lunes, 13 de junio de 2011

Interesante debate II (A propósito del artículo de Héctor Seijas “Veinte años no es nada”)

Carta a Héctor “El Father”, un escribidor seudo e iracundo.
Lo confieso, y lo diré de entrada y sin rodeos, me aburre sinceramente tener que escribir estas líneas sugeridas por ti. Ser yo la única mujer en tu vida en escribirte una carta. Pero, parafraseando a Renato Rodríguez en Al Sur del Equanil, “tengo tanto fastidio en este instante que no tengo problemas en hacerlo”, me importa poco perder una hora en recordar tus frustraciones de escribidor seudo e iracundo.

Father eres terco, también bolsa pero terco, es verdad; y la escritura se te da tan pronto como sientes amenazada tu estupidez. Tranquilo, no seré yo quien señale el color de tu pelaje ni el espiral de tu cola. Eres cerdo, cofrade del cerdo, escatológico perfil del cochino nauseabundo. Eres la historieta del lerdo cochinito detrás del periquito, esa ave exótica que te brinda alas para volar o arrastrarte a ras de suelo. Father estás enojado, te siento enojado, perdiste la bola Father… te arrastras, vuelas con el perico y escribes pero te arrastras. El alcohol a enrojecido aún más tu pelaje de borracho mofletudo, de animal coprófago. Father eres miserable y delirante, y te veo deambular en tu albur de acertijos rotos. Pierdes en el amor Father y te refugias temeroso bajo la falda de una prostituta que no te restituye el sueño. Solo la pasta buena y el wisky malo te devuelven la certidumbre de vivir-morir a salvo de los complejos y los temores que te acechan. Father eres un adeco nostálgico venido en rojo, acéptalo!. Escribano tarifado al servicio de la mediocridad y el absurdo. Viejo perdedor y chulo del proceso bolivariano. Baboso te vi detrás de unas piernas de mujer que no detuvo su andar. Un bostezo ha sido el mayor de tus poemas. Ya Tristan Tzara te ha perdonado, fue atrevido sin duda balbucear sus poemas.

Father eres astuto y canalla, sabes defender tu espacio, sabes defender, a plena voz, tu quince y último. No dudas en citar a Willy, tu patrón, en franca cofradía de narices ansiosas. Defiendes tu mierda, la que te alimenta, la que fortalece esa masa corporal que oculta el detrimento de un ser que apesta. Father, ya no eres joven, nunca fuiste joven, y la vejez te sorprendió sin poder superar tus temores primarios. Por eso tanta amargura, por eso tanta desazón, tantas palabras necias. Por un momento recordé, salvando las distancias, el prurito de Uslar Pietri y de Liscano por jugar la juventud de entonces. Fueron tétricos al respecto, y tú también. Sólo que ahora resulta dos veces más insoportable esa verborrea “culta” y “desalmada” para tratar de reprobar el bonche permanente que es la juventud, esa juventud que, en ti Father, más que terrible te fue ajena.

En fin. Siento pena por ti Father. De veras siento pena por ti. Te leo y vomito. Tan descortés, tan chismoso, tan ruin, tan gay, tan palurdo sinceramente. Ahora mismo te recuerdo, en la plaza Zamora, en Barinas, tú, tan tonto, con una puta de brazos, gritando no sé qué, defendiendo no sé qué. Fuiste famoso esa noche. Todos te recordamos. Te robaron la cartera, te quedaste dormido y la puta te robó la cartera. Ahora, quizás, la perdiste solo, y con ella toda identidad. Amén.

susana_miranda@hotmail.com