“Me han dicho que usted es
anticapitalista, eso está muy bien pero ahora debe proponerse ser
anticapitalinista”, cuenta -cito de memoria- Roberto Fernández Retamar
que le dijo su profesor Elías Entralgo en sus años de estudiante
universitario.
Lo he recordado al conocer que este primer encuentro de
blogueros cubanos “en Revolución” se efectuaría en la Universidad de
Matanzas con personas procedentes en su mayoría de varios puntos fuera
de la capital del país, convocado por el blog colectivo -y subrayo
colectivo- La Joven Cuba, que pudiera
servir de referente para la participación, desde nuestras condiciones
culturales y tecnológicas, en un espacio dominado por el capitalismo y
sus fetiches individualistas, orientados siempre mucho más a la búsqueda
de consumidores que de ciudadanos.
Al menos para mí, que hago una bitácora llamada La pupila insomne, en homenaje a Rubén Martínez Villena, que este encuentro lo convoque un blog con nombre La joven Cuba, que honra a Antonio Guiteras,
no deja de ser simbólico. Tanto Rubén como Guiteras fueron luchadores
antiimperialistas que querían el socialismo para nuestro país.
Contemporáneos en una etapa convulsa de la historia de Cuba no pudieron
concertar acciones y sus fracasos desde esfuerzos paralelos no hicieron
sino posponer el triunfo revolucionario un cuarto de siglo. Una lección
que muestra amargamente lo imprescindible de la unidad entre los
revolucionarios.
Un blogger y genio cubano, Silvio Rodríguez, ha dicho:
“me parece demasiado optimista pensar que internet es garantía de
democracia, cuando hay tantos países con mucho internet y democracia tan
dudosa. Yo creo que hace más falta que un país produzca y funcione
correctamente que tener banda ancha (ojo que no excluyo internet)”.
Pienso que para quienes vemos en el uso de Internet, y particularmente
de la blogosfera, una oportunidad para la profundización del socialismo
en Cuba, sus riesgos no están en la quinta columna que Estados Unidos
trata de armar a base de dinero y tecnología en el interior de la Isla,
ni en lo que algunos suponen su utilización para crear lo que el Che
denominó “asalariados dóciles al pensamiento oficial”, sino en el
surgimiento -en las nuevas condiciones económicas que se prefiguran en
nuestro país- de una brecha digital interna que favorezca la aparición
de una ciberélite individualista desconectada de las realidades y
necesidades de la mayoría de los cubanos mientras sólo el 3% de nuestras
escuelas tiene conexión a la red.
Sólo una política que extienda a todo el
país y potencie, especialmente entre las bases sociales que han
sostenido y sostienen la Revolución, la participación masiva en estos
espacios puede ser coherente con el sentido democratizador, y no
enajenante del uso de la tecnología en una sociedad como la nuestra
donde, gracias a los elevados niveles de instrucción alcanzados, tanto
la capacidad crítica como de argumentación son muy altas. Habría,
entonces sí, en ella “un espacio de participación y debate público”,
como reza el título de este panel, en concordancia con el reciente
llamado hecho por Raúl en la Conferencia del Partido
a “promover la mayor democracia en nuestra sociedad”, no sólo haciendo
más eficaz la interacción de los ciudadanos con las instituciones sino
contribuyendo a cerrar el camino a cualquier arbitrariedad o injusticia.
La parte importante de la expresión “sociedad del conocimiento” es “sociedad”, ha dicho el filósofo César Rendueles al apuntar que vivimos en la era del ciberfetichismo.
Argumenta Rendueles: “No es trivial que todos los medios de
comunicación se apresuraran a buscar una explicación tecnofílica de los
alzamientos populares de Egipto o Túnez en 2011. Si uno da crédito a The
New York Times, el Lenin del Magreb era un blogger de clase media
experto en redes sociales. Algunos izquierdistas llegaron a pensar que
se trataba de una estrategia deliberada para ocultar la relación de
estas revueltas con dinámicas económicas y políticas globales que se
remontan a la contrarrevolución liberal de los años setenta. Yo más bien
creo que era una forma inconsciente de depurar estos movimientos
sociales de su inquietante atavismo. La moraleja que extrajeron los
ciberfetichistas es que la potencia revolucionaria de Facebook logra
penetrar incluso en un contexto cultural marcado por un inmovilismo
terminal. Muy sintomáticamente, la valoración que los medios de
comunicación –y por cierto, también muchos izquierdistas– hicieron de las revueltas en Libia, donde sólo el 5% de la población tiene acceso a Internet,
fue mucho más ambigua: “Los libios recelan de la democracia; les gusta
tener un gobernante fuerte que sea capaz de impedir que estallen las
rivalidades entre tribus. Pero no les gusta demasiado su gobernante
actual”, escribía Andrew Solomon en El País. Parece ser que Twitter aún
no les ha descubierto a los libios la naturaleza de la genuina
emancipación. En realidad, ocurre justo al contrario. Lo cierto es que
sólo el 21% de los egipcios tiene acceso a Internet. Si los ciudadanos
de estos países han dado semejante salto político es porque en ellos la
fraternidad –el tercer valor republicano– sigue siendo alimentada por
familias extensas, comunidades religiosas, círculos de afinidad,
compromiso sindical y relaciones culturales densas.”
Pero, como ha escrito Silvio
“todavía mueren cientos de libios diariamente, en la guerra tribal que
alimentaron las potencias irresponsables. Y en las próximas elecciones
egipcias el más fuerte candidato parece ser el colaborador más íntimo
del gobernante derrocado”. Ese es el mundo real al margen de la bonita
historia de bloggers y ciberactivistas que intentaron contarnos los
medios occidentales.
Cuba tiene grandes urgencias económicas y
enormes desafíos por delante y nuestro modelo no puede ser el engañoso
mundo feliz -donde el acceso lo regula el mercado- con clases medias que
viven dentro de Internet, según nos cuenta la gran prensa, presta a
aplaudir -y muchas veces pagar- a cualquier cubano que ponga en la red
una línea que pueda ser utilizada en sus campañas contra la Isla.
Las clasificaciones “académicas” al u$o
resultan sospechosas cuando invierten los términos para denominar
alternativos a quienes cuentan con todos los recursos servidos por el
gobierno más poderoso del planeta y gubernamentales u oficialistas a
quienes no comparten o denuncian esa situación. Así lo describe el periodista Pascual Serrano:
“En Cuba los blogueros opositores tenían dinero para conectarse a
internet en los hoteles, sus amigos estadounidenses y europeos les
pagaban las computadoras portátiles y el alojamiento en Internet y les
galardonaban con premios que incluían viajes y fondos económicos
millonarios. En cambio, los blogueros que, insisto, desde su propia
iniciativa y sin escribir al dictado de nadie, defendían la revolución y
denunciaban las mentiras que contra ella se hacían circular en todo el
mundo, se conectan precariamente mediante la red que el Estado cubano
pone al servicio de universidades, periodistas, médicos o centros
públicos; manejan una anticuada computadora mil veces reparada, no ven
ni tocan ninguna moneda en divisa y comprueban cómo son silenciados por
los grandes medios de comunicación extranjeros, para los cuáles los
blogueros cubanos solo existen si atacan a la Revolución.”
En España -ese modelo de sociedad de
donde nos llegan tantas jerarquías, consejos, premios y postgrados- la
activa blogosfera y elevada participación en Twitter y Facebook no ha
podido evitar el brutal y antidemocrático recorte de las prestaciones
sociales, con aumento de las tasas universitarias y mayor
criminalización de la protesta social. Lejos de unos medios al servicio
de la ciudadanía, hemos visto allí la demonización unánime en la prensa al gobierno argentino por nacionalizar la gestión del petróleo a favor de su pueblo y la defensa a cal y canto de una monarquía decadente y corrupta.
Escribir desde Cuba imitando su lenguaje aparentemente neutral, que
fuerza una equidistancia imposible entre el gobierno cubano y su
“oposición”, es cuando menos un acto de ingenuidad que nunca logrará el
perdón de los extremistas a los que se evita molestar y una traición a
la realidad que protagoniza la inmensa mayoría de los cubanos, sobre
todo cuando la mayor parte de los lectores de nuestra blogosfera no son
residentes en la Isla. Tampoco no hablar en un blog de nuestros Cinco heroicos compañeros que cumplen injustas condenas en Estados Unidos, o evitar la palabra imperialismo nos atraerá más visitantes.
Un movimiento de blogueros “en Revolución”, convocado por un blog llamado La joven Cuba
no debería soslayar a Guiteras y su idea de que un movimiento que no
sea antiimperialista en Cuba, no es Revolución. Rechazar la saturación
hecha por la mala propaganda de una buena causa, el desgaste de una
retórica comunicacional superada por los tiempos o la defensa de la
individualidad frente a la repetición simultánea por muchos de los
mismos temas, no es -a mi juicio- sino un reto para encontrar el modo de
decir la verdad a tiempo y sonriente.
Internet
ha modificado muchas cosas pero hay algo que ella no ha hecho sino
potenciar: una publicación es un instrumento para cambiar el mundo, algo
que desde Carlos Marx a Fidel Castro
no ha dejado de obsesionar a los revolucionarios. No por gusto este
último ha llegado a decir que “Internet parece inventada para nosotros”.
Cuando el 14 de diciembre de 2010, el proyecto en que trabajo, EcuRed,
salió a la luz, la reacción de los jóvenes participantes en él ante el
intento de manipular sus objetivos por los grandes medios me hizo escribir: ” A quienes piensen que Internet puede
hacernos daño o que es el “régimen castrista” quien adoctrina a los
cubanos, les viene muy bien un mensaje que me enviara uno de los jóvenes
líderes de EcuRed
que apenas cuenta veintiún años. Este casi adolescente vive en el
municipio de Trinidad, y luego de leer las noticias sobre la obra a la
que ha dedicado innumerables horas de esfuerzo ha escrito: “verdad que
la prensa imperial siempre ve lo malo”. Quizás este ecuredista les
ayude a comprender por qué ningún cubano necesita del “gobierno” para
hacerse antiimperialista, basta con conocer al enemigo de su pueblo y
para ello pocas cosas hay mejores que verlo actuar en Internet.”
Alfonso Sastre define
la utopía no como algo imposible, sino como aquello que todavía no
existe no porque sea imposible, sino porque está imposibilitado por las
circunstancias, pero que es realizable si se modifican las condicionesimposibilitadoras mediante la praxis revolucionaria.Quizás el hecho de que este encuentro sesione en una Universidad nos debería hacer volver a las palabras del Che en 1959 al recibir el doctorado Honoris Causa en la Universidad Central de Las Villas, cuando reclamaba:
“la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de
obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo las romperá y
él pintará la Universidad con los colores que le parezca”; no fueron el
mercado ni la imitación de modelos foráneos los que se emplearon, pero
cincuenta y cuatro años después nadie duda de que así ha sido; tal vez
una definición y empeño similares se ajusten a lo que necesitamos para
la utopía socialista de nuestra blogosfera y nuestra web.
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