jueves, 26 de mayo de 2011

Zapatero y la izquierda chic (Domingo Medina)

Hace algunos años atrás, cuando Chávez era el único “loco” en los foros internacionales, Rafael Correa y Evo Morales eran apenas promesas, pero José Luis Rodríguez Zapatero llegaba a la presidencia del gobierno español cargado con el aura de la renovación de la izquierda, de esa vieja izquierda dominada por liderazgos como el de Felipe González.



La izquierda chic

Cuando el mapa latinoamericano comenzó a teñirse de rojo con los triunfos de Correa, Morales, Bachelet, Lula, Ortega, y unos cuantos más, no faltaron los que trazaron una línea divisoria entre los partidos y gobiernos de izquierda.
De un lado, encabezados por Zapatero, los más cool, los chéveres, la izquierda chic, los bonitos, los bien portaditos, bien bañaditos y olorositos: Zapatero mismo, Bachelet, Lula… Del otro lado, los monstruos, los que ni siquiera merecían llamarse de izquierda, los terroristas, sucios, pata en el suelo, feos, macacos y una larga ristra de adjetivos no muy distintos: Chávez a la cabeza, Morales, Correa, Ortega. Fueron llegando otros y los “analistas” los agregaban a uno u otro bando según su punto de vista o mejor dicho según su miopía: Lugo, Funes, Mujica, Cristina…
El caso es que los bonitos, los cool, los que quisieron hacerle creer al mundo que se podía ser de izquierda y chic a la vez, terminaron aplastados por la más dura realidad: el capital pasa factura, no perdona. No se puede servir a dos amos a la vez y el capital es un amo más celoso y más colérico que el mismo Jehová. Y por otro lado los pueblos no perdonan a quienes se encaraman en el poder aupados por los pueblos sólo para servir de la manera más ruin a los intereses del capital. Lo que le pasó en España a Zapatero y su PSOE es lo que le suele suceder a los traidores, los judas de la política, que por unas cuantas monedas y unas fotos (ya no en Azores, sino en Paris) se venden al gran capital y sus representantes imperiales.
Triste que sea la única manera que tienen los pueblos de desnudar las vergüenzas de sus dirigencias. Pobre del pueblo español, que por cobrarle una a Zapatero haya caído en las garras de la derecha fascista heredera de Franco. Bien por Venezuela, Bolivia, Ecuador y los pueblos de Nuestra América que no se venden a la fantasía de una izquierda chic.