lunes, 9 de mayo de 2011

Piedad Córdova: Santos reconoció fracaso de la política de seguridad democrática de Uribe

La defensora colombiana de Derechos Humanos (DDHH), Piedad Córdoba, aseguró este viernes que cuando el presidente Juan Manuel Santos reconoce que existe un conflicto armado en el país, también reconoce el fracaso de la seguridad democrática implementada por el Gobierno de su predecesor, Álvaro Uribe. (foto)


Piedad Córdova
“Aquí hay un hecho supremamente importante y es que el presidente Santos viene del gobierno del presidente Uribe y el creo que tiene que haber hecho un balance de cuáles fueron los ocho años de la seguridad democrática en el país, porque la seguridad democrática no fue para para garantizar la seguridad ciudadana o las libertades públicas individuales”, señaló Córdoba, en declaraciones exclusivas a teleSUR.
Al hacer referencia a la declaración de Santos, dijo "que es muy importante porque de por sí él reconoce el fracaso de esa política”.
Santos, el jueves, tras culminar un Consejo de Seguridad realizado en el municipio de Tumaco, en el departamento de Nariño (suroeste) afirmó: “Hace rato hay conflicto armado aquí en este país".
Por otra parte, recalcó que si realmente existen marcadas diferencias entre el ex mandatario Uribe y el presidente Santos, “son temas que tienen que resolver ellos y que no deberían afectar al Estado colombiano”.
A continuación se transcribe la entrevista íntegra hecha por la periodista Lourdes Zuazo
- El presidente Juan Manuel Santos dijo "Hace años existe un conflicto armado interno", qué significa esto para el pueblo colombiano.
Creo que es supremamente importante. Hay razones de tipo político, jurídico, y fundamentalmente éticas que ameritan desde hace muchísimo rato que el Estado colombiano reconozca la existencia de por si del conflicto. Las masacres, las desapariciones, cinco millones de refugiados internos, falsos positivos, pérdidas de recursos, dan cuenta de la degradación de la guerra.
A mí me parece muy importante porque establece políticamente la existencia de actores armados que conflictúan con un Estado de derecho con un Estado como el colombiano y en otro que es que el gobierno reconoce que existe esta fuerza y que ellos están puestos a defender el estatus quo.
Las razones de tipo jurídico, la posibilidad del derecho internacional humanitario, pero yo diría que hay una cosa supremamente importante que es el reconocimiento del delito político, es decir, que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o del Ejército de Liberación Nacional (ELN) no son terroristas, que es lo que ha permitido la utilización de todo argumento de orden armamentista pero sobretodo con pretensiones de arrasar a quienes están e ese conflicto, de violar todos los derechos de la sociedad civil, de permitir la utilización de cualquier tipo de armas y creo que razones del tipo ético, mínimamente el respeto por unos mínimos éticos que se deben dar en toda guerra. Las razones son poderosísimas, me parece a mí.
- El temor, según algunos análisis que están en contra de esta declaración, entre ellos del ex presidente Álvaro Uribe, quien estuvo en campaña a través de la cuenta de Twitter, dice que éste es el primer paso para abrir las puertas, darle un reconocimiento, que puedan pedir un estatus de beligerancia y así traer más consecuencias negativas para Colombia.
Yo creo que no es necesario reconocer el conflicto para que se de la beligerancia, pero pienso que si abre la puerta, pero abre la puerta a la humanización de la guerra, entre comillas, si es que eso se puede decir así, pero fundamentalmente al diálogo y a una salida política.
Aquí hay un hecho supremamente importante y es que el presidente Santos viene del gobierno del presidente Uribe y el creo que tiene que haber hecho un balance de cuales fueron los ocho años de la seguridad democrática en el país, porque la seguridad democrática no fue para para garantizar la seguridad ciudadana o las libertades públicas individuales, fueron fundamentalmente con recursos de Estados Unidos (EE.UU.) o de otros países como Israel, justificar la invasión permanente, el establecimiento de tropas, la regionalización del conflicto, el espionaje a otros países.
Creo que es muy importante porque de por sí él reconoce el fracaso de esa política y sobretodo, hay una cosa que quiero decir, y es que en un país donde se roban los recursos de la salud, 20 personas detenidas, ya en la cárcel, de cuenta de procesos que se iniciaron en el Gobierno del presidente Uribe, el tema de los nule, de la contratación pública, un escándalo de dimensiones no previstas en el país mismo, los falsos positivos, las mismas condiciones que se tienen que dar para que precisamente tanto la guerrilla como el Gobierno se tengan que ajustar a unas dimensiones del derecho internacional humanitario.
- Uribe no reconoce el conflicto, habla de una amenaza terrorista, justo lo que se dice ahora a la inversa. Qué pasa con Santos - Uribe, ahora los titulares dicen que se están distanciando, existe esa guerra, hay una diferenciación bien clara.
Mira yo no sé si exista o no exista, creo que la Discusión del agotamiento per sé del estatus quo colombiano está llevando a unos niveles insospechados de insatisfacción social. Es decir, cuando hay manifestación del 1 ero de mayo se hace como se hizo en Venezuela, con alegría, con entusiasmo, con una proliferación de gente inimaginable, mientras que en Colombia, gases lacrimógenos, persecución a quienes están protestando, da cuenta de la precariedad del Estado como tal, unas instituciones que ya no responden la exigencia de los colombianos.
Si ellos (Uribe y Santos) se están matando o no, pues son temas que tienen que resolver ellos y que no deberían afectar al Estado colombiano, hay diferencias y son claras en este momento. El reconocimiento del conflicto por para el presidente Uribe es como mostrarle al diablo la Santa Cruz, porque le conviene mucho más adaptarse y haber adoptado una tesis jurídico política que era la del terrorismo, que tiene como principio fundamental, desconocer la civilidad, y desconocer la civilidad es irrespetar los derechos humanos, irrespetar los estados y sobretodo irrespetar la vida de la gente.
Con el argumento de la civilidad se han cometido una serie de atropellos contra los pueblos, en Colombia, ni se diga, o sea, el sólo hecho de que con el argumento de la seguridad democrática se pueda validar el asesinato de jóvenes pobres con el argumento de que se acaba con la guerrilla es no solamente una precariedad ética sino una pobreza muy grande frente al debate y al discurso político del país.
- Se argumenta desde las filas quienes se oponen a este reconocimiento, que no hizo falta en estos últimos dos gobiernos el reconocimiento del conflicto armado y que se desmovilizaron miles y miles de paramilitares, por ejemplo, hablaban.
Son mentiras, no, eso no es cierto, osea, creo que algo de lo que se han venido dando cuenta en el país es de la farsa de la desmovilización paramilitar.
Tan preocupante como que por ejemplo, en una sola noche fueron extraditados a Estados Unidos (EE.UU.) sin verificar garantías de ninguna condición de los derechos de los extraditados, en este caso, colombianos, que habían y que cometieron delitos supremamente graves y que se estaban sometiendo a una ley de Justicia y Paz, que significaba la verdad, la justicia, la reparación, pero sobre todo, el cuidado de las víctimas que en ese momento estaban buscando acercarse cada vez más a la verdad.
Desmovilización, yo creo que lo que ha venido diciendo el paramilitarismo desde sus grandes jefes y capos es que fue una farsa, que no existió, que esos señores guerrilleros no existían, por ejemplo en el caso de la guerrilla que se desmovilizó y sobre todo cosas tan graves como dónde fueron a dar esas fincas, esos recursos que supuestamente entregaron para reparar a las víctimas. Yo creo que ahí hay una gran farsa y el discurso del terrorismo ha servido de manera incansable, después del 11 de septiembre, para violentar los derechos de los países y para arrasar con elementos de la juridicidad a nivel mundial como el derecho internacional humanitario y sobre todo, el respeto por la vida.
- Cuando usted dijo que en este año 2011, es un año importante, incluso puede ser el año de la paz para Colombia, hay muchísimos, incluso fuera de Colombia, esperanzados en que eso avance, cómo está la situación.
Creo que sí, es un año muy importante, con dificultades que no sé si son ciertas, como los enfrentamientos de un Gobierno, con el otro que continúa, que ponen obstáculos tan grandes como una discusión que no debería darse, es que un país donde se dan masacres como por encanto, lo mínimo que nosotros deberíamos recabar es el respeto por la vida y eso entraña además la posibilidad del diálogo político, sobre todo que habla mucho de quienes hacemos parte de la nación colombiana.
Yo no creo que hayan argumentos en este momento para persistir en la guerra, que no haya posibilidad de hablar, de abrir espacios de dialogo que den cuenta la necesidad de acercarnos desde lo que significa la nacionalidad colombiana, yo soy muy optimista, yo nunca he sido pesimista.
No creo que el presidente Santos haya planteado el reconocimiento del conflicto interno para entablar otra pelea más con el presidente Uribe, sino todo lo contrario, yo creo que es una trayectoria democrática importante, que avanza en ser capaces de cumplir en lo que él mismo ha venido estableciendo, la entrega de quienes están en poder todavía, de las FARC o del ELN, la humanización de las cárceles en el país, hay una cosa más importante que la misma beligerancia y es el reconocimiento del delito político y las condiciones de carácter ético que acaben con una degradación tan violenta como la que tiene la guerra en el país.
- El concepto de conflicto armado aparece en este proyecto de Ley de Víctimas que se viene debatiendo en estos días, que consecuencias tiene que aparezca eso. El delito político ya formaría parte y cambiaría el tratamiento.
Yo no creo que aparezca tanto en la ley de Víctimas el delito político, lo insinúa, lo muestra en el horizonte pero al lado de una negociación política que se debería dar, para mí lo más rápidamente posible, frente a la negociación, ya empezamos a hablar de la existencia del delito político, del indulto sí o no, de la amnistía, sí o no, de todo ese paquete jurídico que va a entrañar no la simple desmovilizacion sino el reconocimiento de una fuerza política insurgente, armada, en este caso las guerrillas, y del otro lado, obviamente la persistencia civilista que en este momento empieza a mostrar el presidente Santos, con relación a la posibilidad de que todos seamos nación.
-En la última liberación unilateral por parte de las FARC, muchos sectores de la sociedad colombiana pedían, bueno ahora faltan también gestos por parte del Gobierno. Este reconocimiento podría ser ese gesto.
Puede ser un gesto. Es interesante, porque muchos podrían estar pensando que este tema se llevaría a una mesa de negociación. Obviamente que al interior de la discusión del proyecto de ley de Víctimas hay pesos pesados que desde hace mucho tiempo venimos insistiendo precisamente en la posibilidad. Mire que en el Gobierno de Uribe fue imposible prácticamente avanzar con este proyecto de Ley. Era desde él mismo, la posibilidad de no reconocerlo. Pienso que tiene una característica importante que además obedece a un equipo de trabajo que está asesorando al Presidente y es que se da por fuera de una mesa de negociación, tiene sus cosas positivas, no solamente a lo interno, sino a lo internacional, tiene sus cosas preocupantes, y es cuáles van a ser las consecuencias reales frente a la posibilidad de una negociación de paz, que va a poder decir el Presidente, no puedo indultar, sí puedo indultar, no puedo sino llegar hasta aquí, de pronto pudiera haberse dado este reconocimiento a través de una negociación, pero es un paso que se avanza, a mi me parece importantísimo y como importante hay que mirarlo, pero vuelvo y reitero cosas que me parecen fundamentales, se sale de la doctrina del terrorismo y eso me parece fundamental, se deja de tratar a los guerrilleros como simples terroristas y los encajona como personas que políticamente están cuestionando a un Estado y ellos como gobierno, defendiéndolo.