viernes, 25 de marzo de 2011

Juventud: La lucha por el capital cultural


Jesse Chacón E.
gisxxi.org
El ciclo de revolución abierto en la sociedad Venezolana desde 1989, significó una profunda transformación en el régimen político y el patrón de desarrollo que los grupos de poder venían copiando de las estructuras del capitalismo tardío.
Como toda Revolución, la revolución Bolivariana ha significado un profundo cambio cultural, pues ha removido y resituado roles y sentidos sociales que en el ciclo anterior se configuraban de manera radicalmente opuesta, un ejemplo de esto es la emergencia de lo popular como sujeto y lugar de validez social, así como el alto volumen de disputa simbólica entre lo popular y lo elitesco.
En el campo de las disputas de género, las mujeres han infringido un sustantivo golpe al control del patriarcado y hoy hacen presencia protagónica en centros de estudio, primaria, secundaria y universitaria, mientras ganan un considerable espacio en el liderazgo de los movimientos comunitarios.
En este primer estudio sobre la Sociología del gusto, hemos podido constatar la importancia de la juventud venezolana dentro del espectro social, y la profunda transferencia de aspiraciones y valores por parte de las generaciones anteriores hacia las y los jóvenes.
De igual manera, hayamos una tendencia multidireccional de nuestra juventud. Por una parte, nos encontramos con valores vinculados a la cultura del consumo, basados en las estructuras estético-culturales del capitalismo tardío, aún presentes, y por otro lado, nuevos horizontes educativos y de reforzamiento de vínculos sociales se desarrollan con fortaleza e incluso de manera hegemónica en este tramo de edad.
Hoy, 84% de nuestros jóvenes se autodefinen como felices y casi un 30% obtiene esa felicidad a través de logros académicos. Adicionalmente, 96.9% estudiarían mas, si pudiesen hacerlo.
Esta deseabilidad se ve materializada a través del aumento sustantivo de su capital cultural. En la Venezuela revolucionaria, la consolidación de la educación como una esfera de inclusión se evidencia desde los indicadores de matricula escolar y universitaria. De lo contrario, Venezuela no hubiese sido reconocida por la UNESCO como el segundo país de América latina en matrícula universitaria y el cuarto del mundo.
Así mismo, en la cultura de la participación nuestros jóvenes presentan grandes avances: 62.8% ayudaría a un proyecto comunitario y 67% cree que la gente participa en las actividades de la comunidad para mejorar las condiciones de esta.
Otro elemento llamativo es la afirmación positiva de su autoimagen, pues al indagar sobre si mejoraría algún aspecto de su cuerpo, mayoritariamente (58.5%) han dicho que no.
Valorando el campo de la cultura política, la juventud venezolana no tiene nada que ver con el cuadro de desesperanza, angustia y despolitización con que los analistas retrataban a la juventud en la década del 90, por el contrario está en movimiento y tiene como referencia importante la disputa política en el conjunto de la sociedad, tanto desde las izquierdas como desde las derechas, su presencia activa en las contiendas electorales así lo evidencian.
La Juventud se identifica con las opciones de cambio representadas por el gobierno Bolivariano, muestra de esto es el 56.2% de jóvenes que reconoce y aprueba la gestión del presidente Chávez.
Sin embargo, aún quedan rasgos de las estructuras estéticas-culturales del capitalismo tardío presente en nuestros jóvenes: 57.7% desearía conocer a un famoso, 59.8% le gustaría vestir con ropa de marca. También, al revisar dos temas críticos en los debates morales y culturales de toda la sociedad relacionados con los derechos civiles, los encontramos aún vinculados a la restauración moral y conservadora: a 67.4% le parece criticable que dos personas del mismo sexo mantengan relaciones sexuales y a 90.4% que una muchacha de 17 años salga embarazada y decida abortar.
La juventud como idea de sociedad futura es el campo en el que los adultos se disputan la hegemonía cultural y la reproducción simbólica de su proyecto de sociedad.
Hoy, es claro que el proceso ha logrado ganar para sí gran parte del espacio político-social de la juventud; pero aún en la dimensión estético-cultural siguen vigentes valores vinculados al consumo del capitalismo tardío.
El gran reto para este proceso revolucionario en marcha es lograr acompañar las mejoras materiales y en la dimensión de participación social y política, con un esfuerzo que trascienda las estructuras estético-culturales y genere un nuevo andamiaje social de gustos, deseos y valores acordes con la nueva sociedad socialista en construcción.

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