lunes, 4 de julio de 2011

Chávez con su regreso arruinó el Festín de buitres del fascismo

AVN (Por Hernán Mena Cifuentes) .- El jueves hubo mucho ruido de roedores en los albañales, y luz de fuegos artificiales sobre las cumbres y colinas del este y sudeste de Caracas, bautizadas así para distinguirlas de los proletarios cerros. La algarabía se extendió a lujosos centros residenciales de otras ciudades del país, oligarquía que tras el anuncio que hizo Chávez de su enfermedad festejaba la inminencia de su muerte, pero su maligna alegría de pronto se trocó en mueca de frustración e ira. (foto zamuros)


"En este país ya no se puede vivir"
Y es que "la vida te da sorpresas/ sorpresas te da la vida/, como dice la canción de Rubén Blades. La madrugada de este lunes el comandante regresó al país, sonriendo, cantando y emocionado al reencontrarse con la inmensa mayoría de un pueblo que lo ama, mientras la reducida minoría que lo odia y desea su muerte se retuerce como fiera en agonía, en medio de su frustración, viendo cómo su macabra profecía no se cumplía.
Concluía así el grotesco y bárbaro espectáculo protagonizado por esa misma gente, y la gusanera de Miami, similar a la de hace seis años, cuando Fidel dio a conocer la enfermedad que padecía. En esa oportunidad se llenaron las calles, de esa inmensa cloaca que es la urbe yanqui, de contrarrevolucionarios que gritaban y sonaban las bocinas de sus autos, esperando la muerte del líder de la revolución cubana, como ahora esperaban la muerte del líder de la revolución bolivariana.
Y es que el odio visceral y la miseria humana que corroe el corazón del fascismo, ya sea el que profesa la oposición golpista criolla en el país, o los sobrevivientes de la mafia de cavernícolas cubanos y venezolanos que pululan en la Florida y otros estados del Imperio, sueñan noche y día con la muerte de Fidel y Chávez, ya sea por enfermedad, o por la cobarde bala de un francotirador, como tantas veces lo han recomendado y planificado.
La razón de tanta infamia desbordada, la conoce todo el mundo, pero, de ello no se avergüenzan esos enanos morales, huérfanos de honor y patriotismo, ya que perdieron esos atributos una vez que los vendieron para convertirse en apátridas, vende-patrias, vasallos del Imperio, a cambio de unas monedas, como el bíblico relato que cuenta cómo Judas Iscariote vendió a Jesús por treinta dinares.
Su razón de ser de mercenarios no le perdona a Fidel y a Chávez el haber liberado a sus pueblos de las garras imperiales, luego de haber sido sojuzgados y humillados durante décadas, y sus riquezas explotadas, sumiéndolos en hambre, pobreza, ignorancia, enfermedad y otras plagas sociales, mientras ellos, los de la oligarquía y sus secuaces, dictadores y aduladores gobernantes, seudo democráticos impuestos por Washington recibían las migajas del saqueo arrojadas por su amo.
No les perdonan porque fueron Fidel y Chávez que con su liderazgo, enseñanzas y ejemplos, orientaron al pueblo de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña por el camino de la revolución y la integración regional, los que en Mar de Plata, hicieron naufragar al anexionista ALCA creando e imponiendo en su lugar al integracionista ALBA, que hoy avanza como incendio incontenible por toda la región.
No le perdonan a Fidel y a Chávez, el que hallan liberado, no sólo a los pueblos cubano y venezolano, sino a otros de América Latina, de El Caribe y del resto del planeta, de las tinieblas de la ignorancia, gracias al innovador método de aprendizaje, "Yo sí Puedo", y la legión de abnegados educadores y facilitadores que remontaron ríos, montes, valles y desiertos, enseñando a leer con él a millones de mujeres, hombres y ancianos, y su labor no termina, porque siguen enseñando.
Tampoco les perdonan por la Misión Milagro, que realizan médicos de Cuba y Venezuela, devolviendo hasta ahora la visión a más de un millón de personas de ambos países y de la mayor parte de este Continente que sufrían de cataratas y de otras patologías y no tenían dinero como pagar una intervención, a quienes se les realizó en forma gratuita y se les pagó el pasaje aéreo y el de un acompañante, así como los gastos de estadía y hospitalización mientras se recuperaban de la operación.
Son tantas las misiones como Barrio Adentro, con los médicos cubanos, salvavidas de millones, y demás proyectos sociales desarrollados por Fidel y Chávez a favor de sus pueblos y de otros, que los fascistas yanquis y sus lacayos no le perdonan, ya que, no sólo se alegraron al conocer de los males físicos que agobiaron al líder revolucionario cubano en su momento, sino que, de la misma manera se sentían felices y complacidos por la enfermedad del líder de la Revolución Bolivariana.
Es que los fascistas tienen una insana vocación para alegrarse del mal ajeno, especialmente si el que lo padece es un revolucionario, y su alegría alcanza extremos de miseria humana, no sólo cuando se trata de la enfermedad de Fidel o Chávez, sino de la dolencia de cualquier otro combatiente de la causa libertaria, y alcanza su clímax si este muere, como sucedió recientemente al enterarse del fallecimiento de Néstor Kirchner, de William Lara y Glodosbaldo Russian.
Porque esos engendros del Mal, herederos de la misma causa que perseguían los sepultureros de la Gran Colombia, son irreconciliables enemigos de todo el que luche por la justicia y la redención de sus pueblos, como luchó Bolívar en Carabobo, y Sucre en Ayacucho, como Fidel en Sierra Maestra, y Chávez de cumbre en cumbre y como esa generación de progresistas gobernantes que junto con ellos han rescatado los estandartes que esgrimió El Libertador.
Son ellos los que hoy enfrentan a los herederos de esos conspiradores y asesinos, quienes después de atentar contra la vida de Bolívar varias veces, lo llevaron finalmente al sepulcro con el veneno de sus intrigas y desbordaron toda la alegría que su muerte les produjo por la prensa e informes como el enviado a Caracas por Juan Antonio Gómez, gobernador de Maracaibo anunciando, regocijado, la muerte del hombre que dedicó su vida a liberar pueblos.
"Me apresuro a participar al Gobierno, la nueva de este gran acontecimiento, que seguro ha de producir innumerables bienes a la causa de la libertad y felicidad del país: Bolívar, el genio del mal, la tea torcida de la discordia o, mejor diré, el opresor de su patria, ya dejó de existir y de promover males, que sin cesar llovían sobre sus compatriotas."
"Su muerte, que en otras circunstancias y en tiempo de engaño pudo causar el luto y la pesadumbre de los colombianos y les hubiera impresionado dolorosamente, será hoy sin duda el más poderoso motivo de sus regocijos, porque de ella dimana la paz y el avenimiento de todo".
Y concluía el gobernante regional su macabra e irreverente nota, diciendo: "Qué desengaño tan funesto para sus partidarios y que lección tan importante para los ojos de todo el mundo, al ver y conocer la protección que por este suceso nos ha prestado el Supremo Hacedor."
Esa misma satisfacción sentían los oligarcas de hoy, frotándose las manos, esperando recibir en cualquier momento la noticia que desde La Habana les informaría sobre la muerte de Chávez, como los que ayer se alegraron y festejaron la muerte de Bolívar.
Y es tanto su odio irracional que celebraron, inconscientes y soberbios, la muerte del hombre que abandonó juventud, posición social y riqueza propia, que cruzó Los Andes en una gesta más portentosa que las de Aníbal y Napoleón juntas, para dar libertad a Colombia en Boyacá, luego a Venezuela en Carabobo, y después marchar más al Sur donde remontó otra vez la cordillera para vencer junto con Sucre, en Junín, Pichincha y Ayacucho.
Pero, su odio hacia Fidel y Chávez, lo contrarresta el amor que le profesan sus pueblos y los de otras latitudes, y sus hermanos líderes revolucionarios del mundo, que así como expresaron su preocupación cuando enfermó Fidel, hoy lo hacen por la enfermedad de Chávez. Son miles los mensajes de solidaridad, como el enviado por Kaddafi, deseando su recuperación, que superan con su amor, a la miseria humana contenida en los enviados a través de Twitter por los fascistas.
Marchas, misas, vigilias y concentraciones tuvieron lugar en Venezuela, pidiendo por la pronta recuperación del Comandante, quien, luego de que informó a Venezuela y al mundo sobre su padecimiento y, con la misma sinceridad que ha caracterizado su accionar personal, político e ideológico a lo largo de su vida, le respondido a su pueblo, con el mismo amor que este le ha demostrado en este momento crucial de su vida, diciéndole que, "Amor con Amor se paga."
Y en la madrugada de este lunes, para desengaño de la canalla, el Comandante, volvió al país, como rindiendo un homenaje a la memoria del Padre de la Patria en la víspera del Bicentenario de la Declaración de la Independencia que El Libertador construyó con su espada de guerrero y su pluma de estadista, y como un regalo para su pueblo que dio rienda suelta a su alegría celebrando en una fiesta colorida en calles y plazas con bailes y cantos su retorno.
Porque, como dijo El Quijote: "Ladran Sancho, señal de que avanzamos", ni el ruido en los albañales, ni el fuego en las cumbres y colinas de Caracas y otras áreas del país, ni los mensajes de odio arrojados al océano de Twitter, podrán acallar y apagar con su tétrico chasquido, brillo y contenido, la llama revolucionaria que Bolívar encendió, fuego eterno integrador que Fidel y Chávez reavivaron en la conciencia de los pueblos de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña.