domingo, 28 de agosto de 2011

El filósofo Federico Nietzsche reivindicó la voluntad de vivir. (Correo del Orinoco. Texto: Carlos Ortíz)

¿Qué hay en la obra de un filósofo como Friedrich (Federico) Nitezsche que le ha dado al presidente Chávez una perspectiva de reafirmación de sí mismo y de la vida? A propósito de los 111 años de la muerte del autor de Así habló Zarathustra, el Correo del Orinoco le formuló esta pregunta a tres intelectuales. Sus respuestas coinciden en que la de Nietzsche es una filosofía vitalista. En medio de tormentos, contradicciones, angustias y obstáculos, el pensador nacido en la Sajonia prusiana de 1844 reivindica la voluntad de vivir.


Tres voces aportan una reflexión sobre este pensador
 que decía que la existencia no es un curso pasivo
 hacia la muerte, sino un esfuerzo por abrirle paso
 a la vida por caminos que no están predeterminados
Javier Navia, sociólogo, ensayista y docente universitario, comenta que, efectivamente, en Nietzsche se expresa una exaltación de la vida en toda su plenitud. Pero a esa plenitud, aclara, no se tiene acceso fácilmente, porque los poderes establecidos ocultan la vida real detrás de un discurso superficial. Por eso celebra el Presidente invoque a este irreverente filósofo:

“Es magnífico, para nuestro pensar, que el Presidente Hugo Chávez convoque a Nietzsche para que encaremos con mayor contundencia los retos de nuestra República. Frente a un contexto signado por risibles discursos, informaciones inútiles, descaradas mentiras, trampas, dobleces, el deber corresponde al profundizar”.

“Nuestra tarea es esa: profundizar”, reitera Navia, y afirma que para ello debemos impugnar “las opiniones que disimuladamente quieren sustituir al mundo real. El mundo real no es opinión. Y, Nietzsche es el pensador más apropiado para desenmascarar” a quienes así lo pretenden. “Chávez se dio cuenta de esto, desde hace mucho, y con su capacidad comunicativa propuso releer Así Habló Zaratustra”, comenta.

Navia confía, además, en que la perspectiva vitalista de Nietzsche estará ahora más cerca de la gente: “La visión de aquel filósofo, antes encerrado en los exquisitos ambientes académicos universitarios, con Chávez por fin ha salido para todas y para todos”.

Las reflexiones aquí recogidas, indican que quien cultive la lectura de este filósofo que el Jefe del Estado invita a conocer, entrarán con contacto con un discurso que invita a repensar la propia experiencia de vivir.

LA VIDA COMO UN HACER

“Vivir es querer vivir”, esa es una profunda convicción que sostiene el pensamiento de Niezstche, dice el atrista, filósofo y ensayista Theowald D’ Arago. Y agrega que sus palabras “lo remiten a uno a la vida, no en un sentido metafísico, como si hubiera que recuperarla de un mundo ideal y puro, sino como nuestro mayor acto de libertad y de creación”.

Desde esta perspectiva, la vida es a la vez “un don, un milagro y una obra de arte”, señala D’ Arago. “Es nuestro mayor regalo, pero no por el simple hecho de tener la vida, sino por la conciencia de que por ella estamos en el mundo y de que en este mundo somos lo que escogemos hacer y darle un sentido; somos nuestra propia obra”.

A este respecto, el filósofo, ensayista y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela, destaca que para Niezstche lo que la da forma a la vida es la voluntad de cada persona de “realizar su potencia y reafirmar su propio yo. La vida está estructurada por la libertad; la existencia se hace día a día con las decisiones libres que tomamos”. A la luz de este planteamiento, señala, se comprende el sentido de la voluntad de poder, cuyo sentido el Presidente enunció como el “vivir viviendo” y como el “poder hacer”.

LOS CAMINOS POR ABRIR

Se le ha recriminado a Niezstche que su idea de la voluntad de poder exalta al individuo por encima del pueblo. A esto Pérez Pirela contrapone una aclaración: “en Niezstche la palabra masa no se refiere al pueblo, sino a algo sin forma”. Y explica que lo que en realidad cuestiona el filósofo alemán es el individuo que “se borra a sí mismo” y se estanca “en medio de una masa amorfa en medio de la cual vive la vida como en un animal que se deja llevar por la manada”.

Esa indiferencia ante la propia existencia a lo que Nietzsche opone la voluntad de poder como “afirmación del propio yo, que debe entenderse como autonomía, como voluntad de autogobierno”, agrega el comunicador.

La conclusión es que la persona que dirige su vida desde la conciencia de su devenir, de su historia y su genealogía, no se pierde en la masa; no se deja arrastrar, sino que abre sus caminos. La actitud contraria agota la vida en las llamadas “funciones vitales”: nacer, comer, dormir, reproducirse y morir. Este es un planteamiento crucial, porque muestra que la existencia no es un curso pasivo hacia la muerte, sino un abrirle paso a la vida. Pero “no hay caminos definidos, sino que se abren en el cotidiano andar, en eso que el Presidente ha llamado el vivir viviendo”, aclara Navia.

Pérez Pirela acota que el vivir debe ser un “vivir bien”. Ese es un aspecto concreto en el que el proceso que la Revolución Bolivariana puede ganar con el pensamiento de Niezstche, asegura: “Al tiempo que se propicia que seamos nosotros como individuos latinoamericanos y no otros quienes dirijan nuestra existencia, se están creando las condiciones sociales -con la educación y la alimentación, por ejemplo- para que se desarrolle esa conciencia de autonomía y para que el vivir bien sea posible”.

EL CRISTO HUMANO

Nietzsche es un vitalista, un pensador que “desmontó una parafernalia de prejuicios, falsificaciones y rituales, bajo los cuales las instituciones de poder quisieron sepultar la vida”, señaló al Correo del Orinoco el filósofo y comunicador Miguel Pérez Pirela. Como ejemplo de esos artificios Pérez Pirela señala la religión. “Entendida de manera convencional, la religión oculta con mandamientos, cúpulas, imágenes al Cristo humano, que es un hombre histórico. Eso lo pone Nietzsche en evidencia. Su visión está muy ligada al sentido esencial de la religión cristiana, que es religión de la vida”, comentó Pérez Pirela.

Señaló que la idea de un Nietzsche detractor de Cristo se basa “en una interpretación banal” de su obra Anticristo. El filósofo alemán -aclaró- lo que buscaba era desmontar la visión institucionalizada de Cristo, que lo separa de la condición humana.

Texto/Carlos Ortiz