viernes, 18 de junio de 2010

La caida del PIB en Venezuela y la crisis del capitalismo.

Por: Domingo Medina para "El Espinito Silva"


La oposición, como siempre, ha montado toda una alharaca con lo de la caída del PIB durante el primer trimestre de este año. Como era de esperar, todos los medios, analistas, articulistas y opinadores de oficio dirigieron su artillería contra el gobierno nacional. Acusan a Venezuela de estar aislada del mundo, son ellos los que se niegan a ver lo que ocurre fuera de nuestras fronteras. No es que lo digamos los venezolanos, pero el capitalismo está atravesando una de sus más serias crisis.

Immanuel Wallerstein, destacado intelectual norteamericano sostiene que el sistema capitalista se está transformando en un “sistema no rentable para los propios capitalistas”. Ello en virtud de las combinación de las tres presiones estructurales: desruralización (ya no se puede hallar mano de obra barata), externalización (no se pueden externalizar los costos) y democratización (hay nuevas y mayores presiones al sistema para que de respuestas en los ámbitos de salud, educación, ingresos a mayor cantidad de población y los impuestos ya no se les pueden aumentar). Estas presiones de las que habla Wallerstein implican una reducción drástica de la ganancia (por la diferencia entre los costos y los precios de venta), vital para la acumulación del capital y por ende para el sistema capitalista.

Las crisis actuales se han desatado, como se sabe, a raíz de la concesión de hipotecas de elevado riesgo (EEUU), que al final han terminado siendo impagables por los que las tomaron, y por la práctica imposibilidad del gobierno griego para hacer frente a sus compromisos internacionales en materia de deuda externa (no tenía dinero para pagar, pero tampoco podía pedir más dinero prestado).

Lo peor no es sólo que en ambos casos el asunto haya tomado dimensiones internacionales o globales. El problema es que, como siempre en el sistema capitalista, se privatizan las ganancias y se socializan las pérdidas, con lo cual los más afectados y quienes al final terminan pagando las consecuencias (para que los capitalistas salgan sin un rasguño y puedan seguir enriqueciéndose con la explotación de los demás) son las clases subalternas, los trabajadores (públicos y privados), los pensionados, las amas de casa, los estudiantes, los que usan el sistema público de salud, los niños.

Porque, tal como muestran ambos ejemplos, mientras a los causantes de las crisis se los auxilia con impresionantes montos de “ayuda” mil millonarios, a los pobres, a los explotados de siempre, se le reducen los sueldos y salarios, se congelan las pensiones, se reduce el gasto en salud, en educación. Se privilegia el capital por encima de la dignidad humana.

Pero en Venezuela sucede todo lo contrario. Aquí el gobierno lo primero que hace es tomar las medidas necesarias para proteger a los ahorristas, por ejemplo, a los ancianos, a los niños, a los trabajadores, a las mujeres, sea que se trate de una nacionalización, de la intervención de una entidad bancaria, de reducir o ajustar el presupuesto, etc. y el gasto en materias tan sensibles como la salud y la educación, por sólo mencionar dos, se mantiene.

Por eso es que la caída del PIB no representa una catástrofe para nuestro país. Como ha señalado el presidente, ese dato lo único que significa es la caída de la producción capitalista. Pero el desarrollo de un país no se mide, no se puede medir, única y exclusivamente por su capacidad para generar riqueza capitalista. Venezuela, por ejemplo, ha mejorado muchísimo en cuanto al llamado Índice de Gini y al Índice de Desarrollo Humano, que miden mucho mejor que el PIB las condiciones sociales de un país y no se circunscriben a la generación capitalista de riqueza, es decir, también miden su distribución y el aprovechamiento por parte de la sociedad.

Pero más allá de eso, Venezuela necesita generar nuevas maneras de medir el desarrollo socialista, inventar nuevos índices que permitan ver el verdadero avance de la revolución y del bienestar del pueblo. Bolívar decía que el mejor sistema era aquel que producía la mayor suma de felicidad posible. Pues vamos a medir esa felicidad, que como hemos dicho, no se mide para nada con el monto de riqueza que capitalista que se produce.

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