viernes, 2 de septiembre de 2011

Aquelarre de piratas en París: Representantes de potencias celebraron cumbre para repartirse la torta libia

Moamar Gadafi usa los medios y las palabras como bombas. El mismo día en que los rebeldes libios iban a plasmar en París su victoria política con la reunión de unos 60 países y organizaciones internacionales para discutir sobre la ayuda de urgencia y la reconstrucción de Libia, el fantasmagórico coronel se despachó con una nutrida salva de amenazas. Gadafi aseguró que no se rendiría nunca y exhortó a sus partidarios a seguir la lucha.
 
En París se frotan las manos por ta buen negocio
“No nos rendiremos, no somos mujeres, y proseguiremos el combate”, dijo el dirigente, que está escondido desde que el pasado 23 de agosto los rebeldes tomaron el control de la capital del país, Trípoli. Gadafi agregó que si “quieren una batalla larga, entonces que sea larga. Si Libia se quema, ¿quién podrá gobernarla?”, preguntó y luego respondió: “Que se queme”.
Protagonistas principales de la operación que puso de rodillas al régimen de Khadafi y mayores beneficiarios de los contratos que vendrán, Francia y Gran Bretaña activaron esta conferencia con la intención de presentar con un rostro legítimo al órgano que agrupa a la rebelión, el CNT, Consejo Nacional de Transición, y obtener con ello el respaldo de la aún dubitativa comunidad internacional. Los libios miran con cierto escepticismo tanto al CNT como a los dos máximos dirigentes que vinieron a la capital francesa, Mustapha Abdeljalil y Mahmud Djibril. Si la ayuda de urgencia a un país desfigurado por seis meses de guerra es el tema oficial de la conferencia tampoco está ausente la problemática que plantea la construcción de una transición política en una sociedad que carece de toda referencia a la cultura y las prácticas democráticas. En este contexto, tanto París como Londres quieren evitar los garrafales errores que se cometieron en Irak luego de la intervención anglo-norteamericana que puso fin al régimen de Saddam Hussein.
Según declaró el jefe de la diplomacia francesa a la cadena de radio RTL, Alain Juppé, hoy se “trata de ayudar al CNT porque el país está devastado, la situación humanitaria es difícil, faltan el agua, el combustible y la electricidad”. Sin llegar a dar crédito a las revelaciones del matutino Libération, según el cual los rebeldes prometieron mucho petróleo a Francia a cambio de su ayuda, el canciller francés afirmó que el operativo de los occidentales en apoyo a la oposición libia era “una inversión para el futuro porque una Libia democrática será un país que se desarrollará”. Desde luego, quien dice desarrollo está hablando de buenos negocios. El diario Libération publicó ayer una carta del Consejo Nacional de Transición en la cual esta estructura creada a finales de febrero, justo después de que estallara la revuelta libia, promete a Francia la atribución del 35 por ciento del petróleo libio como compensación al respaldo de París. Cabe recordar que, en marzo pasado, Francia fue el primer país del mundo que reconoció al CNT como el “representante legítimo” del pueblo libio. Portavoces del CNT negaron el jueves esta información, a la cual calificaron de “broma”. A su vez, Alain Juppé no restó crédito a la información, sino que, más bien, buscó oficializarla en un buen sentido. El responsable de la diplomacia dijo que no estaba al corriente de la existencia de una carta semejante, pero resaltó que, desde el principio, el CNT había dicho “muy oficialmente” que, cuando llegara la fase de la reconstrucción, se dirigiría “preferentemente a quienes lo respaldaron”. Para Alain Juppé, esto es “bastante lógico y bastante justo”.
Por lo pronto, unos 30 jefes de Estado y de gobierno se desplazaron este jueves a París. Washington envió a la secretaria de Estado norteamericano, la infatigable Hillary Clinton. París se puede frotar las manos, no sólo por los buenos negocios en perspectiva, sino también porque logró atraer a la capital francesa a representantes de dos países, Rusia y China, ambos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, que habían manifestado serias reservas ante la intervención militar occidental que respaldó a los rebeldes. Moscú recién acaba de reconocer la legitimidad del CNT, mientras que China sólo aceptó decir que el CNT había desempeñado un “papel considerable” en la caída de Khadafi. Sin embargo, en el camino quedó un país rebelde. Se trata de Africa del Sur. Pretoria, que piloteó las negociaciones con Khadafi que nunca llegaron a nada, sigue considerando que la resolución 1973 de la ONU, que instauró zonas de protección aérea en Libia, no implicaba el recurso a la fuerza.
Por ahora, el principal caballo de batalla del Consejo Nacional de Transición consistirá en pedir el desbloqueo inmediato de los haberes libios. Se trata de decenas de miles de millones de dólares congelados a pedido de la ONU. Luego de Estados Unidos y Gran Bretaña, Francia acaba de obtener la autorización para liberar mil quinientos millones de dólares de los 7,6 mil millones de fondos libios que detentan los bancos franceses. Estas cifras bastan como prueba de la implacable hipocresía de las grandes potencias que juegan con el dinero de las tiranías mientras los déspotas descuartizan a sus pueblos.
Nicolas Sarkozy le ofreció a la insurgencia libia, representada por el CNT, el marco ideal: París y una conferencia internacional en la cual los rebeldes presentan su “hoja de ruta” para la transición, al tiempo que obtienen el revoque político que les faltaba. La danza de los contratos y los millones puede comenzar. Las potencias que tantos ejemplos de democracia dan al mundo hicieron negocios suculentos con el tirano. Ahora los harán con sus vencedores en nombre de la democracia.