viernes, 27 de abril de 2012

¿Hacia un ciberespacio socialista?* (Iroel Sánchez)

“Me han dicho que usted es anticapitalista, eso está muy bien pero ahora debe proponerse ser anticapitalinista”, cuenta -cito de memoria- Roberto Fernández Retamar que le dijo su profesor Elías Entralgo en sus años de estudiante universitario.
 
Lo he recordado al conocer que este primer encuentro de blogueros cubanos “en Revolución” se efectuaría en la Universidad de Matanzas con personas procedentes en su mayoría de varios puntos fuera de la capital del país, convocado por el blog colectivo -y subrayo colectivo- La Joven Cuba, que pudiera servir de referente para la participación, desde nuestras condiciones culturales y tecnológicas, en un espacio dominado por el capitalismo y sus fetiches individualistas, orientados siempre mucho más a la búsqueda de consumidores que de ciudadanos.
Al menos para mí, que hago una bitácora llamada La pupila insomne, en homenaje a Rubén Martínez Villena, que este encuentro lo convoque un blog con nombre La joven Cuba, que honra a Antonio Guiteras, no deja de ser simbólico. Tanto Rubén como Guiteras fueron luchadores antiimperialistas que querían el socialismo para nuestro país. Contemporáneos en una etapa convulsa de la historia de Cuba no pudieron concertar acciones y sus fracasos desde esfuerzos paralelos no hicieron sino posponer el triunfo revolucionario un cuarto de siglo. Una lección que muestra amargamente lo imprescindible de la unidad entre los revolucionarios.
Un blogger y genio cubano, Silvio Rodríguez, ha dicho: “me parece demasiado optimista pensar que internet es garantía de democracia, cuando hay tantos países con mucho internet y democracia tan dudosa. Yo creo que hace más falta que un país produzca y funcione correctamente que tener banda ancha (ojo que no excluyo internet)”. Pienso que para quienes vemos en el uso de Internet, y particularmente de la blogosfera, una oportunidad para la profundización del socialismo en Cuba, sus riesgos no están en la quinta columna que Estados Unidos trata de armar a base de dinero y tecnología en el interior de la Isla, ni en lo que algunos suponen su utilización para crear lo que el Che denominó “asalariados dóciles al pensamiento oficial”, sino en el surgimiento -en las nuevas condiciones económicas que se prefiguran en nuestro país- de una brecha digital interna que favorezca la aparición de una ciberélite individualista desconectada de las realidades y necesidades de la mayoría de los cubanos mientras sólo el 3% de nuestras escuelas tiene conexión a la red.
Sólo una política que extienda a todo el país y potencie, especialmente entre las bases sociales que han sostenido y sostienen la Revolución, la participación masiva en estos espacios puede ser coherente con el sentido democratizador, y no enajenante del uso de la tecnología en una sociedad como la nuestra donde, gracias a los elevados niveles de instrucción alcanzados, tanto la capacidad crítica como de argumentación son muy altas. Habría, entonces sí, en ella “un espacio de participación y debate público”, como reza el título de este panel, en concordancia con el reciente llamado hecho por Raúl en la Conferencia del Partido a “promover la mayor democracia en nuestra sociedad”, no sólo haciendo más eficaz la interacción de los ciudadanos con las instituciones sino contribuyendo a cerrar el camino a cualquier arbitrariedad o injusticia.
La parte importante de la expresión “sociedad del conocimiento” es “sociedad”, ha dicho el filósofo César Rendueles al apuntar que vivimos en la era del ciberfetichismo. Argumenta Rendueles: “No es trivial que todos los medios de comunicación se apresuraran a buscar una explicación tecnofílica de los alzamientos populares de Egipto o Túnez en 2011. Si uno da crédito a The New York Times, el Lenin del Magreb era un blogger de clase media experto en redes sociales. Algunos izquierdistas llegaron a pensar que se trataba de una estrategia deliberada para ocultar la relación de estas revueltas con dinámicas económicas y políticas globales que se remontan a la contrarrevolución liberal de los años setenta. Yo más bien creo que era una forma inconsciente de depurar estos movimientos sociales de su inquietante atavismo. La moraleja que extrajeron los ciberfetichistas es que la potencia revolucionaria de Facebook logra penetrar incluso en un contexto cultural marcado por un inmovilismo terminal. Muy sintomáticamente, la valoración que los medios de comunicación –y por cierto, también muchos izquierdistas– hicieron de las revueltas en Libia, donde sólo el 5% de la población tiene acceso a Internet, fue mucho más ambigua: “Los libios recelan de la democracia; les gusta tener un gobernante fuerte que sea capaz de impedir que estallen las rivalidades entre tribus. Pero no les gusta demasiado su gobernante actual”, escribía Andrew Solomon en El País. Parece ser que Twitter aún no les ha descubierto a los libios la naturaleza de la genuina emancipación. En realidad, ocurre justo al contrario. Lo cierto es que sólo el 21% de los egipcios tiene acceso a Internet. Si los ciudadanos de estos países han dado semejante salto político es porque en ellos la fraternidad –el tercer valor republicano– sigue siendo alimentada por familias extensas, comunidades religiosas, círculos de afinidad, compromiso sindical y relaciones culturales densas.”
Pero, como ha escrito Silvio “todavía mueren cientos de libios diariamente, en la guerra tribal que alimentaron las potencias irresponsables. Y en las próximas elecciones egipcias el más fuerte candidato parece ser el colaborador más íntimo del gobernante derrocado”. Ese es el mundo real al margen de la bonita historia de bloggers y ciberactivistas que intentaron contarnos los medios occidentales.
Cuba tiene grandes urgencias económicas y enormes desafíos por delante y nuestro modelo no puede ser el engañoso mundo feliz -donde el acceso lo regula el mercado- con clases medias que viven dentro de Internet, según nos cuenta la gran prensa, presta a aplaudir -y muchas veces pagar- a cualquier cubano que ponga en la red una línea que pueda ser utilizada en sus campañas contra la Isla.
Las clasificaciones “académicas” al u$o resultan sospechosas cuando invierten los términos para denominar alternativos a quienes cuentan con todos los recursos servidos por el gobierno más poderoso del planeta y gubernamentales u oficialistas a quienes no comparten o denuncian esa situación. Así lo describe el periodista Pascual Serrano: “En Cuba los blogueros opositores tenían dinero para conectarse a internet en los hoteles, sus amigos estadounidenses y europeos les pagaban las computadoras portátiles y el alojamiento en Internet y les galardonaban con premios que incluían viajes y fondos económicos millonarios. En cambio, los blogueros que, insisto, desde su propia iniciativa y sin escribir al dictado de nadie, defendían la revolución y denunciaban las mentiras que contra ella se hacían circular en todo el mundo, se conectan precariamente mediante la red que el Estado cubano pone al servicio de universidades, periodistas, médicos o centros públicos; manejan una anticuada computadora mil veces reparada, no ven ni tocan ninguna moneda en divisa y comprueban cómo son silenciados por los grandes medios de comunicación extranjeros, para los cuáles los blogueros cubanos solo existen si atacan a la Revolución.”
En España -ese modelo de sociedad de donde nos llegan tantas jerarquías, consejos, premios y postgrados- la activa blogosfera y elevada participación en Twitter y Facebook no ha podido evitar el brutal y antidemocrático recorte de las prestaciones sociales, con aumento de las tasas universitarias y mayor criminalización de la protesta social. Lejos de unos medios al servicio de la ciudadanía, hemos visto allí la demonización unánime en la prensa al gobierno argentino por nacionalizar la gestión del petróleo a favor de su pueblo y la defensa a cal y canto de una monarquía decadente y corrupta. Escribir desde Cuba imitando su lenguaje aparentemente neutral, que fuerza una equidistancia imposible entre el gobierno cubano y su “oposición”, es cuando menos un acto de ingenuidad que nunca logrará el perdón de los extremistas a los que se evita molestar y una traición a la realidad que protagoniza la inmensa mayoría de los cubanos, sobre todo cuando la mayor parte de los lectores de nuestra blogosfera no son residentes en la Isla. Tampoco no hablar en un blog de nuestros Cinco heroicos compañeros que cumplen injustas condenas en Estados Unidos, o evitar la palabra imperialismo nos atraerá más visitantes.
La ejemplar diversidad de la prensa española.
Un movimiento de blogueros “en Revolución”, convocado por un blog llamado La joven Cuba no debería soslayar a Guiteras y su idea de que un movimiento que no sea antiimperialista en Cuba, no es Revolución. Rechazar la saturación hecha por la mala propaganda de una buena causa, el desgaste de una retórica comunicacional superada por los tiempos o la defensa de la individualidad frente a la repetición simultánea por muchos de los mismos temas, no es -a mi juicio- sino un reto para encontrar el modo de decir la verdad a tiempo y sonriente.
Internet ha modificado muchas cosas pero hay algo que ella no ha hecho sino potenciar: una publicación es un instrumento para cambiar el mundo, algo que desde Carlos Marx a Fidel Castro no ha dejado de obsesionar a los revolucionarios. No por gusto este último ha llegado a decir que “Internet parece inventada para nosotros”.
Cuando el 14 de diciembre de 2010, el proyecto en que trabajo, EcuRed, salió a la luz, la reacción de los jóvenes participantes en él ante el intento de manipular sus objetivos por los grandes medios me hizo escribir: ” A quienes piensen que Internet puede hacernos daño o que es el “régimen castrista” quien adoctrina a los cubanos, les viene muy bien un mensaje que me enviara uno de los jóvenes líderes de EcuRed que apenas cuenta veintiún años. Este casi adolescente vive en el municipio de Trinidad, y luego de leer las noticias sobre la obra a la que ha dedicado innumerables horas de esfuerzo ha escrito: “verdad que la prensa imperial siempre ve lo malo”. Quizás este ecuredista les ayude a comprender por qué ningún cubano necesita del “gobierno” para hacerse antiimperialista, basta con conocer al enemigo de su pueblo y para ello pocas cosas hay mejores que verlo actuar en Internet.”
Alfonso Sastre define la utopía no como algo imposible, sino como aquello que todavía no existe no porque sea imposible, sino porque está imposibilitado por las circunstancias, pero que es realizable si se modifican las condicionesimposibilitadoras mediante la praxis revolucionaria.Quizás el hecho de que este encuentro sesione en una Universidad nos debería hacer volver a las palabras del Che en 1959 al recibir el doctorado Honoris Causa en la Universidad Central de Las Villas, cuando reclamaba: “la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo las romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca”; no fueron el mercado ni la imitación de modelos foráneos los que se emplearon, pero cincuenta y cuatro años después nadie duda de que así ha sido; tal vez una definición y empeño similares se ajusten a lo que necesitamos para la utopía socialista de nuestra blogosfera y nuestra web.
*Ponencia presentada al Primer Encuentro de blogueros cubanos en Revolución en la Universidad de Matanzas al que por coincidencias de agenda que se fueron complicando no pude finalmente asistir. Agradezco al estudiante de periodismo, bloguero y colaborador de Cubadebate, David Vázquez Abella la lectura de mi texto. 

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