Nicmer N. Evans./ ¿Cuántos Aponte Aponte quedan en Venezuela? ¿Cuántos Makled estarán en la oposición
o en el gobierno? La atención sobre los casos de estos corruptos y
delictivos narcopersonajes no puede centrarse en sus declaraciones o
señalamientos, ellos están éticamente descalificados para hacer alguna
declaración creíble para la opinión pública, el asunto central de estos
personajes no está en su palabra comprometida y de dudosa intención,
sino, en el proceso y resultados de una investigación judicial en
proceso.
El problema central que refleja Aponte Aponte, Makled o la Red Römer
de lavado es un problema de “Ètica Política”, centrado en el deterioro
del valor moral de la acción pública, que no distingue entre oposición y
gobierno, es un problema cultural, que siembra pragmatismo político
según la conveniencia para concentrar poder y capital, por ende, la
corrupción es un fenómeno hijo del capitalismo y la concepción liberal
burguesa de la política.
La diferencia en cuanto a la percepción de la corrupción o del delito, desde los dos sectores
políticos en pugna en Venezuela esta en que; cuando el corrupto o
delincuente tiene vinculación con el proceso revolucionario, éste tarde o
temprano es sometido al escarnio público, es investigado y es sometido a
la justicia, pero cuando el corrupto o delincuente es de la oposición,
éste se convierte en “víctima del régimen” y es defendido como una
persona proba. Este es el caso de su propio candidato presidencial
Henrique Capriles, y uno de sus jefes de campaña y exprecandidato,
Leopoldo López.
También
es verdad que dentro del proceso revolucionario, sectores han
postulado, encubierto y se han hecho cómplices de personajes tan
nefastos como Aponte Aponte y Makled, quienes ignorantes de la realidad o
copartícipes de la misma nutrieron a especies mutantes
antirrevolucionarios pintadas de rojo.
Lo
fundamental es entender que, ser delincuente en el proceso
revolucionario es contradictorio con sus principios socialistas,
mientras que ser delincuente en el capitalismo es ser la mejor expresión
de esta concepción.
El
asunto es que la corrupción tiene una sola ideología, basada en la
acumulación de capital y el egoísmo como doctrina, esto es el
capitalismo, y su vinculación es cultural. Quienes cultivaron el
compadrazgo, el clientelismo político y el “cuanto hay pa` eso” fue la
adequidad, y ahora ellos pretenden señalar a otros de la responsabilidad
de su paternidad.
La lucha contra la corrupción es una lucha de todos, y debe partir, como el alcoholismo,
del reconocimiento del problema. El chavismo lo ha reconocido, y está
luchando contra ella, ¿será capaz la oposición de reconocer que en su
seno también hay corruptos y los pondrá a la orden de la justicia? Cosas
veréis Sancho.
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