lunes, 18 de abril de 2011

¡Que soberanía!

 

Washington pide explicaciones al BBVA por tener un empleado en Cuba.-

El País.-
Estados Unidos mantiene su presión sobre las empresas extranjeras que operan en países que considera enemigos. Sus presiones lograron que entidades como el Santander, el Sabadell o el propio BBVA cerrasen sus oficinas en Irán y que numerosas empresas dejasen de hacer negocios con el país. Washington, además, ha hecho un marcaje permanente sobre las empresas españolas presentes en Cuba, un acoso que los documentos obtenidos por Wikileaks dejaron al descubierto. Pero EEUU no baja la guardia. El último episodio es una petición de explicaciones al BBVA en tono inquisitorial por parte de la Comisión del Mercado de Valores (la SEC). El detonante que hizo saltar las alarmas del supervisor ha sido simplemente que el BBVA declaraba en su informe anual que tenía uno de sus más de 100.000 empleados en Cuba.
A las presiones y peticiones de aclaraciones por parte de los organismos supervisores se están sumando leyes aprobadas por algunos Estados y municipios del país que prohíben invertir en empresas que tengan lazos con los países a los que EEUU ha colgado la etiqueta de “patrocinadores del terrorismo”, entre los que se incluyen Irán, Cuba, Sudán y Siria.
El Santander cerró su oficina en Irán como contrapartida para no tener que dar explicaciones en su informe anual sobre su presencia en el país, lo que podría proscribirle a los ojos de inversores institucionales estadounidenses. Repsol acabó renunciando a un importante proyecto en Irán tras recibir múltiples presiones por parte de la Embajada de EEUU en Madrid. La petrolera ya tuvo que dar cuenta a la SEC de sus intereses en Irán y Cuba a requerimiento del supervisor. Tras las continuas peticiones de explicaciones, Repsol ha decidido finalmente dejar de cotizar en la Bolsa de Nueva York. El Santander y el BBVA, sin embargo, no solo siguen en Wall Street sino que además son importantes inversores en Estados Unidos, donde poseen el Sovereign Bank y Compass, respectivamente, por lo que pueden estar sometidos a una mayor presión de las autoridades.
Ahora es el BBVA el que ha tenido que retratarse tras un requerimiento enviado por responsables de la SEC al director financiero del BBVA, Javier Malagón.
“Observamos la declaración de las páginas 118, 119 y 120 [de su informe anual] según la cual ustedes tienen un empleado en Cuba y la de la página 25 según la cual tienen clientes en Oriente Medio, una región que generalmente se entiende que incluye Irán, Sudán (sic) y Siria”, dice el supervisor estadounidense en una carta dentro del proceso de revisión del informe anual del BBVA correspondiente al ejercicio 2009.
Tras esa introducción, la SEC exige al banco información sobre el alcance y naturaleza de sus actividades “pasadas, presentes y previstas” en los cuatro países citados, a los que Estados Unidos considera “patrocinadores del terrorismo” y son objeto de sanciones. EEUU también pide al banco español que identifique cualquier contacto con las autoridades de esos países o con entidades controladas por el Gobierno.
El BBVA dedica varias páginas a relatar con todo detalle sus contactos y negocios en relación con esos cuatro países. La entidad presidida por Francisco González empieza señalando que la presencia no es significativa y que no constituye un riesgo apreciable para los accionistas del banco. El banco subraya que conoce las restricciones a las operaciones con esos países y que aplica estrictos controles contra el blanqueo de dinero y otras operaciones financieras ilegales.
Acto seguido, el BBVA confiesa que el grupo tiene una oficina de representación en La Habana abierta en 1995 y que cuenta con un empleado. El banco señala que la oficina le sirve como contacto para clientes no cubanos con negocios en la isla, como enlace con su participada Aurea y para recuperar un crédito con el Banco Nacional de Cuba. Aurea es la operadora de un centro comercial en la que el BBVA es socio con un 49% del Estado cubano, que tiene el 51% a través de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. Argentaria invirtió en 1997 en esa sociedad, que tiene activos por 8,3 millones. El BBVA relata además toda la actividad bancaria relacionada con Cuba que efectúa, principalmente, a través de su oficina en París.
Con respecto a Sudán, el grupo accedió el año pasado a pagar 607.500 dólares para lograr que se archive una investigación sobre operaciones realizadas por Compass, su filial en EEUU. Aunque ese pago no supuso admisión de culpabilidad, el banco subraya que las operaciones investigadas se realizaron en 2006, cuando Compass ni siquiera pertenecía aún al BBVA.
En cuanto a Irán, el banco recuerda que cerró en 2008 su oficina en Teherán y que ha ido cortando los lazos con el país. Más aún, el banco relata que tiene fuera del país cuatro cuentas de empresas iraníes, una de la Embajada de Irán y un pequeño número de cuentas de ciudadanos iraníes que vigila con lupa y que intenta cerrar en cuanto sea posible. Con respecto a Siria, los lazos son mínimos.
Pero además de pedir explicaciones sobre sus actividades en esos países, la SEC reclama al BBVA que indique en qué medida esas actividades pueden ahuyentar a inversores y afectar a su reputación y al precio de sus acciones en Bolsa. El banco contesta que su presencia es insignificante y que tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo no debe influir en las decisiones de un “inversor razonable”, que debe ver lógico que una entidad global como el BBVA pueda tener una mínima relación con esos países.
El banco subraya que los ingresos relacionados con Cuba, Irán, Sudán y Siria sumaron 1,3 millones en el primer semestre de 2010 (el equivalente al 0,05% del beneficio neto de ese periodo). Y los activos asociados con esos cuatro países sumaban solo 69,7 millones de euros a 30 de junio de 2010, menos del 0,01% del total de los activos a esa fecha.
“No creemos que nuestros negocios u otros contactos con Cuba, Irán, Sudán o Siria sean relevantes o constituyan un riesgo de inversión relevante para nuestros accionistas”, concluye el banco español en su respuesta.
La carta de la SEC fue enviada el pasado 29 de septiembre de 2010 y la contestación, el 18 de octubre, pero no ha sido desvelada hasta ahora, cuando el examen de esa y otras cuestiones sobre el informe anual del BBVA ha concluido y el organismo se ha dado por satisfecho con las explicaciones.

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