Nicmer Evans./ Este
19 de mayo tuve el honor de participar en la IV Asamblea Nacional de La
Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora en la ciudad de Valencia, donde me
solicitaron un análisis de coyuntura y propuestas en torno al Poder Popular y
el 7O. Me permito hacer para ustedes un muy breve resumen de las ideas
presentadas durante cuatro intensas horas de intercambio con representaciones
de todo el país.
En
el contexto político nacional
Seguir pasando del yo Chávez al nosotros
Chávez. Nuestra revolución es Chavista, con pretensión de avanzar al
socialismo. Un problema estructural de nuestro proceso revolucionario es que
para ser socialista debe superar el personalismo político, pero la otra verdad
es que para lograr la transferencia del poder a su legítimo poseedor, primero
había que tenerlo. Esto hizo necesario un Chávez fuerte, centro de todo, pero
después de 13 años es necesario que ahora Chávez no sea un solo hombre, sino
que Chávez seamos todos.
Un Estado débil y un gobierno fuerte. Hemos
puesto en riesgo el avance de un
Estado revolucionario, manteniendo una estructura de Estado Liberal
Burgués, burocratizada y burocratizante, pero además ineficaz, que no logra
cumplir con el rol fundamental del Estado: garantizar la preservación de la
vida y el establecimiento del orden ciudadano a través de instituciones
legítimas. Tenemos a un Estado que aún aplica la fuerza contra los campesinos y
luchadores sociales, criminalizando la lucha popular, pero no aplica la misma
fuerza contra quienes armados piden negociar dentro de las cárceles. Sin
embargo tenemos un gobierno fuerte, amado por su pueblo, con políticas que han
reivindicado los reclamos fundamentales en contra de los gobiernos anteriores y
ha logrado promover la participación activa del pueblo en función de la
resolución de sus problemas.
Un modelo económico débil, que aunque tiene
bases sólidas para promover el avance en la transformación del modelo económico
rentista petrolero y parasitario burgués, sin embargo se alegra de dar cifras
donde la propiedad social no avanza, donde la socialización de los medios de
producción no se asoma, y donde el sector privado avanza, pero no
productivamente si no a expensas de la renta petrolera y ni siquiera el Estado
incrementa su participación en el PIB, por lo que seguimos siendo una economía
de puerto.
Una oposición decadente, que fenece ante su
propia incapacidad de interpretar las aún existentes necesidades del pueblo,
haciendo que incluso los errores del gobierno sean insignificantes ante el
riesgo de volver a ser gobernados por semejantes despojos de la política
venezolana.
Un pueblo transformado, más conciente y con
mayor formación política que reclama más transparencia y mayores niveles de
eficiencia y eficacia en la gestión pública, en suma a un proyecto de país
propio, autóctono y sin medias tintas.
En
el contexto político internacional
Unas cercanas elecciones presidenciales en
los EUA. Que sin duda condicionan la enervación de discursos y acciones
antichavistas desde el imperio en función de satisfacer la demanda de los
grupos de mayor poder financista en esta campaña, el anticastrismo, y las
trasnacionales energéticas, que ven en las políticas de acción nacional
venezolana un riesgo para los intereses de su enriquecimiento extractivo.
Una serie de victorias hacia la izquierda
mundial. Que tiene su referencia más cercana en Hollande en Francia, pero que
se disemina en el resto del mundo con mucha prontitud.
Los
indignados y ocupas, que se constituyen en una fuerza social mundial
importante, en resistencia al capitalismo mundial.
La burbuja económica capitalista y el fin
de esta forma de interpretar la riqueza a través del mantenimiento de un estilo
de vida artificial, no basada en el trabajo presente, sino en el compromiso
incierto de un trabajo futuro, el crédito no productivo.
La
realidad concreta.
Acciones de desestabilización política y
social, producto de las proyecciones electorales donde la derrota de la derecha
es inevitable, hacen adelantar a algunos sectores extremistas de la oposición
una operación “valle de balas” (así la llamo) que pretende enervar lo que de
por si ya es un problema serio en nuestro país, la inseguridad. En 13 años la
oposición ha logrado politizar el problema de la inseguridad pero no lo ha
partidizado, tratando de atribuirle toda la responsabilidad del problema a
Chávez, y erigirse ellos como la única solución. Ahora, faltando 5 meses para
las elecciones, la arremetida final es lograr generar el terror en las calles
sobre un problema real: la inseguridad. Bandas motorizadas distribuidas en toda
la ciudad capital y las principales ciudades, tienen como objetivo llenar aún
más de balas a nuestra ya aterrorizada psiquis.
En contraprestación, el gobierno convoca a
un Comando Antigolpe, que no tiene como fin resistir ante alguna zozobra
militar, sino, servir de grupos de acción y resistencia ante la arremetida de
grupos de extrema derecha que pretenden desarrollo entre otras acciones la
operación “valle de balas”.
En
pocas palabras, esta última fase de campaña se centrará en el tema de la
inseguridad con acciones que pretenden, por parte de la oposición, revertir a
través de un fenómeno que irrumpa en la opinión pública de manera violenta
(operación “valle de balas”) y pueda revertir una tendencia casi irreversible,
la victoria de Chávez el 7O.
En
si, una compleja situación nos describe, pero una fuerte esperanza nos sigue
moviendo, el amor a un líder convaleciente y en recuperación, el avance social
concreto, el deseo de seguir transformando la realidad y la posibilidad real de
construir nuestro propio destino nos demanda mayor acción y compromiso. Es por
ello, que la urgente constitución de Contralorías Sociales, más allá de las
coyunturas de nuestros Consejos Comunales, son sin duda las estructuras más
concretas para garantizar el freno de quienes no desean que la revolución
avance, tanto dentro como fuera del proceso revolucionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario