas, hay demasiados opinadores (madres, abuelos, vecinas, novios, profesores, tías…) metiéndose en la vida del candidato. Es uno de los problemas de la oposición: en sus filas convive tanta gente brillante, instruida, culta, experta, especializada, entrenada y estudiada que cargan loco al muchacho. Le han administrado tal sobredosis de consejos, estrategias, planes de medios, guiones geniales, mapas del tesoro, programaciones neurolingüísticas, inducciones psicológicas, tratamientos conductuales y reingenierías de imagen, que han terminado por convertir al triunfador de las primarias en un manojo de nervios, un orador errático, un contador de chistes aguaos, un retador apocadito, un personaje al estilo de Chauncey Gardiner en Desde el jardín. En fin, una chayota.
Debe ser difícil que cada persona que se te siente enfrente te quiera decir cómo ser tú. Que si di esto y mira pa’llá; baja las escaleras con tumbaíto, estilo Obama; que si no nombres al tipo, que si nómbralo; que si rétalo a un debate; no, mejor rétalo a una carrera de 10 km porque está gordo; que si no, no es bueno que aparezcas corriendo porque las chicas comprobarán que Leopoldo está más bueno; que si di que te vas a casar, que si no, mejor di que tu novia es el pueblo, pero que vas a tener una primera dama aunque sea alquilada; respóndele al carcamal Poleo, no, no le respondas porque ese es un pran y tú no negocias con pranes, o mejor sí, lánzale un tiro con comba para que le dé en la madre a Ramos Allup, que es otro viejo ripioso; ofrece un millón de empleos, no, uno suena poquito, ofrece dos o mejor tres, lo importante es tener una promesa básica de producto; golpea al régimen con el hampa, pero no seas agresivo, que para eso está el otro, el innombrable, pero no le digas así, dile señor Presidente, pa’ que luzcas como un señor y te diferencies; no, al contrario, tienes que parecerte a él y declamar La negra del maraquero, aunque sea en género de neofolklore… ¡Nooooo!, olvídalo, mejor que sea una música ni vieja ni joven, para que te veas auténtico, ¿qué te parece algo de Sentimiento Muerto?
Eva tiene razón: es como ser adolescente. Que nadie se extrañe si uno de estos días se pinta las uñas de negro y se mete a emo. Advertido.

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