Juan Manuel Karg./ Las recientes declaraciones
de Alvaro Uribe Velez, ex Presidente de Colombia, tildando de “asesino”
a Hugo Chávez y manifestando su apoyo abierto a Capriles Radonski de
cara a las elecciones en Venezuela, no son más que el preludio de una
orquestada campaña internacional contra la Revolución Bolivariana.
A esto se le suma la reciente denuncia del ex paramilitar colombiano
Salvatore Mancuso sobre el “pedido” que, tiempo atrás, políticos y
militares venezolanos le hicieron para conformar en Venezuela grupos
cuya finalidad sean dar un (nuevo) Golpe de Estado contra el gobierno de
Chávez.
El asesor del Titanic
El apoyo de Uribe a la campaña de Radonski se da en momentos en los
cuales el gobernador de Miranda comienza a caer en la opinión pública,
luego de un lanzamiento que auguraba un escenario más estrecho a pocos
meses de la elección. Esto fue destacado hasta por la agencia de
noticias Reuters –a quien nadie podría acusar de ¨chavista¨-, que
afirmó, el pasado 11 de Mayo, que “Capriles permanece estancado y lejos
del actual mandatario en la mayoría de las encuestas. En algunos
sondeos, incluso, cayó uno o dos puntos (…) El consenso general entre
analistas, desde Wall Street hasta las universidades de Venezuela, es
que es poco probable que Capriles derrote a Chávez debido a la fuerte
conexión emocional de las personas más pobres con el Presidente
venezolano, la permanente popularidad de sus políticas sociales y el
repunte de la economía”.
Entre 20 y 30 puntos es la distancia que Radonski debe remontar, de
acuerdo a la información que brindan diversas consultoras, para llegar a
Miraflores. Allí puede verse, probablemente, la necesidad de la MUD y
del propio Capriles de buscar asesoramiento “puertas afuera” –algo que
ya habían empezado meses atrás- cuando en la propia Venezuela la
distancia no hace más que agrandarse.
Lobbystas internacionales y asesorados arrepentidos
Es que, a contramano de la política de Radonski de “no confrontar”
durante los primeros meses de campaña, Uribe no hizo sino mostrar
quienes se esconden detrás del gobernador de Miranda: la derecha
internacional y sus lobbistas, enemigos declarados de la Revolución
Bolivariana. Esto ha quedado claramente demostrado en el seminario
“América Latina: oportunidades y desafíos”, realizado en Marzo pasado en
Perú por la “Fundación Internacional para la Libertad”, dirigida por
Mario Vargas Llosa. Allí Uribe había caracterizado a Venezuela como
“nueva dictadura”, concepto que ha vuelto a utilizar esta semana en su
papel de “asesor” –primero exigido y luego autoimpuesto- de la MUD.
La denuncia desbocada del ex Presidente de Colombia se le ha ido de
las manos al propio Capriles, quien, al ver la mala recepción que la
misma había tenido, salió a desmarcarse, al afirmar que “con mucho
respeto, le digo al ex Presidente Uribe (…) que no se meta en el proceso
electoral de Venezuela, porque los venezolanos vamos a resolver
nuestros problemas y no queremos la injerencia de ningún país”. Uribe,
tras esas declaraciones, y con una persistencia llamativa, desoyó a “su”
candidato, afirmando que “mientras haya una dictadura que además
protege a terroristas todos los días opinaremos sobre Venezuela”.
Octubre: perspectivas de los movimientos populares frente al Titanic de la MUD
Por todo lo dicho hasta ahora, podría aflorar una imagen
tranquilizadora en parte de los movimientos sociales y populares frente a
una derecha sin proyección y “estancada”. Esto en parte, por lo que
hemos analizado hasta aquí, es cierto. Sin embargo, también hay que
marcar claramente que la estrategia del imperialismo en nuestros países
ha cambiado pragmáticamente, dependiendo de la coyuntura concreta de
cada lugar. De ahí que el propio Radonski pueda intentar desautorizar a
Uribe cuando incluso lo había “elegido” para asesorar su campaña.
Se hace necesario, entonces, evitar triunfalismos antes de tiempo y
acelerar el despliegue bolivariano de cara a Octubre, fortaleciendo, en
cada Estado y Municipio, las instancias participativas y protagónicas
en pos de defender las conquistas de la Revolución que se pondrán en
juego el 7-O. Allí estarán, de un lado y más allá de cosméticas
diferencias momentáneas, Radonski, Uribe y aquellos lobbistas
internacionales que aún intentan evitar el previsible hundimiento del
Titanic denominado MUD. Del otro, Chávez y el bravo pueblo venezolano,
que deberán seguir afirmando la senda de la independencia, con
soberanía popular y justicia social como principios rectores.
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